Capitulo treinta y nueve - Una moraleja

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Su corazón estaba a punto de salirse del pecho. Sentía que todo aquello era su culpa. Él no había prevenido que esa mujer se volviera loca, perdiendo la cabeza, intentando asesinar a alguien, mucho menos a su madre.

¿Cómo alguien podía perder el juicio en tan poco tiempo?

Ella, definitivamente estaba obsesionada, no había otra forma de decirlo. Caminó por el pasillo del hospital, ese que tantas veces había recorrido, pero sin tener a alguien ingresado por una bala en su pecho. Llegó hasta la sala de emergencia y encontró a Nala llorando sentada en una silla.

—¡Nala! ¿Dónde está? ¿Cómo está? ¡Dime que no está muerta! —ella se abalanzó a su pecho y lo abrazó.

Grenor se quedó quieto. Él no se sentía como el mismo. Estaba rígido.

—Nala, por favor dime que está bien. — ella rompió en llanto y aquello no hizo más que empeorar los nervios de Grenor.

—Está en cirugía. Acaba de entrar. — dijo ella cuando menguó de llorar. —lo siento tanto de haber sabido que esa mujer iba a disparar, te aseguro que no hubiese permitido que tu madre....

—Déjalo, así no tienes que decir nada. Sé muy bien que tú no has tenido la culpa y lo voy a solucionar, voy a arreglar esto. —Él agarró a la mujer por los hombros y la separó de su cuerpo, mirándola a los ojos y con su pulgar levantó su barbilla. —Mi madre va a salir de esta porque es una mujer fuerte, deja de preocuparte. —¿Estás bien? — Le preguntó al darse cuenta de que la blusa de ella estaba llena de sangre.

—Estoy bien. —Ella se miró. La blusa intentó sacudirse la sangre que obviamente no iba a salir, así como así de la tela. —¿Cómo puedes estar tan tranquilo cuando ella está en cirugía? Ella ha intentado salvarme y mira por mi culpa...—dijo ella con la voz trémula y llena de remordimientos.

Durante años, él había perfeccionado la técnica de guardarse todos los sentimientos y no reflejar absolutamente nada en el rostro. Eso le había ayudado tanto en los negocios como en su vida personal. Cualquier cosa que las personas pudieran, decir de los comentarios de los periodistas, las redes sociales que impulsaban a que las personas lo acosaran como el famoso soltero más codiciado de Grecia, multimillonario y líder de una de las empresas navieras más grandes de todo el continente europeo. Esas cosas a él ya no le molestaban. Su padre le había enseñado bastante bien a ser frío en los negocios, para que ningún adversario pudiera notar que estaba perdiendo el control, debía siempre, aunque estuviera a punto de perder los estribos, mantener la calma, al menos delante de los demás.

—Procura mantener la calma en todo momento. —Él se pasó la mano por el cabello y comenzó a caminar, sacó su teléfono móvil y llamó a su padre. —¿dónde demonios estás, papá?

—Dime que está viva, por favor, dime que está viva, dime que mi esposa está viva.

Su padre, nervioso, comenzó a balbucear y a pedir algo que ni él mismo estaba seguro de poder ofrecerle. Pero, aun así, dijo, lo único que sabía.

— Está en la sala de cirugía.

—¡Demonios! —Escuchó a su padre maldecir y golpear algo en el vehículo. El mismo apretó el teléfono junto a su oído. La desesperación que estaba sintiendo en aquel momento era la más grande que había sentido en toda su vida, su madre podía fallecer y todo por culpa de un simple polvo.

De no haberse acostado con Anastassia, las cosas hubiesen sido muy diferentes. La historia sería una totalmente distinta a la que se estaba contando en aquel momento.

Pero él iba a matarla. La iba a descuartizar pedazo por pedazo, dedo por dedo. Los pensamientos que circundaban en su cabeza en ese momento eran macabros, los peores que nunca en su vida había tenido. Nadie en toda su vida había atentado contra su familia. Él siempre tuvo una cosa clara: su madre era su tesoro y nadie podía acercarse a el. Su tesoro debía de estar siempre protegido y cuidado y por culpa de su propia calentura y de su deseo de hundirse en cualquier hoyo disponible, había provocado que su madre recibiera un disparo.

Una noche en Grecia (EN EDICION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora