Parte 2: La Lucha Continúa

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Lucas y su equipo apenas tuvieron tiempo para descansar antes de que la Capitana Kyriakos les llamara a una nueva reunión estratégica. La situación era crítica, y cada segundo contaba.

—Necesitamos reforzar nuestras posiciones en las colinas —dijo Kyriakos, señalando varios puntosen un mapa extendido sobre una mesa improvisada—. Los alienígenas no tardarán en descubrir nuestra ubicación.

El equipo asintió, consciente de la gravedad de la situación. Lucas se acercó al mapa, estudiando lasposiciones marcadas. 

—Podemos usar los bosques a nuestro favor —sugirió—. Si colocamos emboscadas aquí y aquí, podríamos ralentizar su avance.

Kyriakos asintió, apreciando la iniciativa. —Buena idea. ¿Puedes coordinar esos esfuerzos?

—Sí, Capitana. Nos pondremos en marcha de inmediato.

El equipo se dispersó rápidamente, cada miembro sabiendo exactamente lo que debía hacer. Los bosques alrededor de las colinas proporcionaban una cobertura natural, y Lucas aprovechó cada ventaja que el terreno ofrecía. Colocaron trampas, minas y posiciones de francotiradores en lugares estratégicos, creando un laberinto mortal para cualquier fuerza invasora.

Martínez y Elena se encargaron de establecer puntos de vigilancia, mientras que Lucas coordinaba con otros pelotones de la resistencia para asegurar una defensa cohesionada. La tensión era palpable, pero la determinación de todos era inquebrantable.

—¿Crees que esto será suficiente para detenerlos? —preguntó Elena mientras ajustaba su visor nocturno.

—No lo creo —respondió Lucas—. Pero tenemos que intentarlo. Cada minuto que ganamos aquí es un minuto más que podemos usar para planificar nuestra próxima movida.

Mientras tanto, en el campamento principal, la Dra. Antoniou seguía trabajando incansablemente ensu improvisado laboratorio. Había logrado descifrar algunos patrones en las transmisiones alienígenas, pero seguía lejos de entender completamente su lenguaje o sus intenciones. 

—Sophia, ¿algún progreso? —preguntó Kyriakos, entrando en el laboratorio.

—Lo siento Kyriakos—respondió la Dra. Antoniou—. Se han adelantado y han cambiado el cifrado, hemos vuelto al principio.

—Maldita sea —dijo Kyriakos, tratando de mantener la compostura—. No se lo digas a nadie, los muchachos deben centrarse en su misión.

La noche llegó rápidamente, y con ella, la expectativa de un nuevo ataque alienígena. Lucas y su equipo estaban en posición, listos para lo que fuera.

—Mantengan los ojos abiertos y los oídos alerta —instruyó el Sargento—. No sabemos cuándo vendrán, pero tenemos que estar preparados. 

La espera era exasperante, cada crujido en el bosque parecía un presagio de la inminente batalla. Finalmente, en las primeras horas de la madrugada, las primeras señales de movimiento comenzaron a aparecer en las líneas enemigas.

—Aquí vienen —murmuró Martínez, ajustando su mira.

Los alienígenas avanzaban con una precisión implacable, sus siluetas metálicas moviéndose silenciosamente a través del bosque. La resistencia abrió fuego coordinado, y el silencio de la nochese rompió con el estruendo de los disparos y las explosiones.

Las trampas y emboscadas funcionaron inicialmente, ralentizando el avance alienígena. Sin embargo, la superioridad numérica y tecnológica del enemigo pronto comenzó a superar las defensas improvisadas de la resistencia.

—¡Retrocedan a la siguiente posición! —gritó Lucas, sabiendo que no podían mantener esa línea por mucho tiempo.

El equipo se movió con rapidez, retirándose ordenadamente a través del bosque mientras continuaban disparando para cubrir su retirada. Las bajas eran inevitables, y cada pérdida se sentía como un golpe directo al corazón.

En el campamento principal, Kyriakos monitoreaba la situación con creciente preocupación. Los informes de bajas y la presión constante del enemigo no dejaban mucho margen para el optimismo.

—¿Cuánto tiempo crees que pueden aguantar? —preguntó Sophia, viendo la preocupación en el rostro de Kyriakos.

—No lo sé —respondió Kyriakos, sinceramente—. Pero mientras haya un solo soldado en pie, seguiremos luchando.

La batalla se intensificó a medida que los alienígenas se acercaban a las colinas. Las defensas de la resistencia estaban al límite, y cada hombre y mujer luchaba con todo lo que tenía.

Lucas, cubierto de sudor y con las manos temblorosas por la adrenalina, se negó a rendirse. —¡No podemos dejarlos pasar! ¡Cada segundo cuenta!

El equipo continuó luchando, moviéndose de un punto defensivo a otro, siempre manteniendo la moral alta a pesar de las circunstancias desesperadas. Las comunicaciones eran intermitentes, pero la determinación de la resistencia se mantenía firme.

Finalmente, cuando el amanecer comenzó a iluminar el horizonte, la intensidad del ataque alienígena disminuyó. El equipo aprovechó la oportunidad para reorganizarse y reforzar sus posiciones.

—¿Cómo estamos? —preguntó respirando con dificultad.

—Hemos perdido a algunos, pero seguimos en pie —respondió Elena, su rostro serio pero decidido.

—Tenemos que seguir así. No podemos permitirnos flaquear ahora.

La resistencia había logrado ganar un tiempo precioso, pero la lucha estaba lejos de terminar. Con los alienígenas controlando la mayor parte de Avelis, el próximo movimiento sería crucial para la supervivencia de la resistencia.

De regreso en el campamento, Kyriakos reunió a sus oficiales para una nueva reunión estratégica. —Necesitamos preparar una contraofensiva. No podemos quedarnos a la defensiva para siempre.

Asintió consciente de la importancia de tomar la iniciativa. —Tenemos que encontrar una manera de golpearles donde más les duele. ¿Alguna idea de su punto débil?

Sophia, que había estado escuchando en silencio, intervino. —Todavía estoy trabajando en descifrarsu lenguaje, pero he notado algo interesante en sus nuevos patrones de comunicación. Podríamos usar esa información para planificar una operación más efectiva.

Kyriakos miró a Sophia con intensidad. —Hazlo, Sophia. Cualquier ventaja que podamos obtener podría ser decisiva.

La reunión se disolvió, y cada miembro de la resistencia se puso manos a la obra. La batalla por Avelis continuaba, y la determinación de la resistencia era más fuerte que nunca. 

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