Capítulo 39

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Por segunda vez en el día, intenté que el director me dijera si ya había firmado la responsiva del viaje como autoridad superior y en las dos ocasiones acabamos platicando de otras cosas, hasta de su esposa terminamos hablando.

No conozco a la señora y ya sé cuántos retoques estéticos se ha hecho.

Y hasta me cae mal por la poca atención que la mujer les da a sus hijos.

Cuando por fin la secretaria me dijo que ella se encargaría de que tuviera ese documento hoy mismo en mis manos, salí de la oficina, de regreso a la sala del Consejo.

Además de ese documento, necesito ahora enviar el correo con los requisitos para todos los estudiantes.

Para que les entreguen sus pases de avión, tienen que tener en orden su documentación y pasaportes.

Y, ahora que recuerdo, no sé dónde está mi...

Me tomaron del brazo y cerré los ojos cuando mi espalda chocó contra un muro. Hasta que me soltó, abrí los ojos.

Era Lisa.

—Y, ¿qué?, ¿terminarás conmigo? —la tenía a centímetros de distancia, tan pocos que eran inútiles de contar.

Pasé saliva e intenté mantener la compostura.

—Hablaremos de esto después, en mi casa... —al voltear, me sujetó de la mandíbula con una mano.

Su mirada directa calentó mi corazón ya lo suficientemente acelerado.

Está enojada.

Me hundí en un escalofrío cuando sentí que se acercó todavía más y, en cuanto se distrajo, me fui corriendo.

Pasé de largo por la sala del Consejo y seguí hasta el sanitario.

No había nadie, entonces cerré la puerta principal, abrí el grifo para mojar mis manos y las puse sobre mi cara.

Esa mirada suya era tan...

En serio necesito concentrarme.

La distancia que tomé con Lisa en parte era por todas las ideas que tenía y que giran en torno precisamente a ella.

Me siento muy estúpida al recién considerar que es una chica.

Es que eso quiere decir que entonces ella no es muy diferente a mí.

...

Fue hasta el domingo, como cada semana, que la vi en mi casa y ciertamente me aliviaba que mis papás estuvieran en la sala.

Con ellos en mente, no había espacio para que pasara nada como la última vez.

Ya en mi habitación, no sabía cómo decirle que necesito seguir con todo esto de que nos separamos o solo decirle lo que siento de una vez por todas.

Tengo todo revuelto en la cabeza.

Puse las manos en mi estómago y me planté delante de ella sentada en el columpio, decidida a decirle todo lo que estaba en mi cabeza, pero, cuando me miró, otra vez vi a ese rubio cachorro que no quiero perder.

—Vamos a terminar.

—... ¿Es por...?

—No vamos a terminar en serio —tomé asiento en la cama, frente a ella—. Lo estuve pensando y necesito saber si sin ti tendré el mismo control que tengo ahora. El viaje a Los Cabos será perfecto.

Así tengo un seguro con ella para que vuelva conmigo, es decir, retomar nuestro trato.

—Supongamos que no —repuso.

En la luna y las estrellas | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora