Capitulo 15. Lo siento

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Nala escuchó las voces y quiso salir de inmediato, pero pensó en todo lo que Grenor le había gritado y ofendido, así que prefirió quedarse bajo la seguridad que le ofrecía la habitación de invitados en la que la había colocado.

Nala no podía evitar sentirse como una muñeca de trapo, una muñeca que podían usar y desechar.

¡Y pensar que había creído que él era un ángel caído del cielo!

—Vete a la mierda Grenor . — murmuró.

Busco entre sus cosas, se dio una ducha rápida y prendió una vela aromática que Sanda le había llevado esa misma mañana. La mujer sabía de todo, sabía sobre la existencia de Peter y sobre los planes de Grenor para ellos, para ella más bien. Dejarla sin su niño era lo más desgraciado que él podía hacer. ¿Acaso no tenía corazón? ¿No tenía alma? ¿Realmente era un demonio salido desde el inframundo para torturarla y hacer de su vida una miseria?

Miserable precisamente era como se sintió cuando escuchó sus palabras.

Soy el padre de Peter. Él es mi hijo, no tuyo.

Nala sacudió la cabeza y procuro no llorar otra vez. Eso solo hizo que él se sintiera con más poder sobre ella.

Se colcoo unos vaqueros negros y una blusa azul claro, se coloco el pelo rubio en lo alto de la cabeza con unas horquillas y dejo algunos rizos sueltos, estaba al descuido, igual que como se snetia.

Salió de la habitación y bajó las escaleras lentamente.

Se detuvo al ver una pareja de pelo oscuro que observaban a Grenor.

La mujer la miró curiosa con el ceño fruncido, y Grenor se giró y sus ojos se encontraron.

Nala sintió como el aire se escapaba de sus pulmones y por instinto dio un paso atrás.

No sabía de que sería capaz él.

¿Quieres serian ellos?

¿Estaban allí para llevarse a su hijo?

El solo pensamiento hizo que se dirigiera a Grenor.

Estaba loco si pensaba que dejaría que un par de snob multimillonarios se llevaran a Peter de su lado.

—Nala. — gruñó él por lo bajito. —Vete a la habitación. Busca a Peter y sube a la habitación.

—¿Quiénes son ellos? — preguntó ella bastante alto. No iba a dejar que Grenor la asustara. No más de lo que ya la tenía. —¿Van a llevarse a mi hijo?

—Nala, no es momento. Vete a la habitación. Busca a Peter...

—No. — dijo ella cruzándose de brazos.

—Nala, son mis padres. No pueden saber de Peter ni de ti.

—¿Tus padres? ¿Qué hacen aquí?

—No lo sé aún, por favor, vete con Peter hasta que te diga.

—No. — repitió. —¿Qué gano yo con esto? —inquirio. —Me da igual si saben de Peter, has sido tú que le has hecho una prueba de ADN, sabiendo que estuviste con mi hermana...

—Nala, no es el momento ni el lugar, sube antes de que me hagas perder la paciencia.

—Di que no vas a quitarme a mi hijo. Di que buscaras la manera de no quitarme a mi hijo.

—No puedo prometerte...

—Bien...—Nala se movió con intención de ir donde los invitados y dejar a Grenor en evidencia, pero él la detuvo.

—Lo haré. —dijo él tomando su brazo.

—¿Lo prometes?

—Nala. —la forma en como dijo su nombre, sonaba a una promesa. Una promesa oscura y peligrosa. Ella observó los ojos azules de Grenor que en ese momento la miraban brillantes, abiertos más de lo normal.

Una noche en Grecia (EN EDICION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora