Vale, debía reconocer que si alguno de sus compañeros de equipo comenzaba a salir con uno de los Waste, le hubiera llamado la atención, y tal vez hablaría de ello durante una semana. Pero, ¿después de un mes? ¡Era de locos! También era cierto que los implicados no eran dos cualquiera, y Jungkook se tenía en muy alta estima, y que no era muy dado a los chismorreos, la vida del resto del mundo le traía más bien sin cuidado. Pero aun así, le gustaría, por primera vez en su vida, que la gente dejara de estar tan pendiente de él. Lo más increíble era que el instituto había acabado. Daba gracias porque todo hubiera saltado poco antes de terminar las clases, no podría soportar tanta expectación con lo referente a su relación con Yoongi.
Él mismo estaba teniendo dificultades para acostumbrarse a ello, pero que le estuviera costando acostumbrarse no significaba que le estuviera pareciendo algo desagradable, es más, estaba resultando algo extrañamente maravilloso. Es decir, él, Jeon Jungkook, ya era extraño que estuviera feliz con una relación, una relación de verdad, de esas en las que eres fiel, de las que no te apetece estar con nadie más, de las que tienes celos si alguien se acerca a esa persona, de las de querer agarrarse de la mano y besarse a todas horas. Jungkook nunca pensó que estaría jamás en algo así, al menos no sintiendo que realmente era lo que le apetecía, o hacerlo de forma natural. Ya había fingido varias veces que salía con chicas.
En primer curso, estuvo saliendo dos meses con Kim Jennie. Jennie era un curso mayor que él, y muy popular, por lo que salir con ella fue algo que le convenía bastante. Debía decir que fue con la que mejor lo pasó de todas. En segundo, Lee Chaeyeon, salió con ella únicamente porque era la capitana de las animadoras, y quedaban muy bien juntos. Ambos de ojos azules y atletas. Aunque hubo demasiadas infidelidades entre medias como para considerarlo una relación. En tercero, estuvo Lia, y todo fue únicamente por estrategia para ser reyes del baile, por parte de Jungkook, claro. La última fue Soojin, y bueno, poco hay que decir de ella. Y la cosa no era muy distinta con Min Yoongi.
Aunque lo cierto era que Yoongi, jamás había tenido una relación. Lo que más se había acercado en su vida a tener una relación, era su tóxica amistad con Irene. Si llegaron a salir alguna vez, Yoongi no lo sabía, porque Irene era como una puñetera montaña rusa de emociones. Lo que sí estaba claro, es que Yoongi no había mantenido ninguna relación porque simplemente no lo necesitaba. No había tenido jamás la necesidad de estar con nadie de esa manera, hasta ese momento. Catastrófico momento en el que se enamoró de Jungkook. Ya es complicado tener que salir del armario, pero tener que hacerlo con Jungkook de la mano, lo es aún más.
Para asombro de ambos, las cosas no estaban siendo tan extrañas o complicadas como pudieron pensar en un principio, pero eso no quería decir que no lo fueran, solo que no tanto. Había pasado un mes desde que el instituto había acabado, y Yoongi y Jin, aquella tarde de verano, se planteaban hacer lo mismo que el resto de tardes de sus vidas; pasarla en el porche de Jimin. Pararon en la gasolinera en la que trabaja la hermana de Jin para coger provisiones. La puerta automática se abrió, y enseguida vieron a la chica, de pendientes exageradamente grandes, maquillaje prominente, y una goma de mascar en la boca.
—Hola Tiff —saludó Jin a su hermana.
Ésta, hizo una mueca al verles, pero no dejó de leer la revista que tenía en las manos.
—¿Qué queréis?
Jin se acercó al mostrador, mientras Yoongi comenzó a caminar por los pasillos para coger lo que consideraba necesario.
—¿Tú qué crees? Venimos a... —comenzó a contestar Jin, pero su hermana le cortó.
—Sí, sí, vale. Comprad lo que necesitéis deprisa, estoy ocupada —se quejó ésta.
—¿Haciendo qué? —inquirió Jin enarcando una ceja.
Yoongi se acercó a las neveras del fondo y cogió una caja de seis cervezas.