25. Forma parte de mí

608 67 23
                                    

Cuando miro hacia mi izquierda, compruebo lo que ya sabía; la cama está vacía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando miro hacia mi izquierda, compruebo lo que ya sabía; la cama está vacía.

Deslizo la palma por encima y acaricio las sábanas de lino. Están frías, como si nunca nadie hubiera dormido aquí, o como si hiciera horas que se ha ido. A primera vista parecen intactas, pero si te fijas más, puedes apreciar algunas arrugas que me hacen dudar de si ha dormido junto a mí o no ha regresado en toda la noche.

Me levanto a duras penas y abro las cortinas para que entre la luz del sol. Apenas son las nueve de la mañana, creo que nunca me he despertado a esta hora por voluntad propia, pero una parte de mí, deseaba abrir los ojos y observarlo tumbado a mi lado.

«Es mejor así.»

Eso es lo que me repito una y otra vez, hasta que consiga creerlo de verdad.

Reviso mis mensajes, tardo varios minutos en revisarlos todos, con los nervios en la boca del estómago, pero ninguno lleva su nombre. Respondo enseguida a Michi, le pongo al día de todo lo ocurrido en el día de ayer. Ojalá estuviera aquí. Esta situación sería mucho más sencilla si contara con su compañía.

Es hora de dejar de quejarme. No he venido de vacaciones. Tengo un propósito, y voy a hacer lo posible hasta conseguirlo.

Abro mi equipaje y me dispongo a colocarlo todo en el amplio vestidor, pero cuando abro las puertas, descubro que la hilera de dieciséis armarios, está repleto de ropa de hombre y de mujer. Me quedo paralizada, porque nada de esto es mío, pero sé con total certeza, que esa ropa es de él.

Acaricio las prendas con las puntas de los dedos y miro a mi alrededor antes de meter la cabeza entre las camisas e inundar su aroma tan característico. No hay duda de que son suyas. Pero entonces, ¿de quién son las de mujer? ¿Brina también vive aquí?

Me echo agua en la cara para despejarme y busco un pequeño rincón para meter la poca ropa que he traído. Al lado del resto de prendas, las mías parecen mucho más viejas y desgastadas de lo que son. Las separo todo lo que el espacio me permite para no ensuciar la ropa impoluta y nueva que ya había. Dejo de pensar en la evidente diferencia que hay. Él me eligió para este trabajo. No tengo que cambiar nada. Soy Winter Cook, y con eso, debería bastar.

En veinte minutos, estoy preparada para recorrer la casa hasta dar con la cocina y saciar el hambre feroz que me calienta la barriga. Ni siquiera sé si habrá comida, apenas llegamos ayer, no creo que haya ido a hacer la compra sólo para mí, pero entonces, cuando cruzo el pasillo y llego a las escaleras principales, me cruzo con una señora uniformada que me dice algo que no logro entender pero que supongo son los buenos días.

Vale. Anoche me trajeron la cena al dormitorio. Llevaba la misma ropa que ella. Eso quiere decir que... ¡LA HOSTIA! ¿Tiene servicio? Claro, ¿cómo no lo he pensado antes? Solo con ver el tamaño de esta casa, tendría que haber imaginado que no lo limpiaría él. Eso quiere decir que... ¡voy a desayunar!

Taste MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora