Capítulo 25

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La luz del amanecer se filtraba por el gran ventanal de la habitación. Las sábanas blancas estaban enredadas entre Alex y yo. Los colores naranjas, rosáceos y amarillos se alcanzaban a ver desde la posición en la que estaba tumbada en la cama. El color verde de la copa de los árboles hacía contraste con el resto de colores. Las vistas eran preciosas, y no podía contemplarlas lo suficiente para mantenerlas atesoradas en mi mente. Había dormido como un oso en hibernación. Era cierto que dormías mejor después del sexo.

Seguía contemplando el horizonte cuando la mano de Alex comenzó a acariciar mi espalda dibujando el contorno de una estrella.

ー¿Desde cuándo tienes este tatuaje? ーpreguntó mientras seguía deslizando su dedo por los picos de tinta.

ーMe lo hice a los dieciséis ーrespondí cerrando los ojos mientras me deleitaba con sus caricias.

ー¿Tiene algún significado? ーpreguntó curioso sin detenerse.

ーMi madre solía decir que era su pequeña estrella ーmencioné revelando lo que había detrás de aquel dibujo fino de tinta negra no muy grande que se encontraba en la parte alta de mi espalda, justo en el lado derechoー. Que iluminaba sus días como las estrellas iluminan la noche.

ーQue bonito ーmurmuró dejando un pequeño beso en el tatuaje.

ーSupongo que cuando estaba sobria sin ataques de locura era una buena madre. ーMe encogí de hombros.

Luego me giré para ver a un Alex con el pelo alborotado y una sonrisa genuina.

Me dio un beso lento y dulce, que más tarde comenzó a convertirse en algo salvaje para terminar en sexo en la bañera. Me había conseguido zafar de su maratón de besos en la cama, escabulléndome hasta el baño para desprenderme de los restos de olor a sexo que quedaron de la noche anterior. No había cerrado la puerta, por lo que me había seguido hasta la bañera para terminar zambulléndose conmigo y terminar en algo salvaje.

Luego me había enjabonado el pelo como había hecho mi madre alguna vez cuando era pequeña. Todos los sentimientos que estaba experimentando en aquel viaje me causaban punzadas de dolor a la vez que de felicidad.

Me acerqué hasta el balcón, donde una cesta esperaba abajo para ser subida con el desayuno.

Comimos varias piezas de fruta junto a unas tostadas de aguacate y salmón que estaban de rechupete. Luego me volví a tumbar en la cama mientras observaba las vistas y cogía mi lápiz de carboncillo para terminar el dibujo de la cascada que habíamos visto el día anterior. Alex se encontraba a los pies de la cama inmerso en su libro.

Estaba concentrada trazando líneas en mi cuaderno, dando vida a la imagen nítida que se encontraba en mi cabeza, dando intensidad a las luces y a las sombras. De vez en cuando mi mirada se desviaba hacia el chico que se encontraba a mis pies, como si fuera una especie de imán que tiraba de mi cuerpo hacia él.

ー¿Quieres tener hijos? ーpreguntó en voz alta mientras cerraba el libro y lo dejaba descansar sobre su abdomen.

ーNo ーrespondí sin titubear. Sin siquiera pensar. Me había hecho esa pregunta a mí misma hacía mucho tiempo, y la respuesta siempre había sido la misma: no.

ー¿Por qué? ーsu pregunta no era acusatoria como muchas otras personas habían hecho tiempo atrás, sino más bien curiosa por conocer  mis argumentos. Como si de verdad le interesaran.

Llevaba toda la vida diciendo los mismos argumentos de porque no quería tener hijos, y a pesar de que lo tenía muy claro, la gente siempre terminaba diciendo lo mismo: «Eres muy joven todavía», «Ya cambiarás de idea con la edad». Como si ser mujer y no ser madre fueran cosas incompatibles. Como si el único propósito que tuviera en la vida fuera concebir hijos.

Déjame quererte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora