Parte 2: Mantener la Línea

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Las calles de Avelis eran un caos absoluto. Mientras Lucas y su pelotón avanzaban hacia el sector norte, se encontraron con más resistencia de la esperada. Los alienígenas avanzaban en formacionesdisciplinadas, su paso mecánico resonando en el pavimento mientras se adentraban en la ciudad.

Lucas se detuvo un momento para evaluar la situación. El sonido de las explosiones y los disparos llenaba el aire. Los edificios cercanos estaban en ruinas, algunos envueltos en llamas. Los civiles que no habían logrado evacuar corrían en todas direcciones, buscando desesperadamente un lugar seguro.

—¡Mantengan la formación! ¡No dejen que nos separen! —ordenaba mientras continuaban su avance. Sabía que la cohesión de su unidad era crucial para sobrevivir en este entorno.

Martínez, siempre a su lado, disparaba con precisión, cubriendo a sus compañeros mientras se movían de una posición a otra. —Esto es un infierno, Sargento. Nunca había visto algo así —dijo, sin dejar de apretar el gatillo.

—Ninguno de nosotros lo ha hecho —respondía, también disparando—. Pero estamos aquí para luchar, y eso es lo que haremos.

Un proyectil alienígena explotó cerca, obligando a Lucas y su pelotón a cubrirse detrás de un vehículo volcado. La onda expansiva levantó una nube de polvo y escombros, dificultando la visión. 

—¿Todos bien? —gritó, haciendo un rápido recuento de sus hombres.

—Estamos bien, Sargento —respondió uno de los soldados—. Pero necesitamos una nueva posición. Aquí no duraremos mucho.

—De acuerdo. Vamos a movernos. Martínez, tú y Rodríguez cubran nuestra retaguardia. ¡El resto, síganme! 

Avanzaron rápidamente, aprovechando cada cobertura disponible. A medida que se acercaban al sector norte, las calles se volvían más estrechas, llenas de vehículos abandonados y barricadas improvisadas. El enemigo no les daba tregua, y cada esquina representaba un nuevo desafío.

El suboficial escuchó por la radio las voces de otros pelotones pidiendo ayuda. La situación era crítica en todas partes. La Coalición estaba haciendo todo lo posible por contener el avance alienígena, pero elenemigo parecía interminable.

—Aquí Delta Seis, necesitamos apoyo inmediato en el sector sur. Estamos siendo abrumados, ¡repito, estamos siendo abrumados! —la voz desesperada de un compañero resonó en la radio.

—Mantengan la posición, Delta Seis. Estamos enviando refuerzos —respondió el comando central. Pero Lucas sabía que esos refuerzos podrían no llegar a tiempo.

Mientras continuaban avanzando, se encontraron con un grupo de soldados de la Guardia Nacional, visiblemente agotados y desmoralizados.

—¡Sargento Ramírez! —uno de los soldados lo reconoció—. ¡Necesitamos ayuda! El enemigo está por todas partes. No podemos mantener esta posición por mucho más tiempo.

—Lo sé —dijo Lucas, mirando a los rostros cansados de los hombres—. Pero no podemos rendirnos. Tenemos que mantener esta línea el mayor tiempo posible. La ciudad depende de nosotros.

Los soldados de la Guardia Nacional asintieron, recuperando un poco de su valor al ver a la Coalición tomando el control de la situación. Lucas organizó rápidamente una nueva línea defensiva, posicionando a sus hombres estratégicamente.

—Martínez, lleva a tu equipo a esa esquina y asegúrate de que nada pase por ahí. Rodríguez, cubre nuestra izquierda. El resto, conmigo. Vamos a mostrarles a estos bastardos que no vamos a retroceder.

El combate continuó intensamente. Los alienígenas seguían avanzando, implacables. Sus armas de energía eran devastadoras, y su precisión letal. Cada disparo contaba, y Lucas lo sabía. Ordenaba a sus hombres con calma, manteniéndolos enfocados y motivados.

La llegada de los primeros refuerzos de la Coalición alivió un poco la presión, pero la batalla estabalejos de terminar. Los aviones de la Coalición continuaban sus bombardeos estratégicos, intentando frenar el avance enemigo. Las explosiones sacudían la tierra y enviaban columnas de humo y polvo al cielo.

—Sargento, tenemos informes de que el enemigo está avanzando por la avenida principal. Si no los detenemos, llegarán al centro de la ciudad en menos de una hora —informó uno de los operadores de radio.

Asintió, sabiendo que cada decisión era crucial. —Tenemos que mantener esta línea a toda costa. Si el enemigo llega al centro, será un desastre. ¡Todos en posición! ¡No dejen que pasen! 

La determinación de los hombres era evidente. Sabían lo que estaba en juego. Las vidas de sus familias, amigos y compatriotas dependían de su capacidad para contener al enemigo.

Las calles se convirtieron en campos de batalla improvisados. Las tropas de la Coalición utilizaban cada recurso a su disposición, desde armamento pesado hasta tácticas de guerrilla urbana. Los alienígenas, a pesar de su superioridad tecnológica, encontraban resistencia en cada esquina.

—¡Sargento, necesitamos apoyo en el flanco derecho! —gritó uno de los soldados mientras un grupo de alienígenas avanzaba con determinación.

—¡Voy para allá! —respondió Lucas, corriendo hacia la posición indicada. Sus movimientos eran precisos, y su experiencia se mostraba en cada acción.

Las balas y los rayos de energía llenaban el aire mientras la batalla alcanzaba un punto crítico. El Sargento luchaba con todas sus fuerzas, motivando a sus hombres y manteniendo la línea defensiva intacta. 

Finalmente, después de lo que parecieron horas, la intensidad del ataque comenzó a disminuir. Los refuerzos de la Coalición estaban logrando contener al enemigo, y las primeras líneas defensivas se estabilizaban. Pero sabía que esto era solo el principio. La batalla por Avelis estaba lejos de terminar, y el verdadero desafío apenas comenzaba.

El cansancio se hacía evidente en los rostros de los soldados, pero la determinación seguía intacta. Lucas miró a su alrededor, viendo a sus hombres, su familia de combate, y supo que mientras tuvieran aliento, seguirían luchando. 

—Buen trabajo, todos —dijo, tratando de infundir algo de esperanza—. Pero esto aún no ha terminado. Manténganse alerta y preparados para lo que venga. Hoy defendemos nuestra ciudad, y no vamos a dejar que estos bastardos la tomen.

A pesar de sus esfuerzos, ninguna línea defensiva lograba mantenerse intacta. Los refuerzos de la Coalición, aunque valientes, eran aniquilados en su mayoría. El enemigo avanzaba sin tregua, y cada paso atrás era una lucha desesperada por sobrevivir. La magnitud de la invasión se hacía más clara con cada momento que pasaba. La ciudad estaba en llamas y el caos reinaba, pero Lucas y sus hombres seguían peleando, determinados a resistir hasta el final.

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