021
Verano de 2019, Julio
La cita acababa de comenzar y mis nervios se habían quedad con Lili. La chica había dicho que estaba tentada de seguirnos ha escondidas, pero no se muy bien como me las había apañado para disuadirla.
La morena y sus ideas de bombero. Lo último que necesitaba es que el editor se parara a atarse los cordones y debajo de un coche se encontrara con mi amiga. Es que eso si que sería traumático.
Para los tres.
De todas formas, tengo el ligero presentimiento de que en el rato que no va a estar conmigo se va a dedicar a planear como entrarle a ese monitor del gimnasio del que me ha hablado.
Y ojalá que si, porque nada me haría más ilusión que las dos consiguiéramos pareja a la vez. Eso sería una mezcla entre mejores amigas goals y la cosa más chula del mundo. Pero tampoco iba a obligarla a ligar.
Como ella hacía conmigo. Mandándole mensajes desde mi teléfono a Adri.
El chico esta guapísimo. Lleva una camiseta sencilla blanca y unos vaqueros cortos. Una buena combinación, teniendo en cuenta que esto ha sido improvisado.
Por mi parte, mi mejor amiga y yo habíamos improvisado con unos vaqueros cortos y un top blanco básico. Aunque para básicas mis Air Force blancas, sin las que no puedo vivir.
—Te va a encantar.—me dice mientras nos bajamos del tren. Porque esa ha sido nuestra primera parada.
Primero, caminamos tranquilamente hasta la estación. Y ya allí habíamos cogido el primer tren en dirección a Madrid centro. Por suerte, la frecuencia por nuestra zona era super alta, así que los planes improvisados al centro eran una posibilidad.
Si no estaríamos aburridos comiendo pipas en un banco. Aunque pensándolo en frío, eso ni siquiera sonaba como una mala opción.
—Confío en ti, Iglesias, no me falles.—las palabras son una amenaza, pero el chico sabe perfectamente que viniendo de mi solo pueden ser una broma.
Seguía pareciéndome asombroso lo bien que habíamos encajado desde la primera vez que nos presentó Mario, en las fiestas en las que Lili y Paola casi mueren.
Cosas de beber siendo menor de edad, que nunca sale bien. Una lección que tenemos claramente que aprender.
—Me tienes poca fe, Alejandra y yo nunca te he fallado.—pues eso es verdad. Pero tampoco han sido tantas las ocasiones en las que nos habíamos visto.
Ósea que en tres veces o cuatro que nos habíamos visto no he tenido tiempo de comprobar como de fiable es su palabra.
—Eso está por ver.—le recuerdo.
Desde la estación céntrica, Adri me guía por un par de calles que no he visto nunca. Elijo mantener mi voto de confianza y no pensar que vaya a matarme.
Pero es cierto que en un par de momentos mi confianza flaquea. El moreno se da cuenta, y con un gesto demasiado ensayado o que le sale natural, no quiero averiguar cuál de las dos, me toma de la mano.
Nuestros dedos se entrelazan, en perfecta armonía. Son pocas las veces que en mis quince años de vida me han dado la mano.
Pero es increíblemente maravilloso.
—Eres todo un romántico, ¿te lo habían dicho antes?—le pregunto según nos vamos acercando al final de la calle.
Enfrente nuestra tenemos un muro de un metro como mínimo, no sé cuál es el plan de Adri, pero o se le ha fastidiado o vamos a tener que saltarlo.
—Nunca nadie como tú.—responde. Aunque eso no termina de ser lo que quería oir.—Espero que sigas pensando lo mismo después de saltar el muro.
—¿Es esto otra excusa barata para tocarme el culo, Iglesias?—preguntó acordándome de cuando nos colamos en la piscina y el aspirante a editor no perdió ocasión.
Aunque he de decir que compartir besos fogosos a la luz de la luna fue algo bastante romántico.
Y mentiría si afirmara que no lo repetiría mil veces. Ese era uno de los recuerdos que no pensaba olvidar.
Siguiera Adri en mi vida futura o no.
—Me has pillado.—bromea el chico.—Te ayudo a subir, pero prometo agarrarte de la cadera esta vez.
—Más vale mente sucia.—la amenaza de nuevo, solo le hace sonreír.
Que guapo esta al hacerlo, sus ojos iluminados y sus mejillas arrugadas por la expresión.
Pero esta vez, si hace lo que promete. Sus manos se colocan perfectamente sobre mi cuerpo, y me empuja hacia arriba, haciendo que quede perfectamente colocada sobre el muro.
Las vistas me roban la respiración.
Enfrente mía, las cuatro torres de Madrid, iluminadas por el atardecer. Es una foto que siempre he visto en Instagram, pero nunca pensé que tendría la oportunidad de verlo en persona.
Adri tarda un par de minutos en conseguir subir, pues no es tan fácil debido a la altura. Pero cuando finalmente lo hace él también se queda impactado por la imagen.
Y eso que ha sido él quien me ha traído.
—¿Te gusta?—me pregunta, sin apartar la mirada del cielo naranjita.
—Claro que sí.—por no decir que es de las cosas más chulas que he visto nunca.
—Me encanta venir aquí a pensar.—confiesa.
—¿Y en que piensas ahora?—pregunto, girándome para observar su rostro un segundo.
—En las ganas que tengo de besarte.—pongo los ojos en blanco.
—Eso es demasiado cliché, Adri.—la frase de película está demasiado vista.
—Pero, ¿y qué le hago si es verdad?—sonríe de lado cuando se da cuenta de que le estoy mirando.
—Pues besarme, tonto.—no se lo piensa ni un segundo, sus labios en seguida están sobre los míos.
Y es que claro, así ¿cómo no voy a desarrollar sentimientos por él?
☀️
espero que os haya gustado mucho
nos leemos pronto
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Verano | Adrián Iglesias
FanfictionEn el verano de 2019, cruzamos caminos. Y ya no supe nada más de él. Hasta hoy. Adrián Iglesias | FANFIC