Capítulo 22

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Asentí por décima vez a lo que me dijo Guillermo, y sentí que su tono ya no era directo y serio, sino que se está enojando.

—Tienes que hacer algo —esa seriedad suya sí me preocupó.

—Lo haré —prometí—, y te agradezco mucho que lo vinieras a hablar conmigo antes que con un directivo.

—Nada más porque es tu novia —eso me hizo sentir culpable.

Cuando el chico se retiró de la sala, eché la cabeza atrás y suspiré.

—En serio esperaba que no fuera cierto —dije para mí, con los ojos cerrados.

—Llevan toda la semana ahí —repuso Danielle.

Lo que vino a decirme Guillermo fue lo mismo de ayer; que supo que Lisa, Clara y Mike están vendiendo cosas en el ala de estudio.

En serio, no me entra en la cabeza como no le importan las reglas de la escuela. Y a nadie le importan en realidad, pero su situación es distinta, por mí.

¿No se le ocurrió que esto me iba a afectar? Si no hago nada al respecto, el favoritismo que le doy ya nadie lo va a dudar.

—Por el momento, le voy a decir a la secretaria que estamos haciendo reservaciones en el edificio, para que no vayan ni siquiera los intendentes —indicó Danielle.

—Gracias —murmuré.

Cuando se fue, América puso un vaso de agua frente a mí y se sentó delante del escritorio.

—No puedes defenderla tanto —dijo con lástima.

Saqué un antiácido del cajón y lo tomé con el agua.

—Ya sé. Es que... —perdí la vista en la nada—, si la vieras a solas, es tan inocente.

—Despistada, yo creo —repuso—. Cuando la vi en su descanso, no sabía quién era yo.

—Creo que tiene problemas graves de memoria y tampoco puede hacer dos cosas al mismo tiempo, ella me lo dijo.

—¿Crees que tenga algún problema?

—Igual, pero Carolina lo sabría.

Ya no dijo nada.

Sí he pensado en que algo tiene Lisa en la cabeza. Esa falta de memoria no es normal y creo que, el no prestar atención a los demás, es por lo mismo de solo poder hacer una cosa a la vez.

Aunque tiene muy buena coordinación y es lista, es decir, puede responder correctamente cualquier pregunta sin pensarlo mucho.

Tal vez por ahí va el dónde estuvo antes de venir a esta escuela.

El sábado, Regina estaba en mi casa, con mi mamá, y Ander estaba conmigo en mi habitación, mientras yo hacía quehacer para recibir a Lisa mañana.

—¿Como que es tu novia, pero no? —preguntó el chico.

—Así como lo oyes —quité las mantas de la cama—. Es falso, pero fue la única manera que encontré para acercarme a ella.

—¿Y cómo vas hasta ahora?

—Bien..., mal... —divagué—. No sé.

Con Lisa, todo es complicado y fácil al mismo tiempo. Es interesante la frustración.

El no entenderla es la parte emocionante.

—¿Y hasta dónde pueden llegar con esa relación?

—Hasta donde ella quiera —respondí—. En ese sentido, es ella la que pone el límite.

En la luna y las estrellas | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora