Parte 4: El Inicio del Caos Total

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El aire estaba cargado de humo y el sonido constante de disparos y explosiones. Las calles de Avelis, que una vez habían sido vibrantes y llenas de vida, ahora eran un campo de batalla destrozado. Los edificios en ruinas y los vehículos destrozados se convirtieron en barricadas improvisadas para las fuerzas de la Coalición.

El pelotón habían logrado establecer una línea defensiva temporal en una calle adyacente a la playa. A pesar de sus mejores esfuerzos, la presión del enemigo era implacable. Cada vez que lograban frenar el avance alienígena, otro grupo surgía, renovado y con más fuerza.

—¡Sargento, no podemos mantener esta posición por mucho tiempo! —gritó Rodríguez mientras disparaba contra los invasores que se acercaban.

—¡Lo sé! —respondió, agachado detrás de un vehículo destrozado—. ¡Sigan disparando! ¡No podemos permitir que avancen más!

La situación era desesperada. Los alienígenas avanzaban en masa, superando cualquier intento de contención. Las municiones comenzaban a escasear y los hombres estaban agotados, pero no había tiempo para descansar. La ciudad dependía de ellos. 

Desde el comando central, las órdenes seguían siendo las mismas: resistir y ganar tiempo. Sin embargo, la realidad en el terreno era diferente. Los informes de otras unidades llegaban por la radio, cada vez más desesperados.

—¡Bravo Uno a Comando, estamos siendo aniquilados! ¡Necesitamos evacuación inmediata! —la voz angustiada de un Sargento resonó en el canal de comunicación.

—Bravo Uno, mantengan su posición. Estamos intentando enviar refuerzos —respondió el operadordel comando central, aunque todos sabían que esos refuerzos podrían no llegar a tiempo.

Lucas observaba cómo los alienígenas avanzaban sin detenerse. Sus armas de energía desintegraban cualquier cosa a su paso, dejando a los soldados sin tiempo para reaccionar. Las bajas se acumulaban y la moral empezaba a decaer. 

—¡Sargento Ramírez! —gritó Martínez—. ¡Tenemos que replegarnos! ¡No aguantaremos aquí mucho más!

Asintió, sabiendo que era la verdad. Su misión principal era ganar tiempo, y cada minuto que resistían era un minuto más para que los civiles pudieran evacuar y las fuerzas de la Coalición se reorganizaran. Pero mantener la posición era cada vez más imposible 

—¡Todos, a la siguiente calle! ¡Retrocedan ahora! —ordenó, su voz firme a pesar del caos que los rodeaba. 

El pelotón se movió rápidamente, retirándose por las calles llenas de escombros y vehículos abandonados. A medida que se replegaban, notó cómo el enemigo avanzaba cada vez mas rápido y sin piedad, destruyendo cualquier cosa a su paso.

Mientras avanzaban por una calle estrecha, una explosión sacudió el suelo, lanzando a varios soldados al aire. Lucas se levantó, aturdido por la explosión, y ayudó a Martínez a ponerse de pie.

—¡Están usando explosivos para despejar el camino! —gritó Rodríguez, mientras intentaba reorganizar a los hombres

Lucas sabía que no podían seguir así por mucho tiempo. La retirada constante estaba desgastando a sus hombres, y cada nueva posición defensiva se volvía más precaria. Decidió que debían encontrar una forma de frenar al enemigo, aunque solo fuera por unos minutos.

—¡Vamos a usar los edificios como cobertura! —ordenó—. ¡Divídanse en grupos y tomen posiciones dentro de los edificios! ¡Usen cualquier cosa que puedan encontrar para fortificarse! 

Los soldados se dispersaron, entrando en los edificios y preparando sus defensas. Lucas y Martínez tomaron posición en un edificio de dos plantas, usando las ventanas para disparar contra los alienígenas que se acercaban.

El enemigo avanzaba implacablemente, pero la nueva estrategia les dio un respiro momentáneo. Desde sus posiciones elevadas, los soldados podían disparar con mayor precisión, frenando ligeramente el avance.

—¡Sargento, más alienígenas acercándose desde el flanco derecho! —advirtió Martínez, disparandosu rifle contra el enemigo.

El Sargento giró, disparando contra los invasores que intentaban rodear su posición. Sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que los alienígenas encontraran una forma de superarlos, pero cada segundo contaba. 

El caos en la ciudad era palpable. Por las radios, las voces de otros comandantes y soldados pedían ayuda desesperadamente. La Coalición estaba haciendo todo lo posible por resistir, pero el enemigo era implacable.

—¡Aquí Echo Cuatro! ¡Estamos siendo superados! ¡Necesitamos evacuación inmediata! —la voz angustiada de un Cabo resonó en el canal de comunicación

—Echo Cuatro, mantengan su posición. Estamos intentando enviar refuerzos —respondió el operador del comando central.

Lucas sabía que las cosas estaban empeorando, el equipo Echo estaba dentro de la zona asignada de su unidad. A pesar de sus esfuerzos, los alienígenas seguían avanzando, y cada vez más sectores de la ciudad caían bajo su control. 

Mientras luchaban, el sonido de aeronaves sobrevolando la ciudad resonó en el aire. Los bombarderos de la Coalición habían llegado, lanzando ataques aéreos para intentar frenar el avance enemigo. Las explosiones sacudían el suelo, destruyendo edificios enteros y creando una cortina de escombros.

—¡Eso debería detenerlos por un momento! —dijo Rodríguez, observando las explosiones desde su posición.

—No será suficiente —respondió, recargando su arma—. Pero nos da un poco más de tiempo. 

El bombardeo aéreo proporcionó un respiro temporal, pero no detuvo por completo a los alienígenas. Los invasores seguían avanzando, usando los escombros como cobertura. Sabía que era una batalla perdida, pero no podía permitirse rendirse.

—¡Sargento, tenemos que movernos de nuevo! —gritó Martínez, disparando contra un grupo de alienígenas que se acercaban.

—¡Todos, a la siguiente posición! ¡Retrocedan ahora! —ordenó el Suboficial.

El pelotón se movió rápidamente, corriendo por las calles llenas de escombros y vehículos abandonados. A medida que avanzaban, Lucas seguía observando cómo el enemigo seguía implacablemente, destruyendo cualquier cosa a su paso, como si de algo en ellos buscara.

Llegaron a otra calle, donde establecieron una nueva línea defensiva. Sabía que no podían mantener esta posición por mucho tiempo, pero cada segundo contaba.

—¡Mantengan la línea! —gritó, disparando contra los alienígenas que se acercaban—. ¡No retrocedan!

A pesar de sus esfuerzos, ninguna línea defensiva lograba mantenerse intacta. Los refuerzos de la Coalición, aunque valientes, seguían siendo aniquilados en su mayoría. El enemigo avanzaba sin tregua, y cada paso atrás era una lucha desesperada por sobrevivir.

El caos reinaba en las calles de Avelis. Los civiles intentaban huir, pero muchos quedaban atrapadosen medio del combate. Las tropas de la Coalición hacían todo lo posible por protegerlos, pero la magnitud de la invasión era abrumadora.

Mientras la batalla continuaba, Lucas recibió una orden urgente por la radio. El comando central había decidido evacuar a las tropas restantes y reagruparse en una posición más segura. 

—¡Sargento Ramírez, evacuen a sus hombres y cada hombre que encuentre por el camino y diríjanse al punto de extracción designado! —ordenó un Operador de Radio del FOB

Lucas sabía que la retirada era la única opción viable. No podían seguir luchando en esas condiciones, y cada segundo perdido podría significar más bajas.

—¡Todos, repliéguense al punto de extracción! ¡Vamos a evacuar! —ordenó. 

El pelotón se movió rápidamente, avanzando por las calles en dirección al punto de extracción. El caos y la destrucción eran evidentes en cada esquina, pero no había tiempo para lamentarse.

Finalmente, llegaron al punto de extracción, donde varias aeronaves de la Coalición esperaban para evacuar a los soldados. Lo que quedaba del pelotón abordó rápidamente, sintiendo una mezcla de alivioy desesperación.

Mientras las aeronaves despegaban, Lucas observó por la ventana cómo la ciudad de Avelis ardía bajo el ataque implacable de los alienígenas. Sabía que la batalla estaba lejos de terminar, pero en ese momento, la prioridad era sobrevivir y reagruparse.

El sonido de las aeronaves y las explosiones se desvaneció lentamente mientras se alejaban de la ciudad. Cerró los ojos por un momento, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros y el propio agotamiento físico y mental lo durmió. La lucha continuaría, pero por ahora, habían ganado un respiro.

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