Capitulo 1. Un cartero

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—¿Directo al grano, no padre?

Anker Alexandro no se andaba por las ramas, era un tipo franco y siempre le hablaba a su hijo como a un igual.

Parte de los problemas matrimoniales de él y su madre, era que su padre lo educó y le dio la crianza como si de un hermano se tratara.

El matrimonio de Anker Constantine y Anielly Calendre se dio cuando ambos eran apenas unos adolescentes cruzando a la etapa de adulto. Un error que les obligó a ser adultos antes de tiempo. Cuando Anker tenía apenas diecinueve años dejó embarazada a su madre Anielly, su novia de toda la secundaria y con la que pretendía casarse.

Pero no cuando ella aún tenía 18 años.

Pero un embarazo en la familia Constantine era algo que no se tomaba a la ligera.

Un mes después ambos estaban ante el altar jurándose amor eterno.

Ocho meses después nació Grenor.

Lo cierto era que el admiraba a sus padres y cedía con facilidad a lo que ellos le solicitaban. Habían renunciado a su libertad con tal de darle a el un buen hogar. Grenor no podía quejarse jamás de la vida que había tenido.

Por eso y todo lo demás, todo lo que era a sus veintinueve años, estaría eternamente agradecido con sus padres.

—No jodas con mi paciencia, Greg. ¿En qué diablos pensaste cuando te metiste con esa niña?

—No es una niña. Tiene veinte años. — Vaya excusa pensó. Se pasó la mano por el cabello oscuro y cerró los ojos.

Sí, su padre Anker tenía razón. Había sido una estupidez.

Una cagada.

—¡Tienes veintinueve años!

—Ella sabe que no voy a casarme. No es como que le llevo veinte años. Solo son ocho. ¿Cuál es el problema, papa?

—Calisto me acaba de llamar para decirme que no puedes robar la virtud de su hija y salir invicto con ello. No va a dejar que te salgas con la tuya, Greg. La cagaste bien grande esta vez. ¡Tienes que casarte con esa mujer ahora!

—Papá, no me jodas. ¡Estamos en el 2021, por Dios! Un mundo con hambruna, plagas, delincuencia al tope, ¿y ese malnacido pensando en la virtud de su hija? Solo quiere sacarte dinero. ¡Es lo que siempre ha querido! ¿Acaso no lo ves? ¡El siempre ha querido que nuestras familias se unieran!

—Eso debiste pensarlo antes de llevarla borracha a tu piso. ¡La pobre Anastassia ha dicho que no recuerda nada! Dice que solo recuerda estar contigo en el bar y que la llevaste a tu apartamento. ¿Ves lo grave de la situación?

—Lo veo, papá — respondió. Claro que lo veía. Ahora más claro que nunca.

Ella se había tomado una soda, asegurando que deseaba recordar todo de esa noche.

Maldita sean las mujeres maquiavélicas.

¿Por qué diablos siempre terminaba mezclándose con mujeres así?

Tan bueno que era en los negocios, y las mujeres terminaban por burlarse de su inteligencia.

Ahora esa depravada y descarada mujer decía que el la emborrachó y se aprovechó de ella.

¡La muy tonta hasta se atrevía a decir que era virgen!

¡Y lo peor es que el tonto de Calisto seguro le creería!

¿Qué joven a sus veinte años seguía siendo virgen?

¡Patrañas!

—Greg, esto es serio. Puede acusarte de violación. Ella puede alegar...

Una noche en Grecia (EN EDICION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora