TORTURA

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El lugar al que fueron llevados lucia como una casa en completo abandono, era una mansión imponente, con su fachada desgastada, el lugar era propiedad de Freen la cual fue adquirida por Faye, en su último cumpleaños le regalo la propiedad para que su hermana menor pudiera desestresarse con las actividades que regularmente le gustaba hacer, pero Freen no había tenido oportunidad de hacer uso de ella como lo deseaba, ahora con la adquisición y fabricación de sus juguetes le daría un buen uso a la mansión.

Cada hombre que dejaron vivo en el rescate de su hermana pagaría con tortura por lo que le hicieron, ella les haría pedir perdón por meterse con su hermana.

El empresario fue guiado adentro de la mansión junto con los sujetos que había contratado para llevar a cabo el plan que tenía contra la joven promesa del mundo empresarial, pero lo que él no se había esperado es que la mismísima Mara apareciera en aquella fabrica, en su mente estaba la duda de tenía que ver la eminencia del bajo mundo con aquella joven que quiso perjudicar.

Dejaron caer a los hombres que tenían amarrados sin cuidado alguno, con la cabeza tapada no pudieron ver a la persona que se estaba acercando a ellos, pero si escucharon las pisadas suaves, pero a la vez pesadas dar cada paso.

El líder de la banda de secuestradores sabía perfectamente quien era Mara, su reputación en el bajo mundo no era nada buena, muchos asumían que era un hombre el que portaba la máscara, el nombre se hizo muy famoso por los crímenes cometidos durante los últimos cinco años, era rara la ocasión en que aparecía, pero cada vez que se le veía en un lugar sabían que solo significaba una cosa y es muerte. Mataba sin piedad, sin vacilar, nunca torturaba a sus víctimas antes de matarlas, pero esta noche es una ocasión especial, en la que por primera vez torturaría a su victimas hasta la muerte.

- Trae la ruleta o debo decir la rueda de la fortuna – hablo a una de las personas que trabajaba para ella – hoy por fin estrenare ese hermoso juguete, pero la pregunta es ¿Quién será el afortunado? – paso a lado de los hombres que estaban tirados en el suelo - descubran sus rostros – acataron la orden de inmediato revelando el rostro de aquellos infames.

Aquellos temblaban, no sabían que les esperaba, pero una cosa si tenían segura y esa era su muerte, se habían metido con la persona equivocada. El objeto que había mandado a traer era una rueda de madera, la cual era levantada por dos soportes a cada lado y con una palanca, esta estaba diseñada para colocar a la persona en la rueda y conforme se de vuelta los huesos de la persona se iban quebrando.

- QUÉ QUIERES DE NOSOTROS, QUIERES DINERO TE LO DARE ESO ME SOBRA – gritaba el empresario desesperado pensando que así podría librarse del castigo.

- Dinero me sobra no quiero tus miserias – la rueda fue dejado en el lugar que había indicado – saben para que sirve esta rueda – ninguno contesto la pregunta – bien les explico, uno de ustedes será atado de pies y manos a la rueda y conforme se vaya dando vuelta sus extremidades se estiraran hasta chocar entre sí, en el proceso sus huesos se quebraran o en otro caso puede que sus brazos y piernas sean arrancados – lo explico con tal deleite al ver los rostros de terror de sus víctimas – bien creo que tú serás el primero –

- NO POR FAVOR SE LO SUPLICO YO NO HICE NADA – su cuerpo temblaba

- Que no hiciste nada, VIOLASTE A MI REINA DESGIADO – le dio dos patadas en sus testículos – amárrenlo... AHORA –

El hombre fue levantado, forcejeaba con todas sus fuerzas para poder librarse, pero todo fue en vano, fue atado de pies y manos, su cuerpo quedo de forma curveada, cada persona fue testigo de la tortura del hombre, Freen con sus manos daba vuelta a la rueda, apretando más la soga con la que estaba atado aquella persona, sus gritos eran de dolor puro, sentía como la carne de los músculos de sus brazos se iban desgarrando, los que fueron cómplices del secuestro cerraron sus ojos para no ver tal tortura. Los gritos de ayuda no se hicieron esperar, eran gritos que a cualquiera le helaría la sangre, pero para Freen era música para sus oídos.

Yo soy InocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora