Grenor se estaba desesperando con la situación. Sentía que iba a estallar, así que decidió ir a tomar unos tragos a un bar cercano a la casa de la playa. Allí se reunió con uno de sus amigos de la infancia, el cual siempre tenía un buen consejo para darle, aunque pocas veces él los escuchaba.
—Michael, gracias por venir. — le dijo a su amigo nada más verlo, se abrazaron y tomaron asiento, en el bar que solían reunirse, con una hermosa vista a la playa— ¿cómo está Patricia? ¿Qué tal el embarazo?
La esposa de Michael estaba embarazada de 7 meses, a punto de dar a luz y él se sentía feliz por su amigo y su esposa, los cuales habían intentado por más de 3 años quedar embarazados, las cosas se daban cuando tenían que suceder no antes no después.
Este pensamiento era uno de los cuales se repetía a cada segundo que pasaba con Nala, intentando aplicarlo a su día a día pero le era imposible, esa demonia de ojos azules lo tenía cautivado y de muy mala manera.
—Todo va bien, un poco angustiado por ser papá por primera vez. En verdad no puedo pensar en nada más que en ver a mi hijo cuando nazca. — dijo el hombre sonriendo abiertamente, sus ojos se iluminaron ante la idea de conocer a su hijo.
—Salud por eso. —dijo Grenor dándole un sorbo a su trago con impotencia.
—¿Qué es lo que te sucede, viejo amigo? —Michael lo conocía bastante bien, aunque no solían verse mucho ni tampoco llamarse, siempre estaba ahí cada vez que lo necesitaba, cosa que no pasaba tan a menudo porque en su arrogancia y autosuficiencia, el pensamiento de ser superior y poder resolver todos sus problemas, incluido aquellos que siempre estaban dispuestos a ayudarle.
El camarero se acercó y les ofreció otro trago, rellenó la copa de Grenor, con un whisky carísimo pero que a el no le importaba, pues poseía bastante dinero como para comprarse no sólo la botella sino la casa que exportaba el whisky. El hombre le sirvió a Michael y éste lo detuvo cuando intentó llegar el whisky al mismo nivel de la copa de Grenor.
—Debo regresar a casa sobrio o Patricia me matará. —ambos se rieron, el camarero se retiró con una suculenta propina que Grenor le había dado.
—¿Vas a contarme que te pasa? ¿Tiene algo que ver con la rubia que ha salido en las fotografías?
—¿Cuál de las rubias?
—Sabes muy bien a qué me estoy refiriendo. —sí, por supuesto que lo sabía, pero prefería hacerse el tonto antes que reconocer que estaba tomando porque se sentía como un pendejo al pensar en la mujer que le había causado tanto daño.
A él no le preocupaba la situación que tenía con Calisto, todo lo contrario sentía que ya había resuelto el problema, aunque esa foto con Anastassia en brazos se hubiese hecho pública, a él eso le tenía sin cuidado, sus padres no iban a juzgarlo pues ya sabían la situación que se traían entre manos esos desgraciados, pero por alguna razón no podía sacar a la rubia de ojos verdes y voz melodiosa que llevaba en la cabeza desde el día en que la conoció.
—No pasa nada con ella. —murmuró él dando un sorbo largo a su whisky. — Es sólo una mujer.
—De eso me doy cuenta solo. Lo que quiero saber es qué está pasando contigo y con ella, ¿Por que de repente comienza a aparecer en los periódicos? ¿Quién es ella para ti?.
—No es nadie.
—¿Por qué diablos me llamaste Greg? ¿ Por qué decidiste buscarme si sabes que no vas a hablar conmigo?
—Estamos hablando. — Esa era una de las tantas cosas que los había distanciado: uno de ellos hablaba mucho y el otro le encantaba encerrarse en sí mismo.
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Una noche en Grecia (EN EDICION)
RomanceDisfrutando de su vida de soltero, Grenor Constantine se quedó mudo la enterarse que tenía un hijo. Una aventura con su secretaria de aquel entonces Greysi Martinez, una Dominicana efusiva, ardiente y de cuerpo escultural, dio como resultado ese pe...