006
Verano de 2019, Julio
Menores de edad bebiendo alcohol. Siempre acaba teniendo consecuencias negativas.
Lili se tambalea a mi lado, colgada de un brazo de Paola. Mario y Adri nos observan un par de metros por detrás.
A la morena, el alcohol no le ha terminado de sentar todo lo bien que debería.
—Necesito sentarme.—balbucea apoyándose en uno de los bancos de madera, típicos de pueblo, que hay en la acera.
Nos hemos alejado a trompicones del centro del botellón, donde pese a haber pasado el tiempo y haber comenzado a sonar la música en otro sitio, queda bastante gente.
—Voy a buscarte agua.—las palabras se atragantan en mi cerebro, y acaban saliendo como un amasijo de letras.
—Te acompaño.—asegura Adri convencido. Mario y él comparten una mirada que no se descifrar, pero tampoco es el momento de ponerme ahora a resolver puzles.
—Vamos.—asiento con la cabeza y echamos a andar en dirección contraria. Cambio de sentido.
Adri camina a mi lado, aunque no duramos ni un segundo en silencio. Es de esas personas con las que siento que he 'clicado' instantáneamente. Desde el primer segundo he notado la química y todo lo que tenemos en común.
La conversación no ha dejado de fluir. Y eso es algo que encuentro agradable.
—¿Las fiestas son siempre así con vosotras?—pregunta. A nuestro alrededor, las personas se me difuminan.
Yo tampoco estoy completamente sobria, ni cerca de estarlo.
—¿Te refieres a Lili potando o a Paola hablando italiano? Normalmente Mario nos abandona para ir a ligar con alguien, me sorprende que no haya pasado hoy.—suelto del tirón, el moreno se ríe a mi lado.— No te referías a eso, ¿verdad?
—Bueno, no. Pero ahora quiero saber cuál es tu función.—bromea.
—¿Yo? A mi siempre me toca acompañar al guapo a por agua.—le vacilo. Tal vez una indirecta demasiado directa por mi parte.
Pero que le voy a hacer, vida solo hay una y llevo demasiado alcohol en sangre. O tal vez es mi forma de ser.
—¿Me acabas de llamar guapo, Alejandra?—su brazo roza el mío mientras caminamos.
Las atracciones se acaban y dejan paso a los bares del pueblo, ya estamos cerca de poder comprar el agua que va a revivir a Lili.
—Puede.—no va a ser ahora cuando me entre la timidez, pero tampoco soy tan descarada.
No le da tiempo a decir nada más, pues llegamos a lo que parece el bar principal. El camarero vuela entre las mesas llenas de personas de la edad de mis padres.
Agradezco mentalmente que no estén aquí. Nunca es divertido que me vean en un estado etílico como es este.
—Una botella de agua, por favor.—me sorprende el tono educado de Adri, si soy sincera. No le termina de pegar.
El camarero sigue con su tarea, repartiendo las cervezas y copas varias hasta desaparecer en el interior.
—Espero que no tarde mucho.—suspiro.—Estoy empezando a necesitar sentarme.
—Si no, ahora cuando le llevemos el agua a Lili nos sentamos.—propone el chico, haciendo uso de sus dotes de gala de nuevo.
—¿Desde cuando eres tan caballeroso?—vacilo de nuevo. Tal vez sea mi forma de ligar o tal vez sea el buen rollo que hay entre ambos, que me llama a hacer las cosas así.
—Aquí tienen, son dos euros.—le entrego las monedas al chico joven, antes de que Adri tenga tiempo siquiera de pensarlo.
—Eso ha sido rápido.—no respondo, pero le guiño un ojo como respuesta, cosa que le arranca otra sonrisa.
El camino de vuelta, lo hacemos igual de sinuoso que el de ida. Ambos vamos perjudicados, y encima, vamos contándonos chistes random el uno al otro, lo que hace que cada tres minutos tengamos que parar.
La risa puede con nosotros.
—¿Y el del yogur te le sabes?—niego con la cabeza esperando que continúe.—Natural.
Paso.
Al final, llegamos por fin a la zona apartada donde hemos dejado a Lili mareada. La morena lleva el pelo recogido en un moño mal hecho, que probablemente sea culpa de Mario.
—Por fin aparecéis tardoni innamorati.—gruñe la italiana.
—Mira Lili, el agua. Bébetela a sorbitos.—le pide Mario a nuestra amiga, que tan borracha como esta sigue las instrucciones al pie de la letra.
—Mi madre siempre me dice que beba despacio.—balbucea cuando termina de dar sus traguitos de agua.
Más monas Lili y su madre. Por suerte, su hermana mayor no está por aquí para ver el espectáculo, si fuera así, ya nos hubiera caído la bronca del siglo.
—Yo creo que necesito sentarme.—señala con la cabeza Adri, uno de los bancos que está un pr de metros a la izquierda.
—¿Te ayudo?—miro a Mario, para asegurarme de que tiene la situación bajo control y puede encargarse el solo de las dos chicas. Así puedo ayudar yo a Adri.
Le acompaño y me dejo caer a su lado. Desde aquí no puedo escuchar la conversación que mantienen mis amigos, pero si puedo verlos en caso de que le pase algo a Lili o a Paola.
—En realidad era una excusa para quedarnos a solas.—susurra el chico.
—Eso suena como lo típico que diría un asesino, ¿lo sabes?—levanto una ceja al hacer la pregunta. Me ha costado demasiado aprender a hacerlo como para no poner el truco en práctica.
—Pero yo no voy a asesinarte.—eso también lo diría un asesino, sin duda.
—¿Y para que querrías quedarte a solas conmigo?—pasa la lengua por encima de sus labios con anticipación.
Noto como el pulso se me acelera, al sentir sus dedos rozar mis mejillas. Cierro los ojos al sentir el contacto con sus labios.
Nos estamos besando.
Es tal y como me esperaba que fuera, divertido, mi mente sigue nublada por el alcohol, así que su contacto hace que me cosquilleen mariposas en el estómago y todo.
Un buen beso.
—Para esto.—y cuando termina de hablar, nos enzarzamos en el siguiente.
☀️
Estos chicos jovenzuelos jajaj
Espero que os haya gustado mucho,
nos leemos pronto
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Verano | Adrián Iglesias
FanfictionEn el verano de 2019, cruzamos caminos. Y ya no supe nada más de él. Hasta hoy. Adrián Iglesias | FANFIC