Capítulo 41

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Dormí durante todo el vuelo, para tener suficiente energía el resto del día. 

Primero teníamos que trasladarnos en autobús al hotel y luego debíamos dirigir a todos a sus habitaciones, así como, una hora más tarde, comprobar que ya estuvieran en ellas.

Igual que Mike colándose en la habitación de Lisa y Clara, hubo muchos intercambiando, solo que yo sabía si crearían un problema, entonces, siempre que no fuera así, podía dejarlo pasar.

Es más, solo para llenar el registro como debía ser, anoté a América en la misma habitación que Viridiana, pero se quedará con Danielle y conmigo.

No es que pudiera llevarlos a todos a donde yo quisiera, más bien el itinerario consta de a qué hora haremos inspecciones y cada cuánto tienen que reportarse, fuera de eso, son libres de hacer lo que quieran.

Yo fui la última en cambiarse y Danielle me estaba esperando, porque América salió corriendo en cuanto pudo.

Cuando salí de la habitación, me miró con molestia.

—Como que te pusiste una sudadera de más —expresó.

—... Me la voy a quitar después —aseguré sin yo misma estar convencida.

No me molestan tanto los trajes de baño, solo que no creo que sea necesario quitarme la sudadera, me siento más cómoda así.

Encaminamos por el pasillo.

—¿Qué harás con Lisa? —preguntó.

—Todavía no sé. Le dije que volveríamos si no conseguía tener todo bajo control y, por ahora, todo va muy bien. No la necesito tanto.

—Y, ¿si terminan, ahí se acaba y ya?

Me abracé el estómago.

—No me puedo seguir engañando. Ella es amable conmigo como lo sería con cualquiera. No es que sienta algo por mí.

—Pues yo digo que le digas lo que sientes —sugirió—. O abofetéala, a lo mejor así reacciona.

Me reí.

Yo jamás la tocaría.

Bajamos a la playa y yo fui a los casilleros a dejar mi teléfono, así como el de Danielle.

América ya había rentado una casilla, entonces solo busqué la que tuviera el número de la llave que me dio.

Abrí la puerta de metal y metí todo lo que traía.

Volteé en cuanto sentí a alguien, entonces vi a Lisa...

—... Hola —giré la cabeza hacia la casilla. No estaba mentalmente preparada para verla en traje de baño.

Sentí escalofríos cuando se acercó.

—¿No te hablaré hasta que me digas? —preguntó.

—... Más tarde te diré lo que haremos. Creo que todo va bien hasta ahora, me obedecen y... Mantente al pendiente de tu teléfono.

No me respondió, sentí que no me veía a la cara.

—¿Por qué no te quitas eso?

De reojo, vi que miraba mi sudadera.

—... Porque me incomoda.

—Todos allá afuera están mostrando el apellido. Solo haz lo que quieras hacer y pásala bien. Te juro que nadie estará mirándote.

Dice eso como si fuera tan fácil, como parece que es para ella.

Quiero voltear, pero sé que no voy a poder mantener la vista en sus ojos.

En la luna y las estrellas | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora