Parte 3: La Emboscada

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El amanecer bañaba las calles residenciales de la Avelis con una luz dorada y tenue, mientras el convoy continuaba su difícil travesía. Los civiles, aunque visiblemente exhaustos, encontraban consuelo en la presenciade los soldados que los escoltaban. Lucas, sin embargo, no dejaba de vigilar cada esquina, cada ventana rota, consciente de que la calma era frágil y temporal.

—Lucas, he recibido información de la Capitana Kyriakos. Nos advierten de posibles emboscadas en las rutas principales. Recomiendan desviar por las calles laterales —informó O'Connor, su rostro serio.

—Entendido. Avisa a todos los conductores. Mantendremos la ruta secundaria y aumentaremos la vigilancia —respondió ajustando su casco y tomando un trago de agua para mantenerse alerta.

El convoy se desvió hacia un laberinto de calles estrechas, avanzando con precaución. El silencio era casi palpable, roto solo por el ronroneo de los motores y el ocasional murmullo de los civiles. De repente, un ruido sordo resonó en la distancia, seguido por una serie de explosiones.

—¡Alto! ¡Formen una línea defensiva! —gritó mientras los soldados se desplegaban rápidamente, tomando posiciones detrás de vehículos y escombros.

Los alienígenas atacaron con una precisión letal, emergiendo de las sombras y disparando sus armasavanzadas. Las balas y los rayos de energía cruzaron el aire, iluminando el campo de batalla con destellos mortales. Los soldados de la resistencia respondieron con todo lo que tenían, pero la situación se tornaba desesperada.

—¡Necesitamos apoyo aéreo! ¡Ahora! —gritó Vasquez, mientras disparaba su rifle desde una esquina.

Lucas intentó contactar con el comando, pero las interferencias dificultaban la comunicación. —Aquí Ramírez, necesitamos apoyo aéreo en coordenadas 37.95, -122.34. ¡Estamos bajo ataque pesado!

Finalmente, la voz del Teniente Marcus Jensen resonó a través del comunicador. —Recibido, Ramírez. Estamos en camino. Mantengan la posición.

La batalla continuó con una ferocidad implacable. Los alienígenas, aunque sin vehículos acorazados, avanzaban en oleadas, aprovechando su tecnología superior y su capacidad de coordinación. Los soldados de la resistencia luchaban valientemente, pero cada minuto que pasaba parecía acercarlos más a la derrota.

—¡Lucas, estamos perdiendo terreno! —gritó O'Connor, mientras recargaba su arma.

—¡Mantengan la línea! ¡No podemos dejar que nos rodeen! —ordenó con sus ojos fijos en el horizonte, esperando ver los aviones de la Coalición. 

Finalmente, el sonido de los motores aéreos rompió el aire. Los aviones de la Coalición llegaron, lanzando una lluvia de fuego sobre las posiciones alienígenas. Las explosiones sacudieron el suelo, y los alienígenas comenzaron a retroceder, desorganizados y desorientados.

—¡Ahora es nuestra oportunidad! ¡Todos al convoy! ¡Rápido! —ordenó aprovechando el caos para reanudar la marcha.

El convoy se movió con una rapidez asombrosa, los vehículos acelerando a través de las calles mientras las explosiones continuaban resonando a su alrededor. La emboscada había sido feroz, pero gracias a la intervención aérea, habían logrado escapar. Sin embargo, las bajas eran significativas, y el rostro del Sargento reflejaba la gravedad de la situación.

—O'Connor, ¿estado de las tropas? —preguntó mientras mantenía la vista desde el puesto de copiloto en la carretera.

—Hemos perdido a algunos buenos hombres Lucas. Pero la mayoría aún está con nosotros. Los civiles están asustados, pero ilesos —respondió O'Connor

Asintió sintiendo el peso de cada pérdida. —Hicimos lo que pudimos. Ahora, tenemos que seguir adelante. No podemos permitir que sus sacrificios sean en vano.

El convoy continuó su avance, alejándose del epicentro de la ciudad. Las calles se hacían más estrechas y los edificios más dispersos, señal de que se acercaban a las afueras de Avelis. Sin embargo, la sensación de peligro constante no disminuía.

Finalmente, alcanzaron un puente clave que cruzaba uno de los ríos principales de la ciudad. Era un paso crítico, y Lucas sabía que los alienígenas probablemente lo habrían identificado como tal. Y estarían esperando cualquier movimiento.

—Manténganse alertas. Este puente es nuestra única salida directa. Si nos emboscan aquí, podríamos estar atrapados —advirtió a través del comunicador. 

Los vehículos comenzaron a cruzar el puente uno a uno, los soldados vigilando cada ángulo posible.La tensión era palpable, cada segundo parecía estirarse interminablemente. Y entonces, justo cuando el último vehículo estaba a punto de cruzar, estalló el caos.

Desde ambos extremos del puente, los alienígenas surgieron, disparando con una furia renovada. Los vehículos fueron alcanzados, y las explosiones iluminaron la estructura del puente.

—¡Defender el puente! ¡No dejen que lo destruyan! —gritó mientras él y sus hombres tomaban posiciones defensivas.

La batalla en el puente fue feroz. El primer camión con civiles fue acribillado de lado a lado, todo lo que quedaba en la parte trasera ya no tenía nombre. Los soldados de la resistencia lucharon con desesperación, sabiendo que no había otra ruta de escape. Lucas se movía entre sus hombres, coordinando el fuego y asegurándose de que cada bala contara.

—¡Jensen, necesitamos más apoyo aéreo! ¡No podemos mantener esta posición por mucho tiempo! —dijo a través del comunicador, su voz urgente.

—Recibido, Ramírez. Refuerzos en camino. Aguanten un poco más —respondió Jensen.

Las tropas alienígenas avanzaban sin piedad, sus armas causando estragos entre las filas de la resistencia. A pesar de la valentía y la determinación de los soldados, la situación parecía cada vez más desesperada. Sin embargo, justo cuando la línea estaba a punto de romperse, los aviones de la Coalición volvieron a aparecer, lanzando una lluvia de misiles sobre las posiciones enemigas.

Las explosiones sacudieron el puente, y los alienígenas comenzaron a retroceder. Los soldados aprovecharon el momento para replegarse, cruzando el puente y alcanzando la relativa seguridad delotro lado.

—¡Todos a bordo! ¡Rápido! —ordenó ayudando a los últimos soldados a subir a los vehículos.

El convoy se movió una vez más, dejando atrás el puente en ruinas. La emboscada había sido devastadora, pero habían logrado escapar, al menos por ahora.

—Buen trabajo, todos. Hemos pasado lo peor, pero no podemos bajar la guardia. Mantenemos la marcha hasta el punto de reunión —dijo tratando de mantener el ánimo de sus hombres aun sabiendo que posiblemente era el único que había visto el interior del primer camión de civiles.

A medida que avanzaban por las calles desiertas de las afueras de Avelis, la gravedad de la situaciónse hacía cada vez más evidente. La resistencia había sufrido grandes pérdidas, y la lucha estaba lejos de terminar. Sin embargo, con líderes como Lucas y Kyriakos, y la valentía de cada soldado, había esperanza de que pudieran resistir y luchar otro día.

La noche comenzaba a caer cuando finalmente alcanzaron un área relativamente segura. Los civiles fueron llevados a refugios improvisados, y los soldados se prepararon para una noche de vigilia y planificación.

Exhausto pero decidido, reunió a su equipo para evaluar la situación. —Hemos logrado salir de la ciudad, pero la lucha continúa. Necesitamos reorganizarnos y prepararnos para el próximo enfrentamiento. Descansen lo que puedan, mañana será otro día de batalla.

Sus hombres asintieron, agradecidos por su liderazgo y por la oportunidad de tomar un respiro. Mientras se acomodaban para la noche, las palabras del Suboficial resonaban en sus mentes: la lucha por la supervivencia apenas había comenzado, y cada uno de ellos jugaría un papel crucial en los días por venir.





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