Capítulo 81 [+18]

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No me costó tanto trabajo ponerme la prenda, no más que salir del sanitario y volver a la habitación.

Desde que entré, ella me miró y sentía que no me iba a quitar la mirada de encima.

Apreté uno de los botones de la camisa con ambas manos, el único que estaba sujeto.

Frente a la cama, solté el botón y me quité la camisa, dejándola caer al suelo.

Sin necesidad de verla, sentí todo lo que sus ojos estaban recorriendo.

—No me veas así —le pedí cuando ya no pude ni mirarla.

Es que no sé si le gusta o no lo que ve, solo me está observando en silencio.

Se levantó para sentarse frente a mí. Viéndome, se quitó la camisa también y separó las piernas.

Sentí toda la humedad incrementada por los latidos. Mi primer corazón se aceleró y no creo que pudiera desearla más.

He sentido su centro, pero nunca he podido verlo y justo ahora tampoco, por la prenda.

No sé cómo decirle que quiero ver y de cerca.

Me sorprendió cuando abrazó mi cintura para acercarme. Puse las manos en su cuello y yo la besé.

Por la posición por encima de ella, iba a ser más fácil ser yo la que utilizara su lengua primero.

Para no arruinarlo, suelo no hacerlo yo y más bien seguirla, pero esta vez metí mi lengua y ella la recibió con la suya.

Fruncí el ceño al mismo tiempo que me quejaba cuando, con ambas manos en mis piernas, fue subiendo hasta tocar mi centro.

Era imposible ocultar lo húmeda que estaba.

Sin avisarme, me presionó por la espalda, me cargó al levantarse y me hizo acostarme en la cama.

Estiré el cuello y suspiré cuando presionó mi centro con su rodilla.

Comenzó por mi cuello, para besarme completa, o por lo menos lo que la lencería no cubría.

Sujetó mis piernas para subirlas más y mantenerlas separadas, entonces pasó su lengua por mi centro, desde abajo hacia arriba, con el fin de recoger un poco de la humedad y besarme.

Apreté la manta debajo cuando sentí la succión de su boca.

Sin alejarse, metió su lengua y continuó.

Esta vez sentí mucho más alto, así como prolongado, el terminar.

Me giré sobre la cama, solo para tranquilizarme y en lo que los escalofríos y latidos se detenían, pero Lisa se acercó por detrás.

—Esto sí te va a doler —dijo en mi oído.

Besó mi hombro antes de tocar mi cadera para que la levantara. Fruncí el ceño cuando presionó su pierna entre las mías.

Tocó mi mentón, tiró con suavidad y, una vez que abrí la boca lo suficiente, metió dos de sus dedos, para luego, con los mismos, tocarme abajo.

Sentí la quemadura de mis propias manos cuando presioné la manta en el momento en que uno de sus dedos entró primero, no por el mismo lugar de antes.

No retuve el quejido porque en serio me dolió, pero se sentía bien al mismo tiempo, por eso no le dije nada.

Después de hacerlo presionando su centro contra el mío, acto que acabé yo primero y me costó menos los segundos que esperé a que ella terminara, se sentó en la cama, recargó la nuca en el muro y suspiró.

En la luna y las estrellas | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora