Anielly Constantine
—Anker, sé lo que te estoy diciendo, he visto a mi hijo a los ojos, jamás le había visto tan atribulado.
—¡Por favor! —exclamó su esposo. — Lo estás mirando con los ojos del alma.
— Te estoy hablando en serio, creo que esta vez él se ha enamorado, el problema es que está alejando a esta pobre chica con su insolencia y mal genio.
—A mi hijo no le conviene casarse con una mujer de su clase social. Y te aseguro que si es el caso, sí Greg está enamorado de esa mujer, no voy a estar de acuerdo con que formalicen una relación.
—¡No puedes ser tan esnob! —exclamó ella al escuchar la barbaridad que su esposo acababa de decir. —¡No puedes estar hablando en serio!
—Más en serio de lo que jamás en mi vida he hablado.
—¿Prefieres casar a tu hijo con la desgraciada de Anastasia? —le preguntó ella con la voz teñida de dolor.
—Al menos con Anastassia sabemos en dónde va a quedar la fortuna de Melandros Construction. —respondió su esposo. —Escucha cariño, sé que tienes todas las buenas intenciones de ayudar a esta chica, pero ella pertenece a Chicago, no debe de estar en Grecia. Sí cómo me dices ese hijo es de Greg..
—¡Pues claro que es suyo! ¡Me lo ha confirmado el mismo! — Anielly estaba a punto de perder la compostura. No podía creerse que su marido se estuviera comportando de forma tan clasista. —Escúchame, Anker Constantine. —intentó interrumpirla pero ella lo detuvo, estaba sentada midiéndose unos zapatos de tacón corrido, de un color plateado que en verdad no le gustaba, mientras la dependienta había cerrado la tienda para que ella se midiese todo lo que quisiera. Eso era parte de los poderes que tenía por ser una Constantine. — No pienso renunciar a lo que creo, sí mi hijo está enamorado de esa americana, voy a apoyarlo, no me importa lo que tú digas. Anastassia ha intentado aprovecharse de él durante demasiado tiempo...
—El problema es de Greg por tener el pito alegre. — refutó Anker molesto. — Si nuestro hijo pensara mejor las cosas antes de cogerse a cualquier mujer, no estaríamos pasando por estos inconvenientes, en primera instancia ese niño ni siquiera existiría.
—¡Dios santo! ¡Es tu nieto! — Anielly soltó el zapato estrellándolo contra el suelo se levantó de la silla y deseo con todas sus fuerzas tener a su esposo delante para darle dos cachetadas y hacerla entrar en razón. — Ese niño es tu nieto, es lo único que probablemente vas a tener en toda tu maldita vida. Ese bebé merece estar con su familia, su familia somos nosotros, así que no te voy a dar la oportunidad de alejarlo, es más, me vas a ayudar a que ellos dos estén juntos.
—Anielly, tu...— él comenzó a hablar, pero ella volvió a interrumpirlo.
—Estoy hablando con toda la honestidad que me caracteriza, Anker, no voy a dejar que arruines la vida de tu hijo, tampoco voy a dejar que arruines la felicidad de tu nieto. Me casé contigo cuando apenas tenía dieciocho años porque salí embarazada, nos casamos para darle un hogar a ese niño que venía en camino sin importar lo que las personas dijeran sobre nosotros. Así que créeme cuando te digo que estoy dispuesta a todo, con tal de que mi hijo esté con su familia.
—¿Y qué pretendes hacer con esa chica americana? ¿Secuestrarla eternamente para que jamás pueda volver a su país? — Preguntó teñido de ironía. —Dime cuál es tu súper plan para hacer que la mujer se quede en la vida de nuestro hijo.
—Vamos a organizar una fiesta para darle la bienvenida a la familia tanto a ella como al bebé.
—No voy a ser partícipe de esto.
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Una noche en Grecia (EN EDICION)
RomanceDisfrutando de su vida de soltero, Grenor Constantine se quedó mudo la enterarse que tenía un hijo. Una aventura con su secretaria de aquel entonces Greysi Martinez, una Dominicana efusiva, ardiente y de cuerpo escultural, dio como resultado ese pe...