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Tardo en separarme de Adri. Y él en separarse de mi. Estábamos magnéticos el uno del otro.

Pero la fiesta ya se estaba acabando. Por el rabillo del ojo vi como Plex nos hacía una foto, aún agarrados de la cadera.

Saiko canta las últimas canciones, y por un segundo estoy cerca de admitir que con Quevedo no hubiera sido tan bonito. Aunque Piel de Cordero sonando de fondo esta al mismo nivel que cualquier single del granadino.

De todas formas, tampoco es el momento de ponerse a discutir.

—¿Te ha gustado?—me pregunta el editor, que no se ha separado de mi cuerpo.

—Ha sido la ostia.—confieso apretándome contra él. Adri tendrá muchos defectos, pero he de decir que sus citas han sido hasta ahora todas un diez de diez.

Por no decir un once y subirle el ego.

—Ya te lo decía yo, Ale.—nos miramos un segundo a los ojos y veo como sonríe disimuladamente. Si no fuera porque no puedo estar segura de que esta vez vaya a quedarse, pensaría que es una sonrisa de enamoramiento.

Pero no voy a hacerme ilusiones antes de tiempo. Ni mucho menos.

—Es hora de irnos a casa.—carraspeo entre la borrachera, el ruido del dj volviendo a poner música y el cambio de ambiente.—Voy a buscar a Paola y Mario.

—Te acompaño.—su tono de voz suena seco, pero creo que los dos somos conscientes de la historia vivida. Tiene que darme tregua, no voy a lanzarme a confiar de la nada.

Y eso que no hemos tenido tiempo si quiera de hablar. Porque cuando lo hagamos me da la sensación de que las cosas van a tomar un giro extraño.

Adri es cariñoso, detallista y romántico a su manera. Pero no es de conversación profunda y emocional. Eso ya lo aprendí hace cinco años y o las cosas han cambiado mucho o ya sé lo que me espera.

Nos movemos por la zona del reservado hacia donde Borja, Jopa y Plex terminan de beber sus copas y su agua y organizar las cosas que tenían sobre la mesa. Por lo visto en algún punto de la noche se han dedicado a jugar una partida de cartas y tienen la baraja ahí tirada.

Un caso aparte el suyo.

Otra foto a Lili que la morena me responde con un selfie desayunando. La diferencia horaria es abismal con el continente australiano.

Cuando haya dormido la llamaré y la pondré el día, pues sé que no puede vivir sin su dosis de cotilleo. Y ahora es mi vida la que se ha vuelto una telenovela curiosa.

—¿Y Mario y Paola?—les pregunto alzando la voz entre el ruido estruendoso de la música.

—¿La italiana?—pregunta Borja con un tono de burla que no capto. Algo me hace pensar que es una broma interna entre ellos.

Lo ignoro.

—Pues hace tiempo que hicieron bomba de humo y desaparecieron. Porque por lo menos hace media hora que no les veo.—me responde Plex consultando el reloj de su móvil.

¿Qué?

Los engranajes de mi cabeza funcionan a toda velocidad. Sabía yo que estos dos se estaban trayendo algo entre manos, pero no pensaba poder confirmarlo tan rápido.

No me puedo creer que estén liados.

Definitivamente tengo que llamar a Lili cuanto antes, va a quedarse a cuadros.

—Mierda.—vale pues me tocará volverme en uber sola, total estos viven juntos.—¿Tenéis la app de Uber?

—¿Para?—me pregunta Adri descolocado.

Vamos a ver, pues para volverme a casa. ¿Para que va a ser?

O yo me estoy perdiendo en la conversación o esta claro.

—Pues para volver a casa.—replico obvia. Los chicos se miran entre ellos, un intercambio de palabras silencioso. Me da hasta un poco de susto la conexión mental que tienen los cuatro.—Asumo que vosotros os volvéis juntos.

—Claro.—replica Plex tranquilo, como si los nervios de mi situación no le llegaran. Y yo pensando que era el majo del grupo.—Pero tú te vienes con nosotros.

¿Perdón que?

—No, no, no hace falta.—niego con la cabeza. A mis padres les va a dar igual, total, ya tengo una edad. Lo que no me gustaría es ser una molestia para los chicos.

—Está ya decidido Ale, te vienes.—Adri me pasa el brazo por encima, incluyéndome con el gesto en el grupito.

—Espero que te gusten los pijamas de batman.—bromea Borja. Otra referencia que no entiendo, pero si es sobre el pijama del editor solo puedo decir: awww, lindo.

Incluida ya en el plan, salimos de la discoteca en grupo. Un coche nos espera a la salida, y conseguimos que nadie nos reconozca ni nos pida fotos.

Bueno, a ellos. A mi no me iba a pedir fotos ni mi madre.

En el camino me quedo dormida, los efectos del alcohol me están pasando factura, y se que no soy la única porque al llegar Jopa nos despierta a Adri y a mi. Por lo visto hemos echado una cabezadita juntos.

Entramos en la casa tras despedirnos de Borja, que es el vecino de al lado. Los chicos se quitan los zapatos en la puerta y yo les imito, mis calcetines de estrellas saliendo a la luz.

—Buenas noches chavales.—bosteza Plex saliendo del descansillo en dirección a lo que supongo será su cuarto.

—Hasta mañana.—le imita el cámara.

Nos hemos quedado solos Adri y yo. Una risita tonta se me escapa, culpa del ron, sin duda.

—Lo han hecho a posta.—sonríe el también.—Bueno, vamos a dormir.—añade llevándose los dedos a los ojos, cansado.

—Duermo en el sofá, no te preocupes.—no recuerdo muy bien donde estaba el salón, pero no puede ser muy lejos.

—¿Qué dices Alejandra? Ni se te ocurra.—me regaña.

—No quiero molestarte.—paso de ser una molestia.

—Eres tonta.—se burla. Cuando se da cuenta de que no voy a seguirle hasta su habitación y que voy en serio con lo de dormir en el salón, frunce el ceño.—Me tocara hacerlo por las malas entonces.

Y sin previo aviso, me carga como un saco de patatas, y me lleva cual princesa medieval a su cuarto.

Romántico, sin duda.













☀️
se vienen cositas 😎

espero que os haya gustado mucho
nos leemos pronto!

Verano | Adrián IglesiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora