Capítulo 9: Caída de Avelis Parte 1: El Desmoronamiento de Avelis

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A medida que el sol se alzaba sobre Avelis, la ciudad estaba irreconocible. Las calles estaban llenas de escombros, y los edificios que una vez fueron símbolos de prosperidad ahora eran ruinas. La resistencia y la Coalición se preparaban para una de las batallas más duras de su campaña, conscientes de que el control alienígena sobre la ciudad había llegado a un punto crítico.

Lucas y su equipo estaban en la base de operaciones, revisando los mapas y estrategias. La situaciónera desesperada, con los alienígenas controlando el 80% de la ciudad. El objetivo ahora era retrasar su avance el tiempo suficiente para evacuar a los últimos civiles y reorganizar una línea defensiva en las colinas cercanas.

—Tenemos informes de movimientos masivos de tropas alienígenas hacia el centro de la ciudad —informó Kyriakos, señalando varios puntos en el mapa—. Nos estamos quedando sin tiempo.

—Necesitamos mantener nuestras posiciones el mayor tiempo posible —respondió—. Cada minuto que ganamos es crucial para la evacuación.

La Capitana Kyriakos asintió. —Bien, Sargento. Tú y tu equipo liderarán la defensa en este sector —indicó en el mapa una serie de calles y edificios aún bajo control aparente de la resistencia—. No podemos permitir que avancen más. 

El equipo se preparó rápidamente, recogiendo armas, municiones y suministros. La atmósfera en el campamento estaba cargada de tensión, pero también de una determinación feroz. Sabían que esta podría ser su última batalla en Avelis.

Martínez, siempre optimista, trató de levantar los ánimos. —Vamos chicos, hemos pasado por cosaspeores. Solo tenemos que mantenernos unidos.

Elena revisó su equipo y miró a su compañero. —Estamos listos, sargento. Haremos lo que sea necesario. 

La primera oleada alienígena no tardó en llegar. Las tropas avanzaban implacablemente, sus siluetasmetálicas destacándose entre el humo y las llamas de la ciudad en ruinas. La resistencia respondió con todo lo que tenía, desde francotiradores en los tejados hasta barricadas improvisadas en las calles.

Lucas coordinaba los movimientos de su equipo con precisión, moviéndose de una posición a otra para asegurar que cada sector estuviera cubierto. La batalla era intensa, con explosiones y disparos resonando por doquier.

—¡Mantengan la línea! —gritó mientras disparaba a un grupo de alienígenas que avanzaban por una calle lateral—. ¡No podemos permitir que rompan nuestra defensa! 

La resistencia se mantenía firme, pero la presión era constante. Cada metro ganado por los alienígenas era un golpe a la moral de los defensores. A pesar de sus esfuerzos, la línea defensiva comenzaba a ceder bajo la superioridad numérica y tecnológica del enemigo.

En medio del caos, la radio del operador saltó con un mensaje urgente. —Sargento Lucas, aquí Capitana Kyriakos. Estamos recibiendo informes de que los alienígenas están utilizando una nueva táctica. Están desplegando dispositivos de perturbación que interfieren con nuestras comunicacionesy sistemas de defensa.

—Entendido, Capitana —respondió—. Haremos lo posible para neutralizar esos dispositivos. 

El Suboficial reunió a su equipo y explicó la situación. —Tenemos que localizar y destruir esos dispositivos de perturbación. Si no lo hacemos, nuestras defensas colapsarán por completo.

El equipo se dividió en grupos más pequeños, cada uno encargado de un sector específico. La búsqueda de los dispositivos de perturbación era peligrosa, pero necesaria. Avanzaban cautelosamente, usando cada cobertura disponible para evitar ser detectados.

Después de varios enfrentamientos, Elena logró localizar uno de los dispositivos. —Aquí está, Lucas. Necesitamos cargarlo de explosivos.

—Buen trabajo, Elena —dijo Lucas—. Cubran al ingeniero mientras lo coloca.

El equipo formó un perímetro defensivo mientras se colocaba los explosivos alrededor del dispositivo. El tiempo era esencial, y cada segundo contaba. 

—¡Listo! —gritó el ingeniero—. ¡Retírense! 

El equipo se movió rápidamente, alejándose lo suficiente antes de que el dispositivo explotara con una fuerza que sacudió los edificios cercanos.

—Uno menos —dijo Martínez, sonriendo con satisfacción—. Sigamos así.

La destrucción de los dispositivos de perturbación fue un pequeño alivio en medio de la batalla. Sin embargo, los alienígenas continuaban avanzando, implacables en su ataque.

En el centro de operaciones, la Capitana Kyriakos observaba la situación con preocupación. Sabía que la resistencia no podría sostener la defensa por mucho más tiempo. Tenía que tomar una decisión difícil.

—Lucas, aquí Kyriakos. La evacuación está casi completa, pero necesitamos más tiempo. Puedes aguantar?

Miró a su equipo, agotado pero determinado. —Haremos lo que podamos, Capitana. Pero no podemos garantizar nada.

Kyriakos asintió, aunque Lucas no podía verla. —Entiendo. Buena suerte, soldado. 

La batalla continuó con una intensidad feroz. El Suboficial y su equipo seguían moviéndose, defendiendo cada calle y edificio con todo lo que tenían. Sabían que cada minuto ganado era crucial para la evacuación de los civiles.

Finalmente, la orden de retirada llegó. La resistencia debía replegarse a las colinas cercanas, estableciendo una nueva línea defensiva. El equipo se retiró lentamente, cubriéndose mutuamente mientras retrocedían.

Llegaron a la nueva posición justo antes del amanecer, exhaustos pero aliviados de haber sobrevivido. La batalla por Avelis no había terminado, pero la resistencia había logrado ganar un tiempo valioso.

El Sargento se reunió con Kyriakos en la nueva base. —¿Cuál es el siguiente paso, Capitana? 

Kyriakos miró a Lucas con determinación. —Nos reorganizamos, reforzamos nuestras defensas y planeamos nuestro próximo movimiento. No podemos permitirnos rendirnos ahora.


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