Parte 3: Alerta Máxima

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El rumor de que los objetos se desviaban de su curso original hacia la costa se propagó rápidamente por la base de la Coalición. Lucas y su equipo recibieron la orden de prepararse para un posible despliegue inminente. La tensión en el ambiente era palpable; los rostros de los soldados reflejaban la seriedad del momento.

En la sala de operaciones, los estrategas militares discutían rápidamente los nuevos datos que llegaban. Los meteoritos, ahora claramente identificados como algo más que simples rocas espaciales, representaban una amenaza potencial. Las especulaciones sobre su origen y propósito se entrelazaban con la urgencia de preparar una respuesta efectiva.

Mientras se ajustaba el cinturón de su equipo táctico, repasando mentalmente cada paso del procedimiento, Martínez le dio una palmada en el hombro, un gesto de apoyo silencioso pero reconfortante entre dos hombres que habían compartido muchas situaciones peligrosas. 

La base bullía de actividad frenética mientras los soldados terminaban de preparar sus equipos y recibían las últimas actualizaciones de inteligencia. Las noticias en la televisión local mostraban a los reporteros en la playa, donde la curiosidad de los civiles se mezclaba con la preocupación creciente.

El sol del mediodía brillaba sobre Astoria, un contraste con la tensión que se sentía en el aire. Las órdenes finales de despliegue fueron emitidas después de una evaluación exhaustiva de la amenaza. Lucas y su equipo se movieron con precisión militar hacia los vehículos de transporte, listos para enfrentar lo que viniera.

Los minutos se alargaron mientras se dirigían hacia el área de despliegue designada. El traqueteo delos motores y el murmullo de las comunicaciones por radio llenaban el espacio entre los pensamientos de cada soldado. La adrenalina corría por sus venas, mezclada con una determinación tranquila pero firme.

Desde la ventanilla del vehículo, observaba cómo las calles de Astoria pasaban rápidamente. La ciudad, usualmente vibrante con la actividad diaria, ahora estaba bajo la sombra de lo desconocido. Los civiles miraban con asombro desde las aceras mientras los vehículos militares avanzaban hacia la playa.

A medida que se acercaban al punto de despliegue, la visión de los objetos alienígenas en la playa se hizo más clara a través de las pantallas de los vehículos. Formaciones de figuras extrañas aparecerían lentamente sobre el agua y sin mediar comunicación alguna abrieron fuego indiscriminado contra todo lo que se les ponía por delante, ahora una oleada de fuego y láseres atravesaban las playas, una imagen surrealista que rompía con la tranquilidad de la costa. 

El corazón de Lucas latía con fuerza mientras se preparaba mentalmente para lo que tenía por delante. A su lado, Martínez ajustaba el equipo con la misma concentración serena que siempre lo caracterizaba. Juntos, enfrentarían el desafío desconocido que se extendía ante ellos.

El vehículo se detuvo junto a otros de la Coalición, y los soldados descendieron con rapidez y eficiencia. Las órdenes eran claras: asegurar la zona, evaluar la amenaza y actuar en consecuencia. El suboficial respiró hondo, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros mientras avanzaba hacia el punto caliente en la playa.

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