11. En cuanto la ponga a salvo, averiguaré qué vida voy a destruir hoy

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Le prometí que no la llamaría, pero no estoy seguro de poder cumplir mi promesa

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Le prometí que no la llamaría, pero no estoy seguro de poder cumplir mi promesa.

Apenas he conseguido concentrarme en nada, he rechazado todas las llamadas porque ninguna era de ella. No sé qué estoy haciendo, pero esto se está saliendo de mi control.

Siempre que necesito desestresarme voy al Bad Decisions. Jamás he pagado para estar con una mujer, pero pagar por un espacio privado dónde mi único pensamiento es una mujer hermosa bailando para mí, siempre me ha ayudado a dejar de pensar. Nunca las he tocado, pero hoy no me reconozco.

Aprieto el volante con fuerza, el cuero de los guantes rechina cuanto más presión ejerzo. Continuo dentro del garaje. Devuelvo la mirada al móvil. No sé cuántas horas llevo aquí metido, esperando algo que no va a suceder. Nunca he seguido las normas, jamás he acatado una orden, y mucho menos he dejado de hacer lo que he querido, pero, sin embargo, sigo dentro del coche, decidiendo si esta vez va a ser diferente, si voy a respetar los deseos de una persona que no soy yo mismo.

Me estoy volviendo loco. No sé dónde está, qué está haciendo y con quién. Lo último que sé es que ha cogido un vuelo, que no está en Los Ángeles, y que ha salido del país sola. Mi informante ha dejado de pasarme información en ese instante. Ha sido un error por mi parte. ¿Contratar a un hombre para que la siga por la ciudad? Soy mucho más que eso. No sé cómo he podido caer en este error. Tengo que anular mi última orden. Va a seguirla por cada rincón del jodido mundo. Voy a saber dónde está Winter Cook en cualquier momento que lo desee.

Cojo el móvil con rabia. A mí nadie me dice que hacer. Si quiero llamarla lo hago. Siempre tengo lo que deseo, y ahora mismo, la deseo a ella.

Busco en la agenda el nombre con el que la he guardado. El móvil comienza a vibrar con otra llamada, no voy a responder a ninguna en todo el día hasta hablar con ella. El mundo puede arder, pero tendrá que esperar hasta que escuche su voz de nuevo. Voy a rechazar la llamada, cuando compruebo quien lo está haciendo.

—Winter —susurro su nombre en una bocanada apresurada, vuelvo a comprobar que es ella tras su silencio, jamás en mi vida me ha latido el corazón tan rápido—. Ni siquiera son las once y ya me estás llamando.

Finjo estar tranquilo, como si no llevase horas encerrado en el coche, decidiendo si llamarla o no, rompiéndome la cabeza para saber a dónde ha ido y por qué. Me gusta llamarla porque siempre es la que habla, llenando los vacíos, dejándome la única tarea de escuchar. Siempre he odiado a las personas que hablan sin parar, me siento mejor en los silencios, pero desde que respondió mi primera llamada, supe que eso iba a cambiar de inmediato.

Pero ahora no responde. No ha dicho ni una sola palabra, y eso activa cada una de mis alarmas. Apenas son las cinco de la tarde. Nunca hemos hablado a una hora diferente. Como una alarma. Siempre he sido yo quien la inicia. Nunca ella. Me dijo que no llamara. Pero, sin embargo, es ella la que lo está haciendo.

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