Capítulo 4

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Me dolía la mano de escribir las dos hojas y media sobre diferentes autores y cuestiones del barroco en el examen de historia del arte.

A decir verdad me gustaba mucho aquella asignatura, aprender sobre las diferentes técnicas, colores, pinturas, autores e incluso emociones que transmitían las diferentes épocas a lo largo de la historia a través del arte era algo que me fascinaba. Aunque no me gustaba mucho el barroco.

Prefería el renacimiento, era mi época favorita, me deleitaba de los colores de las obras y como se representaba la figura del ser humano.

Miguel Angel Buonarroti era mi artista favorito de entre todos los que había estudiado, tenía pensado hacer un viaje a Italia solo para poder contemplar sus mejores obras. El David y la creación de adán eran mis preferidas

Disfrutaba de la asignatura a pesar de que la cursaba sola debido a que Sofía había elegido el grado de artes escénicas. Quería dedicarse al mundo del teatro en un futuro, mientras yo prefería la pintura. También le apasionaba la música.

La voz de Sofía era una melodía dulce que lograba transportarte a cientos de lugares solo con escucharla, por lo que se estaba planteando ser actriz de musical.

Siempre le daban el papel protagonista en las obras que se producían para el instituto, y yo siempre había asistido en primera fila para darle todo mis ánimos.

Terminé de escribir mi último folio y con un deje de orgullo entregué el examen a la profesora Sara, la cual me ofreció una sonrisa de aprobación. Tenía una buena relación alumna profesora con Sara, casi siempre entregaba los trabajos voluntarios para subir de nota y ella siempre los halagaba orgullosa.

Me dirigí hacia los baños de la facultad y al lavarme las manos me quedé mirando mi reflejo en el espejo.

Esbocé una sonrisa ya que mi psicóloga me había dicho que sonreír a tu reflejo podía aumentar tu felicidad, ya que tu cerebro desarrolla una serie de hormonas o algo así. Pero todo lo que captaron mis ojos fue una mentira. Una sonrisa falsa.

Solté un suspiro y sequé mis manos en el pantalón vaquero, luego cepillé un poco mi pelo oscuro sin forma y salí de aquel cubículo.

ー¿Qué tal te ha ido el examen? ーpreguntó Sofía cuando me senté en la mesa de la cafetería.

ー¿Tú qué crees? Es una empollona ーrespondió Nico a su lado.

Lo cierto era que estudiar me ayudaba a mantener la mente ocupada y no pensar en mi mierda, así que cuando no me sentía demasiado apática como para estar todo el día en la cama, solía pasármelo estudiando, leyendo o dibujando en mi cuaderno. Por eso siempre sacaba las mejores notas de la clase.

ーCierto ーrespondí con un deje de orgulloー. Lo he bordado.

ー¿Vas a venir mañana al concierto? ーpreguntó mi amiga mientras devoraba su sándwich mixto.

ーNo es una petición, sino una obligación ーcomentó Nico mientras mojaba su patata frita en ketchupー. Prometiste que vendrías hace dos semanas.

Nico había montado una pequeña banda compuesta de una solista, un bajo eléctrico y  un batería, él era el bajista y a veces también acompañaba a Lara en los coros. Habían estado practicando durante dos meses y este era su primer concierto en un pequeño local en el centro de Madrid.

Hace dos semanas cuando me invitó a asistir a su primer "debut" como él lo había llamado, no pude hacer otra cosa que aceptar. Ahora me arrepentía un poco, mi intención no era pasarme el sábado noche en un bar que olía a humo y alcohol barato, pero suponía que en aquel momento no había cabida para rectificar.

Déjame quererte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora