Odiaba ver las cosas tiradas. Por eso pagaba a personas para que limpiasen su espacio. El mismo no tiraba nada, pero cuando tenía actividad con sus padres, prefería pagar a un equipo de limpieza.
—Eres tan desagradable, toda tirada ahí. Levántate. — le ordenó pateando las sábanas.
Nala lo miró como si él fuera el mismo diablo.
No pudo evitar sonreír.
Perfecto, la mujer lo odiaba, así era mejor. No le dolía nada lo que ella estuviera sufriendo o pasando.
—Eres un maldito idiota. — dijo ella con la mandíbula apretada y los ojos verdes centelleantes.
Mucho mejor. Sus ojos brillaban como una estrella.
Grenor frunció el ceño al pensar en ella de esa forma. No debía olvidar ni por un segundo que ella le había robado cinco años de su hijo. No tenía porque verla con buenos ojos nunca.
—¿Yo? No lo creo princesita. — dijo sarcástico. — La idiota eres tu, al pensar que podias manipularme y engañarme.
—¡Estás loco! ¡No he hecho nada! ¡Este jodido plan solo está en tu jodida cabeza! V—chillo ella hecha una furia. Se acercó a él con intención de pegarle pero Grenor agarró su mano y con un rápido movimiento la empujó sobre la cama y se colocó sobre ella.
Ella abrió los ojos de par en par y lanzó un grito sobresaltada.
—Nunca vuelvas a intentar pegarme. No eres nada contra mi.
—Suéltame, Grenor.. — susurró ella.
—No eres nada, ¿Me escuchaste? ¡Nunca podrás vencerme!
—¡Que me dejes ir te digo! — ella subió la pierna y casi le da en sus partes íntimas de no haber sido porque se movió rápido y la soltó.
—Bien, me gustan así de violentas. Tu final será aún peor...
—No te he hecho nada. Me odias por los pecados de mi hermana..
—Tu te acercaste a mi en la calle. Tu fuiste quien me busco. ¿Lo tenías todo planificado, cierto?
Nala quitó los ojos de los suyos y se levantó de la cama. Recogió las sábanas y con rabia comenzó a organizar la cama, al terminar abrió los brazos y señaló la maca.
—¿Complacido? ¿Algo más que quieras? — teñida de sarcasmo, habló molesta y se puso las manos en las caderas.
El cabello rubio de Nala estaba desparramado sobre sus hombros y de lejos se veía enredado y rizado.
—Comienza por admitir que te aliaste con la zorra de tu hermana para sacarme dinero. — dijo él cruzándose de brazos. —Admite que me conocías y que solo buscabas tu propio beneficio. Soy un empresario, Nala Prescok. Trabajo con personas, haciendo negocios multimillonarios. Nadie puede pasar sobre mi, nadie puede mentirme, lo veo en tus ojos, veo el miedo, porque te he descubierto.
—¡tengo miedo porque eres un puto loco! — su voz tembló y eso a Grenor, aunque odiaba admitirlo, le molesto. —Tengo miedo porque siento que eres capaz de secuestrarme y quitarme a mi hijo.
—¡No es tu hijo, maldita sea! ¡Es mio! —sus voces se debían de estar escuchando en toda la casa porque Sanda llegó y se quedó mirándolos desde la puerta.
—¿Qué te pasa? — preguntó enojada, hablando en griego. —¿No ves que esa pobre chica está temblando ya? ¿Qué diablos está mal contigo?
—No te metas, nana. —le dijo mirando a Nala y viendo que evidentemente la mujer estaba temblando.
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Una noche en Grecia (EN EDICION)
RomanceDisfrutando de su vida de soltero, Grenor Constantine se quedó mudo la enterarse que tenía un hijo. Una aventura con su secretaria de aquel entonces Greysi Martinez, una Dominicana efusiva, ardiente y de cuerpo escultural, dio como resultado ese pe...