Capítulo 28

1.2K 180 70
                                    

El domingo, bajé algo tarde e igual todavía no desayunaba nadie y solo estaba mi madre en la cocina, preparando el desayuno.

Entré a lavarme las manos y le quité el tenedor con el que batía la mezcla para panqueques en la barra.

—¿Y ese milagro que te metes a la cocina? —preguntó al ir hacia la estufa detrás de mí.

—Tengo hambre —respondí.

Ella y mi papá no suelen verme aquí, solo pongo la mesa o lavo los trastos, pero jamás me meto a cocinar.

No es que no sepa, solo que nada más lo hago para mí.

Agarré el cuenco, lo puse a un lado de la estufa y encendí el quemador bajo la sartén.

—En la tarde va a venir Lisa —avisé.

—Como que ya deberíamos darle llaves, ¿no?

Con una cuchara, puse un poco de mezcla y bajé la intensidad de la llama.

—¿Te molesta?

—No, hija —sonrió—. Me cae bien, pero no habla mucho.

—Es muy seria.

Prefiero asumir que es de pocas palabras a que no habla cuando la gente no le agrada. Significaría que, además de mi familia, yo tampoco le agrado.

—¿En serio está en tu clase? Se ve mayor que tú.

Fui a buscar una espátula y le di la vuelta al panqueque.

—Sí —respondí—, está atrasada un par de años, pero no sé por qué.

—¿Y qué hace con su vida, además de estudiar?

Sonreí para mí.

—Trabaja en una librería.

Al mirarla, lo hizo ella también, con los ojos bien abiertos dada la expresión de sorpresa.

Había pensado en utilizar esa carta si Lisa no les agradaba; mi madre es amante de los libros.

—¿Y le gusta leer?

—... Claro, sí, obvio —no tengo idea.

Luego del desayuno, subí a hacer tareas pendientes y dividí mi cabeza entre eso y Lisa.

Ya no tengo que darle un lugar en mis pensamientos, ella se adueñó de uno y no tiene idea.

Cuando me preguntó si sentía algo por ella, dijo que era curiosidad y, si continuaba con el tema, iba a terminar por confirmárselo.

Yo también preferí dejar ese tema por la paz.

El punto es que ya tengo la relación falsa que quería; creo que se aprendió mi nombre; puedo hacer cosas como tomarla de la mano y abrazarla; y ella responde perfectamente a las preguntas sobre nuestra relación.

Ahora... El beso.

Si le pido que lo haga, más que el que diga que no, me preocupa cuál será su reacción.

Es que necesito hacer algo.

Soy una chica y me estoy muriendo por que se dé cuenta.

Más tarde, le pedí a mi mamá que recibiera a Lisa por si llegaba antes de que saliera de la ducha.

Si tiene en cuenta el aroma del shampoo de violetas, lo quiero tan fresco como sea posible.

Escuché el timbre cuando salí del sanitario y corrí a cambiarme.

A veces no sé si el desodorante realmente sirve de algo o es inútil. Pero si me excedo con el perfume, será peor.

Mi cabello casi se secó por sí solo y así salí.

En la luna y las estrellas | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora