Capítulo 74

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Sentía que hace siglos y, al mismo tiempo, hace solo un segundo, Ander había venido a decirme que Lisa estaba aquí, en la puerta de mi casa.

Caminando de lado a lado, presioné las manos en mi estómago.

—Julieta, me estás estresando —expresó Ander—, ¿vas a salir o no?

—No —dejé de caminar—. Sí —volteé a verlo—. O no —me acobardé.

Emitió un suspiro frustrado, mientras que yo me enterré las uñas en las sienes.

—Baja tú y dile... que no estoy.

—No —dijo seguro.

—Es que no sé qué decirle.

—Solo escúchala —sugirió como si fuera tan fácil—. Ella vino hasta aquí.

Temblé al caer en cuenta de eso.

No literalmente, pero ella vino detrás de mí.

Ella vino aquí.

Vino por mí.

Mis dientes castañearon, por los nervios, el frío y la ansiedad.

Con las manos sobre mi estómago, tomé aire.

—No le digas a nadie —le pedí y su sonrisa fue instantánea.

No lo pensé más y bajé con él.

Luego de avisarle a mi mamá que iba a salir un momento y de que Ander se quedara cuidando que nadie fuera más allá de la puerta de la casa, salí hasta la puerta del muro.

Abrí y verla me paralizó completa. Suspiré y mi corazón volvió a latir cuando volteó a verme.

—... No supo decirme que eras tú —mentí.

—¿Puedes... darme un minuto?

Al tocar el muro con mi brazo cuando me recargué, todo el escalofrío se concentró ahí, en el frio del marco.

—Creo que me dijiste todo...

—Por favor.

Vibré completa tanto por lo que dijo como por su mirada.

Ella realmente me está mirando a mí y solamente a mí.

—¿Aquí o quieres entrar?

La verdad es que ni hablando en mi habitación será privado.

—Allá —indicó a la calle.

No traía llaves, e igual no iba a entrar por unas, así que salí y cerré detrás de mí.

No sabía bien a bien hasta dónde íbamos a ir, por lo que solo caminé en silencio, a su paso.

Tal vez está esperando a que hable yo primero, pero fue ella la que...

Me ofreció su chaqueta. Me detuve al pie de las escaleras de concreto a media calle para ponérmela.

Alivió todos los escalofríos el calor que sentí, solo que la vibración volvió a partir de mi pecho cuando, dos escalones abajo, volteó, quedando frente a mí.

—Lamento lo que te dije —expresó mirándome directo a los ojos—. Me sentí culpable por hacerte cargar con todos mis problemas y creí que era mejor alejarme, y alejarte. Cometí muchos errores y sigo haciéndolo porque... nunca desaparece el miedo que tengo de quedarme sola. Antes de que alguien se vaya, prefiero pedirle que lo haga, así duele menos. Te prometí no volverte a lastimar y lo hice, pero nunca quise perderte. Te juro que eres el amor de mi vida y me estoy muriendo sin ti.

En la luna y las estrellas | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora