CAPÍTULO 36

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Jareb.

Abrí los ojos y me di cuenta en la posición en la que estaba, bueno...estábamos.

Andy estaba tan solo con mi camiseta negra y sus bragas acostada encima de mi pecho desnudo.

Era tan jodidamente linda que me hacía querer besarla aún más.

Era tan jodidamente linda que me hacía querer estar cerca de ella para siempre.

Vi como ella arrugaba la nariz. Habían pasado varios días desde que había tenido la última de sus pesadillas, ni siquiera tocamos ese tema, sabía que a ella le dolía hablar de eso.

Dudaba que fuera sencillo o fueran pesadillas que la hacían llorar de felicidad.

Miré al techo, pensativo.

No entendí porque ella me había contado todo eso de repente, pero ahora sentía que tenía todo el corazón de Andy en mis manos...
Y jamás tuve un tesoro tan preciado como este.

Temía dañarla, lo temía en serio.

Porque conocía todo de ella ahora...
Había visto a través de su alma, de su corazón, de su mente, ahora sabía lo que ella sentía. Que era algo parecido a lo que yo sentía por mí mismo, por mi padre, por mi familia.

Ahora veía que no éramos tan diferentes, no veníamos de mundos tan diferentes.

Aun así...
No podía arriesgarla.

Por más que sintiéramos lo mismo no podía hacerlo, simplemente...

No era tan fuerte.

No era tan fuerte para enfrentarme a una realidad sin el amor de mi vida.

La miré y sonreí de medio lado.

Porque Andy era el amor de mi vida, lo había sido siempre y así siempre será.

Recordé lo que Steve dijo, recordé lo que habíamos planeado y por ese simple pensamiento mi estómago estaba revuelto.

Lo lamentaba, Andy.

De verdad lo hacía...

Pero no podía tener tu corazón, porque por más que eres el amor de mi vida, no me pertenecía.

No podía pertenecerme.

No podía ser mío...

Y eso me dolía más que nada.

Miré más atentamente a Andy.

Sus cejas finas, sus mejillas rozadas, sus pestañas largas, sus labios carnosos. Sus mini pecas que tenía alrededor de la cara dándole un toque más hermoso.

Y de la nada el recuerdo de ella me invadió la mente y por eso simplemente quería maldecir.

No quería recordarla, no cuando la estaba viendo a ella.

Ella no se merecía que yo fuera así.

La miré un momento y no pude evitar pensarlo...

Pensé en Valery, en lo que ella pensaría al verme amando a otra persona.

¿Le importaría siquiera?

Suponía que sí, había sido mi novia.

Pero aún me preguntaba cuanto me amaba como para...escapar ¿y jamás volver?

Porque eso había dicho mi padre, que intentó escapar y él le disparó.

Aunque dudaba en el fondo de mi interior que fuera cierto.

Aunque no tenía razones para mentirme, no tenía razones para ocultarme la verdad. Valery ya no estaba con vida y eso era un jodido hecho.

Me había abandonado, me había dejado solo. Planeaba hacerlo...

La arriesgada decisión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora