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Lo de stalkear a famosos es un talento con el que la gran mayoría de mujeres hemos nacido. Me incluyo en ese grupo de personas, porque he visitado en la última media hora dos de las redes sociales de Adrián Iglesias. Y he llegado bastante abajo en las dos.

Teniendo en cuenta que son las tres y media de la mañana pasadas, me siento bastante confiada de decir que estoy cumpliendo con todas las características de una stalker.

La única cosa que no termina de cuadrar en mi cerebro es porque decidí borrar nuestro chat. Si hubiera podido cargar los mensajes antiguos, no hubiera tenido que ser el cotilla de Mario quien devolviera a mi mente el recuerdo de Adri.

Aunque la imagen que tengo de nosotros es bastante vaga, pues han pasado ya cinco años de eso y es obvio que los dos hemos cambiado mucho.

En su perfil he visto como ha dado la vuelta al mundo con Plex dos veces. Ahora se dedica profesionalmente a la edición de vídeos, que recuerdo haberle oído mencionar era su pasión y si de adolescente era guapo, de joven adulto lo es aún más.

Abro de nuevo el chat, su último mensaje marcado como leído desde hace varias horas. No me considero una chica valiente, ni atrevida, de esas dadas a hacer locuras. Tal vez cuando era adolescente vivía con esa mentalidad de no tenerle miedo a nada, pero ahora que soy adulta, las cosas son de otra manera.

Sin embargo, eso no evita que me vea tecleando casi sin pensarlo

@adridobylus

a parte de saiko, que más escuchas
estoy haciéndome una playlist
tanto dices que sabes de musica, recomiendame.

escribiéndome en la madrugada?
me pides favores y encima me vacilas
interesante combinación

déjalo iglesias
ya busco una en spoty

no, no
espera

videollamada entrante de @adridobylus


Santa mierda.

Me levanto de golpe de la cama, del sobresalto, casi tiro el ventilador, que es lo único que me mantiene con vida y evita que me derrita en la cama.

Esto si que no me lo esperaba.

Me paso los dedos por el pelo, ligeramente enredado de estar apoyada sobre las sábanas. Inspiro. Y descuelgo.

La cara en primer plano del chico me pilla completamente desprevenida, no me esperaba verle en modo selfie.

—Buenas noches.—bosteza cerrando los ojos.

—Buenas noches.—repito sus palabras sin saber que decir. Su cara sigue igual que la recordaba, solo que, como muestran las fotos y vídeos de su perfil, es evidente que ha crecido en los últimos cinco años de su vida.

Me imagino que el debe estar pensando lo mismo de mi, mientras examina los rasgos de mi rostro.

—¿Qué es eso de una playlist que decías?—pestañeo rápidamente de la sorpresa. No es esta la conversación de reencuentro que esperaba tener. Menos en medio de la madrugada. Pero tengo el recuerdo de Adri como un chico directo, así que tal vez sólo sean mis expectativas.

—Nada, que como dices que eres experto o no sé que de la industria y quería hacerme una playlist pensaba que podías ayudarme.—me estoy arrepintiendo sin duda de haberle escrito. Debí haberme quedado quietecita, y esperar a que la magia divina de Mario me diera más información.

Me siento ridícula, pensando mis palabras y gestos, mientras hablo con el ahora influencer. Seguro que aparece en uno de sus TikToks.

—Yo te enseño lo que es el buen gusto en música, Alejandra.—mi nombre suena gracioso en sus labios.—Pero está claro que no vas a saber apreciarlo, ya me ha quedado claro que eres team Quevedo.

—Ponme a prueba.—replico con una seguridad y aplomo que han aparecido en mi en los últimos diez segundos. Debe ser que se meten con mi cantante favorito y me sale del interior una nueva personalidad.

Durante los siguientes minutos, se dedica a ponerme canciones en el ordenador, y si bien alunas son auténticos himnos, otras dejan bastante que desear.

Desde este nuevo ángulo, tengo una mejor visión de su cuarto. Mi acoso en redes sociales me ha permitido averiguar que hace tiempo que ya no vive con su madre, y que ahora comparte mansión con el famoso de la capibara, Plex. Aunque creo que principalmente ahora esta centrado en la Velada del año, pues no he visto nada en las historias destacadas de edición de Adri sobre vueltas al mundo.

Ahora solo sube boxeo y más boxeo.

—Esa no la soporto.—bostezo cuando pone una canción hiper comercial que no para de sonar en el Ristorante di Paola. Me he sentido italiana en esta última frase, que le hago. De pasar tanto tiempo con mi amiga se me pega hasta su acento cantarín en algunas ocasiones.

—Pues es Cosas que no te dije, de Saiko.—niega con la cabeza como sacudiendo un recuerdo.—Jurado, que es de mis canciones favoritas de mi cantante favorito. Tú y yo desde luego que no tenemos nada en común.—señala el chico.

Metedura de pata. No era mi intención criticar hasta la saciedad al cantante granadino ni los gustos del editor. Sobre todo ahora, que a altas horas de la madrugada me está ayudando a conocer música.

Aunque suena a una excusa bastante mala para más bien, conocernos nosotros. O re-conocernos, supongo.

—Es porque la ponen hasta la saciedad en el restaurante que trabajo.—le explico, aunque no me lo haya pedido.

—¿Trabajas en un restaurante?—alza las cejas con sorpresa.—¿Donde? Habrá que ir a hacerte una visita para confirmar eso que dices de que repiten mucho las canciones del mejor cantante del mundo.

—No voy a darte esa información Adrián. Seguro que tú y tu grupo de amigos famosos aparecéis y le colapsáis el restaurante a la pobre Paola.—bromeo. A través de la pantalla, puedo ver como se ríe.

—Ósea que trabas en el mismo italiano que Mario. Gracias Alejandra, iré a verte.—me guiña un ojo. No sé si debo interpretar eso como una buena o mal señal.

—No hace falta que te molestes.—se me escapa un bostezo que se le contagia. Miro el reloj, las cuatro de la mañana. En realidad, creo que deberíamos irnos a dormir.—Oye, no quiero robarte más sueño, gracias por la playlist.

—No te preocupes Alejandra, si estaba despierto. Plex y su medio ligue del boxeo no hacen más que tontear de madrugada por la casa.—pone los ojos en blanco.—Pero si, deberíamos dormir. Sobre todo tú, camarera de confianza.

Paso.

—Buenas noches Adrián.—me dispongo a colgar, pero me dedica unas últimas palabras:

—Buenas noches, Alejandra. Un placer rencontrarme contigo.

Nos miramos un par de segundos a través de las pantallas del teléfono, y por un segundo, me siento como si tuviera quince años de nuevo.





☀️
Adri, Adri...

Espero que os haya gustado,
nos leemos pronto

Verano | Adrián IglesiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora