Capítulo 17

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ー¿Lo rechazaste? ーpreguntó mi amiga incrédula mientras abría los ojos de forma exagerada.

ーNo lo rechacé  ーrespondí un poco ahogadaー. Solo le dije que prefería ser su amiga.
   
ーGenial ーironizó mi amiga. Su cara estaba roja debido al ejercicioー. Lo llevaste directo a la friendzone, Alicia. ーMe sentí regañada por Sofía.
   
ーEs que estoy muy confusa, Sof ーme sinceré con ella.
   
Había tenido demasiados pensamientos y emociones desde que había rechazado a Alex el otro día.

Hacía ya unas cuantas semanas que me había dado cuenta que ya no lo veía como un simple amigo, pero algo dentro de mi se negaba a dejar que sucediera cualquier otra cosa más allá de una simple amistad.

ー¿Y por qué no intentarlo? ーpreguntó mi amiga haciendo un parón y agarrándose el abdomenー. Deja de ser tan gallina en el ámbito amoroso, Ali. Es peor no haberlo vivido nunca que haberlo vivido y fracasado.
   
Paré junto a Sofía un poco fatigada.

El viernes por la mañana me había llegado todo mi pedido de ropa deportiva y como después de terapia Alex había estado un poco raro y no habíamos ido a su casa como de costumbre. Me había puesto el conjunto negro Nike y había empezado a correr por mi urbanización. Aquel día no aguanté más de diez minutos, ya que hacía demasiados años que no intentaba correr.

En el colegio y durante los primeros años de instituto solía ser la primera de mi clase, era la única distracción que tenía de las niñas malas del cole. Me encantaba correr hasta soltar todas las emociones. Hasta que mis músculos fallaran y me faltara la respiración.

Dejé de correr casi al terminar la ESO, había comenzado a dejar de verle el sentido a correr sin llegar a nada. Y había estado pasando por periodos de apatía donde solo quería estar acostada en mi cama. Al final dejar de correr había sido más perjudicial que beneficioso, pues me sentía más triste sin esa vía de escape. Cristina me había recomendado unas diez veces volver a retomar el hábito, pero nunca me había sentido con las fuerzas suficientes.

En las últimas semanas me había sentido más feliz, así que una tarde hacía dos semanas decidí hacer un pedido con cintas para el pelo, ropa deportiva, unos deportes, calcetines y botellas de agua. Sofía a pesar de que no era una muy buena corredora se había ofrecido acompañarme a correr solo para poder enterarse del chisme completo. Hasta aquellos niveles podía llegar mi amiga por tal de enterarse de toda la historia completa; porque ahora iba a mi lado sudada, roja como un tomate y quejándose de que le faltaba la respiración. 

Habíamos quedado para ir a un parque cerca de su casa, ya que era un sitio que me encantaba.

Después de ir como dos bulldogs franceses ahogadas de camino a una cafetería. Nos sentamos y nos pedimos algo para merendar y reponer fuerzas. Volver a correr me hacía sentir una ilusión especial, aunque debía admitir que había perdido muchas facultades y debía tomármelo con calma o me terminaría lesionando o dejándolo de nuevo. Lo iba a tomar como un simple hobby, ya que lo que realmente amaba era el arte; pintar y dibujar. Pero necesitaba volver a aquel pasatiempo; me recordaba los pocos momentos buenos de mi infancia donde iba a carreras del colegio o instituto y en las cuales conseguía clasificarme siempre como las tres primeras. Lo que para mi ego competitivo había sido siempre fascinante.

Después de cinco minutos conseguí entrar en calor, las clases habían acabado más temprano aquella vez. Ya que el 17 de diciembre había sido mi último día. Había entregado varios trabajos que me habían tenido muy estresadas y le había preguntado a Alex por sus exámenes parciales, aunque me había respondido vagamente.

Estaba raro desde la conversación del último día y eso me tenía un tanto preocupada.
   
El rostro de mi amiga había tomado casi su color de piel habitual mientras se tomaba su café con leche. No había podido parar de reírme de ella por las condiciones en las que había llegado a la cafetería.

Déjame quererte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora