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Hoy, a petición de Paola, hemos llegado antes al restaurante. Ninguno de los dos sabe porque nos ha hecho llamar tan pronto, pero por si acaso, Mario y yo nos hemos plantado allí listos para trabajar.

—Me está matando la curiosidad .—comenta el moreno abriendo la puerta del local para que los dos entremos. En una de las mesas del fondo, localizo a nuestra amiga mirando el móvil mientras bebe algo de un vaso traslúcido.

Ciao, carini.—nos saluda ella desde allí. Con su mano nos hace un gesto para que nos sentemos con ella.

—¿Puedes contarnos ya de que va todo esto, espaguetilla?—me meto con ella. La rubia me saca el dedo de el medio antes de responder.

—Sólo quería enterarme del gossip de Adrián. —abro la boca en una 'o' perfecta. Cierto es que en mi casa no estaba haciendo nada, pero yo estaba ya temiéndome lo peor. No me esperaba este nivel de cotilleo por parte de la italiana.—Me contó Lili que quedasteis este fin de semana.

—Perra no me habías dicho nada.—es ahora Mario quien se queja directamente hacia mi.

—Bueno perdona, no sabía que tenía que deciros con quien salía y con quien no. Perdón papá y mamá.—al decir las últimas palabras los dos se miran entre ellos y se ríen disimuladamente.

¿Qué?

Me debo estar imaginando cosas.

—Pues obviamente si tienes, este romance es mejor que las mierdas que veo en Netflix.—replica la rubia. Vamos, lo que me faltaba ya por oir.—Así que desembucha.

Los dos me miran atentamente, esperando a que comience a narrar mi historia. Cierto es que tampoco pasó nada remarcable. Ósea no nos besamos ni nada del estilo, pero si que hubo un par de momentos...

Mi principal problema es entender que narices quiere Adri. Más que nada por no hacerme ilusiones.

—Alejandra, que hables ya.—me da un golpecito en el hombro Mario.

—Voy, voy.—suspiro.—Pues nada, fui a su casa y no había nadie. Al principio estuvimos en su cuarto y me estuvo enseñando su escritorio y sus cosas de editar y eso.—trago saliva recordando el momento tenso que pasamos.—Y luego nos salimos al jardín y estuvimos charlando y metiendo los pies en la piscina hasta que empezó a salpicarme. Y de ahí nos movimos al porche.—ahogo una risa al recordar la pillada de Plex.—Y llego Plex y bueno, estuvimos un rato más y me fui a casa.

—¿Y el beso?—interroga Mario.

—Calla no, eso no es lo importante. ¿Plex? ¿Has dicho Plex?—interrumpe Paola.—¿El de la vuelta al mundo, la capibara y todo eso?

—Si. Pensé que sabías que por eso se habían vuelto famosos él y todo el grupo de amigos.—aclaro. Puede ser que hayamos dejado a Paola un poco al márgen de los cotilleos está ultima semana. Ahora entiendo que nos haya hecho venir sólo para esto.

—Pues ya podías haberle pedido una foto o algo.—recrimina. No me queda otra que poner los ojos en blanco a su idea.

Imagínate, pidiéndole una foto a Plex mientras estoy en una cita con su amigo. En fin.

—El tema es que no termino de entender las intenciones de Adri. Ósea ha vuelto ahora de la nada, después de cinco años. Y vale que fui yo quien le respondí a una historia, pero es que ni sabía que era él.—suspiro.

—Ósea Ale, pero si eres guapísima. Yo creo que está bien claro por lo que está hablando y quedando contigo. Bueno, las dos veces que habéis quedado.—miro a Mario confusa.—Joder Ale, blanco y en botella.

¿Leche o horchata?

—Vale, pero es famoso. ¿Tú sabes a cuantas chicas debe de tener detrás como para interesarse por mi ahora?—eso es lo que me ronda la cabeza.

—Y puedo preguntar.—comienza Paola.—¿Por qué dejasteis de hablaros en el verano de hace tantos años?

Eso es algo demasiado complejo de responder. Echo un vistazo al reloj de pared que hay en el restaurante, en realidad es casi ya nuestra hora de entrar.

—Esa historia mejor la dejamos para otro día.—los dos chicos se miran entre si, como compartiendo un secreto a los ojos del resto.

Por segunda vez, me da la sensación de que hay algo más. Aunque eso es imposible, nuestro grupo llevamos siendo amigos desde el principio de los tiempos.

Seria raro que ahora se gustarán o algo.

—Está bien, entonces a trabajar, que con suerte el día de hoy será fácil.—la Luchessi menor se pone en pie y nosotros la seguimos camino de la barra.— Andiamo, Andiamo.

El servicio de hoy va más o menos fluido, y aunque algún que otro cliente se queda hasta tarde, la noche es igual de sencilla.

Paola y yo gestionamos todos los pedidos y comandas casi sin sudar, lo cual es un récord. La mayoría de los días salgo del trabajo como si hubiera corrido una maratón.

Al final del día, Mario y yo nos despedimos de la italiana, que como siempre, se vuelve a casa con sus padres. A veces me gustaría que mis padres también tuvieran un negocio familiar o algo así, pero luego veo a Paola y lo mucho que tiene que involucrarse y se me pasa.

El aire fresquito de la noche nos recibe.

—Oye Ale.—estamos a punto de llegar al coche de Mario.—¿Tú tenías planes para esta noche?

Dormir.

—¿No?—hago repaso mental de mis amigos, pero tanto Paola como Mario están aquí. Así que no se con quien iría a hacer planes.

—Buenas noches.—giro ciento ochenta grados al escuchar la voz del editor del momento detrás nuestra.

—¿Adri?—pregunto sorprendida. A Mario la situación le parece bastante graciosa, porque se ríe disimuladamente apoyado en la puerta del mono volumen.—¿Qué haces aquí?

—He venido a llevarte a un sitio. Es aún pronto para irse a dormir.—miro a mi amigo, que pone las manos en alto, dejando claro que él no tiene nada que ver. Y luego miro a Adri, que me está sonriendo con ansias, esperando a que le diga que si.

—¿Es una cita?—titubeo.

Los ojos morenos del chico se clavan en los míos, mientras una sonrisa traviesa se forma en sus labios.

—Es una cita.







☀️

¿cómo vais de calor? yo 40

espero que os haya gustado mucho
nos leemos pronto

Verano | Adrián IglesiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora