Me había llevado la tarde del miércoles, y todo el día del jueves tirada en la cama sin apenas un ápice de energía.
Había faltado a clase y le había mentido a Sofía diciéndole que había pillado una especie de virus estomacal. Mi amiga, escarmentada de mis mentiras, me había llamado por videollamada y había tenido que fingir unas cuantas náuseas.
La mala cara y las ojeras ya venían de fábrica.
Apenas había podido dormir los últimos días, constantemente diferentes pensamientos rondaban por mi cabeza.
De algún modo, y no sabía el porqué, no podía parar de pensar en mi infancia en Londres, y después en los primeros años en España.
No me había duchado en dos días, y había llamado a Cristina con un ataque de pánico que había acabado en una terapia telemática y un ultimátum sobre la charla pendiente que tenía con mi padre.
El viernes había desistido de ir a ninguna terapia colectiva. Ni siquiera me había molestado en bajar la persiana de mi habitación, por lo que las salidas y puestas de sol se reflejaban en mi cuarto como una película mientras me hacía entender lo mal que estaba la situación.
Lloraba hasta dormir. Si es que dormir durante dos horas seguidas se podía considerar un sueño reparador.El viernes por la noche decidí meterme en la ducha para intentar limpiar una culpa que cargaba en mi espalda y no sabía bien de dónde provenía.
Me había dejado el pelo mojado en una maraña y había vuelto a la cama. Aunque asustada de volver al inicio que me había llevado a mis terapias psicológicas, me prometí a mi misma levantarme de la cama al día siguiente.
Mi padre ni siquiera había notado mi situación. Demasiado ocupado para pasar más que la noche en casa. Entraba en mi cuarto de madrugada y me arropaba en un gesto cariñoso que no había perdido a lo largo de los años. Yo fingía que estaba dormida solo para no tener que enfrentar la situación.
Porque no sabía cómo ni porqué, pero lo sentía en lo más hondo de mi... como las garras de la oscuridad arañaban de nuevo por aquellas paredes bien altas que había construido, susurrándome porque volviera al pozo oscuro del que tanto me había costado intentar salir el último año.
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Déjame quererte.
Novela Juvenil¿Y si te dijeran que el chico que vas a conocer en terapia cambiará tu vida por completo? ¿Comenzarías la primera sesión a pesar del escepticismo? Alicia Turner es una chica golpeada por la vida, una que nunca ha conocido el sentimiento del amor y l...