Capítulo 43

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Tuve que hacerme cargo de un pleito entre casi un grupo entero y eso me mantuvo ocupada, porque no quería que nadie lo supiera, por lo menos hasta que lo hubiera controlado y por eso fui corriendo a cambiarme y luego corrí con América al bar donde ya debíamos estar para comprobar que todos pudieran entrar sin ningún problema.

Mauricio y Danielle estaban ahí y ya habían hablado con el encargado, entonces estaba todo resuelto.

Ya solo es cuestión de que vengan a la hora que les plazca.

Y entre los catedráticos, busqué a la profesora que debía estar por aquí, solo que nadie la había visto.

Fui a dar una vuelta para buscarla y, en el patio trasero, choqué con alguien que iba saliendo.

—Perdón —me disculpé y, al intentar irme, me tomó del brazo.

—¿Julieta?

Primero me detuvo el corazón reconocer su voz, luego, al verla y comprobar que era Noel, por impulso halé de mi mano para que me soltara.

—¿Qué haces aquí? —pregunté aterrada, muy a pesar de la sonrisa en su cara.

—Vine con unos amigos... —sonrió aún más—. No puedo creer que estés aquí —dijo como si este fuera un esperado reencuentro.

Yo no puedo creer que ella esté aquí. ¡¿Cómo es que está aquí?!

—Noel, no... no quiero hablar contigo. Si viniste con tus amigos, ve con ellos, yo tengo cosas que hacer.

—Tú eres la que viene con la escuela, eres la encargada —ignoró por completo lo que acababa de decir—. Dijiste que eras Presidenta o algo así, ¿no?

Me crucé de brazos.

—Sí, y tengo mucho trabajo.

—Quiero hablar contigo —otra vez pasó por alto lo que dije—. No respondes mis mensajes.

—Pues porque no quiero hablar contigo.

Debí haberla bloqueado, por lo menos para que le quedara claro el que no quiero hablar con ella, porque lo dice como si simplemente no hubiera tenido tiempo para responder un texto.

—¿Todavía tienes la pulsera que me quitaste? —pregunté.

—No la traigo conmigo, pero sí.

No quiero hablar con ella, quiero esa pulsera únicamente.

—Está bien, podemos hablar, pero no tengo mucho tiempo.

—¿Podemos ir a otro lugar...?

—No, si vas a hablar, va a ser aquí.

No voy a ir a ningún lado con ella.

—Quiero pedirte perdón por lo que pasó.

—¿Quieres o vas? —repuse—. Porque una disculpa es lo mínimo que me merezco.

—Entiéndeme, no supe qué hacer.

—¿Y tú crees que yo sí? ¿Crees que supe qué hacer con todo lo que me dijeron y la manera en que me señalaron?

—... Yo sé...

—No, no sabes nada. Siempre me dijiste que te asustaba que te señalaran, pero dime, ¿alguna vez lo han hecho?, ¿te han mirado con asco?, ¿te han señalado?

—No...

—A mí sí —la interrumpí—. Tú estabas ahí y no hiciste nada... —me limpié las lágrimas—. ¿Pretendes que lo olvide, que te entienda a ti y que hablemos como si nada hubiera pasado?

En la luna y las estrellas | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora