—No sé porque...
—Eres una mujer sin clase, mira cómo llevas ese cabello y esa ropa de bajo costo. ¿Qué diablos va a ver Grenor en ti?
—Yo...— Nala intentaba comprender a qué venía todo aquello, pero no pudo.
—Tu...así con tu cara de mosquita muerta. Mi padre ya organizó todo para nosotros.
—Le juro que no sé de qué habla. — Balbuceo Nala llena de confusión.
¿Esa mujer tan despampanante estaba celosa de ella?
¿Acaso pensaba que Grenor y ella estaban juntos?
—No te hagas la desentendida. Se cómo te ha mirado él. ¡No estoy loca! — Su comportamiento distaba mucho de sus palabras, pensó Nala, al ver como la mujer elevaba la voz.
—Mire, señorita, estoy mareada, acaban de traerme al hospital....
—Es mi prometido. — repitió la rubia. —Soy la mujer con la que va a casarse en dos meses y tú no eres nadie. — la mujer hizo tanto énfasis en la palabra prometido que Nala sintió una arcada aún mayor y tuvo que sacar un poco la cabeza y terminó vomitando en el suelo de la habitación del hospital.
—¡Qué asco! — chillo la mujer. —¡Eres desagradable y una cerda! —La mujer comenzó a saltar intentando quitar el vómito de sus botas. —¡Qué asco! ¡Qué asco! — chillaba ella y una enfermera se acercó y miró la escena.
Nala dejó caer la cabeza de la almohada y se limpió la boca con la sabana.
Se sentía fatal.
—Eres una mujercita tan desagradable y pordiosera. ¡Mira lo que hiciste! ¡arruinaste mis botas! —La rubia sacó su celular y comenzó a tomar fotos de Nala en la cama y el vómito en el piso.
—¿Qué haces? — sorprendida, Nala intentó incorporarse en la cama y enfrentarse a la mujer.
— No se preocupe, señorita. — dijo la enfermera. — Ya busco a alguien para que limpie todo. Quédese tranquila. — La enfermera salió y regresó con ayuda.
Una señora vestida de uniforme blanco y zapatos de goma entró a la habitación y comenzó a limpiar el desastre que Nala había hecho.
—¡Me las vas a pagar! ¡Más te vale que te alejes de Grenor! ¡Él es mío! — Nala se sintió avergonzada pues tanto la enfermera como la señora de limpieza la observaron curiosas.
La rubia salió de la habitación y Nala por fin soltó el aire que había estado conteniendo.
Estaba en shock. Como si cuerpo estuviera allí pero su mente estuviera en un lugar completamente distinto, alejado de todo lo malo que le estaba sucediendo.
Un lugar donde pudiera tener esa felicidad que ella sentía que podía merecer.
—Disculpe. — ella llama a la enfermera y esta se acerca. — Perdóname por todo esto.
—¡Oh no linda! — la mujer le sonrió y tomó su mano. — Esa señorita no tuvo compasión de usted, se nota que es insegura. Usted esfuércese por recuperarse y regresar a casa.
—Espero en verdad volver pronto a casa. —susurró Nala.
—Aquí la cuidaremos bien. El señor Constantine ha dicho que le demos todo lo que usted necesite. Aunque mañana en la mañana seguro se va a casa. El doctor Heist solo ha querido dejarla en observación.
Nala no supo qué decir ante aquellas palabras y se sintió aún más ansiosa.
¿A que se refirió la rubia cuando habló sobre la forma de Grenor mirarla?
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Una noche en Grecia (EN EDICION)
RomansaDisfrutando de su vida de soltero, Grenor Constantine se quedó mudo la enterarse que tenía un hijo. Una aventura con su secretaria de aquel entonces Greysi Martinez, una Dominicana efusiva, ardiente y de cuerpo escultural, dio como resultado ese pe...