Capítulo 63

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Respiré como por milésima vez en su cabello. Sigue gustándome su aroma.

Bajó las manos a mi cintura y me presionó un poco.

—Julieta —habló.

—Mmm... —no la solté ni abrí los ojos.

—Creo que mis tíos llevan una hora esperándome.

No quería, pero la solté.

Mirarla, es decir, sostenerle la mirada, ya no me cuesta tanto.

—Te faltó decirme que te gusto —murmuré.

Sujetó mi cara con ambas manos y se inclinó.

—Me gustas mucho.

Suspiré con toda la vibración concentrándose en mi pecho.

—No deberíamos estar aquí —dije.

Se supone que está prohibido el paso, aunque las puertas de la azotea de cada edificio siempre están abiertas.

Me tomó de la mano para llevarme dentro.

Ya frente a las escaleras, me detuve antes de bajar, a lo que volteó.

—¿Qué? —preguntó.

—Nunca había corrido tanto —respondí.

Sonrió para luego darme la espalda.

—Sube —indicó.

Moví su cabello antes de abrazarla del cuello y me cargó en su espalda.

Sí, no estoy tan cansada y ella además había jugado hace una hora, pero me la debía por todo lo que me hizo pasar.

Me acerqué a su cuello.

—En serio no me respires ahí —dijo.

Giré un poco la cabeza para que mi voz no llegara a ella.

—¿Por qué?

—Luego te explico.

Al bajar el primer piso, tiró de mí para acomodarme y presionó más sus manos en mis piernas.

—Si soy tu novia en serio, ¿puedo hacerte todas las preguntas que yo quiera?

Sonrió.

—A ver.

—... ¿Desde hace cuánto juegas basquetbol?

—Desde hace... cuatro, cinco años —divagó.

Las dudas que siempre tuve sobre ella ahí siguen, solo que hasta hace un momento pensaba en resolverlas por mi cuenta, ya no preguntándole o esperar a que ella misma me dijera.

—¿En serio te gusto?

Ahora sí empezó a reírse.

—Te lo acabo de decir.

—Sí, pero repítelo de vez en cuando.

—¿Qué tanto? —preguntó.

—Tú sabrás, me hiciste llorar mucho.

Al llegar al último piso, me bajó dos escalones arriba y volteó.

—... En serio lo siento. Te prometo que no te voy a volver a lastimar.

Mi cachorro...

—Más te vale.

Bajé los dos últimos escalones, la tomé de la mano y tiré de ella.

En realidad, hace una hora que yo también debería estar en mi casa.

Me despedí de Lisa antes de cruzar la reja, luego, afuera, yo me fui por mi lado, para tomar el autobús.

En la luna y las estrellas | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora