28. Si él va a actuar de esta manera, yo haré lo mismo

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Me he dormido

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Me he dormido.

Eso es lo primero en lo que pienso cuando abro los ojos y descubro que alguien me ha quitado las sandalias y me ha arropado bajo las sábanas. Una suave luz se cuela por la ventana. No recuerdo haber corrido las cortinas. Ni siquiera sé si conseguí ponerme el pijama tal y como me pidió antes de irse. Estaba exhausta, un poco ebria y bastante desorientada debido a su repentina cercanía.

No. Pude. Dormirme.

Me castigo mentalmente por no haberle esperado tal y como me pidió. ¿Durmió junto a mí? ¿Volvió a irse? ¿Sigue ahora en la cama?

Respiro hondo antes de estirar el brazo hacia el otro lado y comprobar que la cama está vacía. Otra vez.

No sé si reír o llorar. Quizás es una maldita señal para que frene, el destino me está diciendo que no era buena idea, me está recordando que es mi jefe, que esto no debería ser más que un simple trabajo, aunque a veces la línea que delimita con la realidad sea difusa.

¿Por qué es tan guapo? ¿Por qué cuanto más se aleja, más quiero que se acerque? ¿Por qué quiero que todo sea real?

POR QUÉ POR QUÉ POR QUÉ.

Salgo de la cama, asfixiada por mis propios pensamientos, me dirijo al armario y me centro en mi ropa, la de siempre, la que me hacen verme como una Cook y no una Russo. No pienso volver a ponerme nada de lo que él ha pagado. Por muy bonita y elegante que sea, aunque Michi haya hecho un trabajo increíble, no quiero olvidar quién soy y qué hago aquí.

Una mesa repleta de dulces de todo tipo, fruta perfectamente cortada, embutidos envueltos en forma de flores y una infinidad de bebidas, me esperan en la interminable mesa del comedor. Mis ojos recorren el desayuno perfectamente distribuido, esperando a ser devorado por alguien —espero ser yo—, hasta que me topo con unas manos enguantadas sujetando un enorme periódico abierto, ocultando a la persona que hay detrás.

—Ya era hora —brama de mal humor, su voz es tan rasgada como siempre, vacía, carente de sentimientos—. ¿Crees que mi tiempo no vale nada?

Me quedo paralizada, clavada en el último escalón, sin ser capaz de seguir caminando.

—Toda la puta mañana esperando.

A pesar del tono neutro de su voz, puedo ver cómo aprieta el papel con fuerza, como se frunce de más en ese punto en concreto. Retengo todo el aire en los pulmones. No está contento. Anoche me dormí, y hoy me he despertado tarde. Nunca he sido de madrugar, pero lo habría hecho si hubiera sabido que me estaría esperando. A mí.

Me atrevo a bajar el último pie y caminar lentamente hasta la mesa.

—Mira, esto no va a funcionar.

Todo mi cuerpo se paraliza. Me sostengo con fuerza en la barandilla.

—Lo, lo siento... —balbuceo en apenas un susurro— Yo...

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