Parte 2: Preparativos y Tensión

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En la base de la Coalición, el día transcurría con una tensa calma mientras el sol ascendía lentamente sobre Astoria. Lucas Ramírez ya se encontraba coordinando con sus hombres los preparativos rutinarios. Elrumor sobre los supuestos meteoritos que se dirigían hacia la costa había generado expectación entre el personal militar, pero aún no se sentía un sentido urgente de amenaza inminente entre los mandos intermedios y de bajo rango.

El Sargento ya era un veterano con varios despliegues en su historial, era conocido por su serenidad bajo presión. Movía a su equipo con eficiencia, asegurándose de que cada soldado estuviera listo para actuar en cualquier momento. Martínez, su suboficial de confianza, intercambiaba miradas con él devez en cuando, compartiendo la incertidumbre sobre la situación pero manteniendo la disciplina esperada de un veterano. 

En la sala de operaciones, los estrategas militares monitoreaban los informes entrantes con atención concentrada. Los meteorólogos y astrónomos aún debatían sobre la naturaleza exacta de los objetos en el radar, mientras las cámaras de televisión local transmitían imágenes en vivo de los puntos brillantes en el cielo que se acercaban lentamente. 

La base estaba viva con la actividad habitual: soldados ajustando equipos, verificando armamento y repasando procedimientos de emergencia. A pesar de la incertidumbre que rodeaba a los eventos, había un sentido de camaradería entre los hombres, una confianza mutua forjada en entrenamientos rigurosos y misiones anteriores.

La tensión era palpable pero controlada. Lucas notó cómo algunos soldados se mantenían cerca de las pantallas de televisión, absorbidos por la cobertura en vivo de los meteoritos. Los reporteros en la playa hablaban con civiles curiosos, todos esperando ver cómo se desarrollaría el evento.

Conforme avanzaba la mañana, el rumor y la especulación llenaban los pasillos. Algunos soldados comentaban sobre teorías conspirativas o relataban historias de avistamientos extraterrestres anteriores. Lucas sonrió ante la superstición y prefirió centrarse en la realidad tangible de su deber: proteger a su país y a su ciudad.

El reloj marcaba el tiempo con una lentitud exasperante. Cada minuto parecía un paso más cerca de lo desconocido. Las órdenes superiores eran claras: esperar y estar preparados para cualquier contingencia. No había pánico, solo una anticipación tensa mientras la mañana se deslizaba hacia la tarde.

El sol estaba en lo alto cuando finalmente llegó la primera confirmación oficial de que los objetos estaban comenzando a desviarse de su trayectoria original hacia la costa. Era el momento que todos habían estado esperando y temiendo a partes iguales.

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