Capítulo 2: Caos en la Costa Parte 1: Desembarcando el Caos

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La playa de Avelis, que horas antes era un lugar de recreo y tranquilidad, ahora se había convertido en un infierno. Los meteoritos que habían caído cerca de la costa no eran simples rocas espaciales. Desde el agua emergieron hordas de alienígenas mecánicos, avanzando con una precisión y determinación aterradoras.

Lucas, ahora totalmente sumergido en su papel de sargento, lideraba a su pelotón mientras intentaban contener el avance implacable del enemigo. Los soldados de la Guardia Nacional, inicialmente desplegados para evacuar a los civiles, se encontraron en la primera línea de defensa. Sin embargo, su equipamiento y entrenamiento no estaban diseñados para enfrentar una invasión deesta magnitud.

—¡Todos a cubierto! —gritaba mientras un proyectil alienígena impactaba cerca, levantando una nube de arena y escombros. Los soldados se dispersaron, tomando posiciones detrás de cualquier cobertura disponible: vehículos abandonados, muros de concreto y estructuras temporales

El sonido del combate era ensordecedor. Explosiones, disparos de energía y los gritos de pánico de los civiles creaban una cacofonía constante. A pesar de la presión, el Sargento mantenía la calma, emitiendo órdenes claras y precisas a sus hombres.

—Martínez, cubre nuestro flanco izquierdo. Rodríguez, mantén la línea y no dejes que se acerquen más. ¡Necesitamos tiempo para que la Coalición se organice! —ordenaba mientras evaluaba la situación.

El avance alienígena era implacable. Los invasores no tenían vehículos acorazados ni apoyo aéreo, pero sus números y superioridad tecnológica los hacían formidables. Sus armas de energía atravesaban las defensas improvisadas con facilidad, obligando a los soldados humanos a retrocederconstantemente.

La ciudad de Avelis entraba en pánico. Los civiles corrían en todas direcciones, buscando desesperadamente escapar del caos. La Guardia Nacional, aunque valiente, estaba siendo superada. Las primeras líneas defensivas en la playa colapsaron, y los invasores comenzaron a avanzar hacia las calles adyacentes.

—Necesitamos apoyo aéreo y refuerzos de inmediato —dijo Lucas por la radio, dirigiéndose al comando de la Coalición. La respuesta fue un recordatorio de la gravedad de la situación: todas las unidades disponibles estaban siendo desplegadas, pero la magnitud del ataque estaba poniendo a prueba incluso al ejército más poderoso del planeta.

Las fuerzas de la Coalición comenzaron a llegar, pero la situación seguía siendo desesperada. Las calles de Avelis se transformaron en campos de batalla improvisados. Los soldados intentaban establecer líneas defensivas, pero el avance enemigo no se detenía. Los civiles atrapados en medio del combate complicaban aún más las operaciones militares.

Lucas y su pelotón se replegaron hacia una posición más defendible, intentando mantener al enemigo a raya. La coordinación con otras unidades de la Coalición era crucial, pero la comunicación era difícil en medio del caos.

—¡Sargento Ramírez, necesitamos refuerzos en el sector norte! ¡Estamos siendo abrumados! —la voz de un compañero resonó en la radio, desesperada y cargada de urgencia.

—Entendido, vamos en camino —respondió, sabiendo que cada segundo contaba. Con un gesto, señaló a su pelotón para que se movieran rápidamente hacia el sector solicitado. Mientras avanzaban, la escena a su alrededor era de destrucción total: edificios en llamas, vehículos destrozados y cuerpos de soldados y civiles por igual.

El cielo se oscureció momentáneamente cuando los aviones de la Coalición pasaron por encima, lanzando bombas sobre las áreas más comprometidas. El objetivo era claro: frenar el avance enemigo a toda costa, incluso si eso significaba destruir secciones enteras de la ciudad.

—¡Manténganse unidos! ¡No se dispersen! —gritaba mientras las explosiones sacudían el suelo. El ruido era ensordecedor, y la tierra temblaba bajo sus pies. 

A medida que avanzaban, las peticiones de ayuda por radio se volvían más desesperadas. Cada pelotón luchaba por su vida, intentando contener la marea implacable de alienígenas. La superioridad tecnológica de los invasores se hacía evidente: sus armas eran más precisas, sus movimientos más coordinados, y su resistencia, notable. 

El Sargento se encontró cara a cara con un grupo de alienígenas que habían avanzado más de lo esperado.Sus ojos fríos y mecánicos no mostraban compasión ni miedo, solo una determinación inexorable. Lucas disparó su rifle con precisión, derribando a uno tras otro, pero sabía que por cada uno que caía, otros dos parecían tomar su lugar.

—¡Cúbranse! —gritó mientras lanzaba una granada hacia el enemigo. La explosión fue devastadora, pero solo ganó unos segundos preciosos.

La situación en Avelis se estaba volviendo insostenible. Los civiles seguían atrapados en el fuego cruzado, y las defensas humanas se desmoronaban bajo la presión constante. Lucas y su pelotón, junto con el resto de las fuerzas de la Coalición, luchaban valientemente, pero la superioridad numérica y tecnológica del enemigo estaba dejando claro que la batalla por Avelis sería larga y sangrienta.

Lucas sabía que debían mantener la posición el mayor tiempo posible, ganar cada segundo para permitir la evacuación de los civiles y la llegada de más refuerzos. La lucha estaba lejos de tener un fin cercano, y el verdadero desafío apenas comenzaba. 


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