Capítulo 10

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Nosotras nos cambiamos antes para ir a la sala del Consejo y, una vez ahí, tomé un bolígrafo y de pie escribí sobre una hoja del block de notas.

La arranqué, la doblé y se la ofrecí a la primera que vi, Danielle.

—Ve a dársela a Lisa —indiqué.

Ni siquiera la tomó, solo me miró con desconfianza.

—¿Para qué?

—Solo dásela —insistí.

A regañadientes, la agarró y salió de la sala.

—¿Qué es? —curioseó América al sentarse delante del escritorio.

—Nada —le resté importancia y comencé con el trabajo que todavía me falta: llamar a la empresa de electrónica que nos rentará todo el equipo para el concierto en el auditorio.

Con respecto a Lisa, estoy pensando en algo que es la idea más estúpidamente absurda que se me ha ocurrido en toda mi vida, pero esto podría ser mi oportunidad con ella.

De alguna manera tengo que hacer que me vea.

Aunque tampoco pretendo meterla en problemas, tengo que hacerle unas preguntas antes.

Y para eso es el citatorio que le envié en la nota con Danielle.

Al finalizar las clases, poco antes de las dos de la tarde, tal como le indiqué en el recado, estaba afuera de la escuela, esperándome.

Solo le pedí amablemente que nos viéramos a la salida o iría a su trabajo.

Luego de acordar una reunión mañana en el Consejo, me despedí de todos y fui con ella, porque sabía que ella no iba a venir aquí.

—Pensé que iba a tener que ir a tu trabajo —dije una vez cerca.

—Es un lugar abierto al público —me respondió con la misma falta de interés de siempre y que ya me esperaba. Ni siquiera me mira por más de un segundo.

—No voy a molestarte ahí, ¿te parece si caminamos y hablamos? —si tiene un horario fijo en la librería, hacerla llegar tarde es empezar mal.

Otra vez, me dejó ir primero. Es decir, caminábamos al mismo paso, pero avanzó después de mí.

Tengo que morderme el labio para no sonreír al pensar en lo caballerosa que es.

—¿De qué necesitas hablar conmigo? —me asusté con su pregunta.

Casi olvido que tenía que hablar de algo con ella y solo estaba disfrutando caminar a su lado.

—Nada más quería preguntarte si solías meterte en problemas en la escuela.

Metió las manos a sus bolsillos y mantuvo la vista en todo menos en mí.

—No, nunca.

—Me refiero a en toda tu trayectoria.

—No.

—... Es que pareces de ese tipo...

—¿Para qué quieres saber eso? —creo que la estoy haciendo enojar y tal vez sea porque acabo de insultarla.

—Bueno... —Debí pensar mejor lo que le diría antes de buscarla por un impulso—, quiero saber si estás fichada. Si te metes en problemas, ¿corres el riesgo de que te expulsen de la escuela?

—No estoy fichada, pero sí becada. Si me meto en problemas, me van a expulsar.

—Entiendo. Creo que te quitarían la beca, pero no te expulsarían.

En la luna y las estrellas | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora