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Verano de 2019, Agosto
Tengo un diario desde que cumplí los doce años y entré en el instituto. Y aunque no es como se lo imaginan los chicos: un cuaderno rosa que guardas debajo de la almohada al que le cuentas tus mayores secretos, si que era un resumen más o menos detallado de todo lo que me había pasado los últimos años.
Y en el mes de julio, me había dedicado a escribir sobre Adrián Iglesias. Llevaba media hora dejando que las emociones de estupida e idiota se mezclaran con las de rabia mientras en pocas palabras le contaba a la Alejandra del futuro como han acabado las cosas.
Un recordatorio para que bajo ninguna circunstancia volviera a repetirse la ocasión.
Por suerte, no me ha tomado demasiado tiempo y ahora sólo me quedaba esperar a mi mejor amiga y Mario echándome un poco de rímel.
Nuestro plan era ir a tomar algo a uno de los bares del pueblo vecino, que tenía mucha más vida que el nuestro.
Y que curiosamente era dónde Lili se había cruzado al entrenador del gimnasio con el que llevaba obsesionada las últimas semanas.
Una casualidad nada casual.
Pero en vistas de que mi historia de amor va a quedarse en eso, una historia, al menos tengo la esperanza de que la de Lili salga adelante.
Siempre dicen que si a una amiga le va mal en el amor a la otra le va bien, así que confío en que esta sea nuestra señal.
El mensaje llega a mi móvil en el momento justo en el que termino mi maquillaje básico y me preparo para salir.
Con altura de Rosalia suena en mis cascos, mientras alcanzo a mis amigos que me esperan en la puerta de casa. Tenemos que coger el autobús, pues aún ninguno tenemos carnet de conducir y nuestros padres están ocupados.
Otra vez más que Paola no ha podido unirse ya que estaba ayudando a sus padres. Por lo visto no hace mucho que ella y sus hermanos se pelearon en una batalla de pasta y alguno de los mayores acabó con un espagueti clavado en el muslo.
Y ahora les tienen a todos castigados haciendo pizza hasta que entiendan lo importante que es la familia y lo mucho que hay que cuidarla.
Porque se que no son una mafia, que si no me plantearía a veces algunas cosas...
Mario me hace señas cuando me ve llegar, aunque sus gestos exagerados hacen parecer que va a aparcar un avión más que, un saludo. Pero él es así: exagerado y gracioso.
Por eso es tan amigo de Adri.
Aunque se que ahora que el moreno y yo nos hemos distanciado y yo estoy haciendo un esfuerzo sobre humano por olvidarle, las cosas entre ellos ya no son como antes. A Mario tampoco le ha parecido muy normal la actitud del chico.
Y eso que Lili y yo estuvimos un día haciendo teorías de porque se había portado así: entre las dos primeras pusimos que era idiota y que estaba ciego.
Pero algunas de las otras eran que no le hacían gracia mas chistes, que quería hacer cosas de mayores y que eso no lo iba a conseguir conmigo o que sencillamente era un miedica y no sabía como enamorarse.
Mario es bastante fan de esa última, para él, Adri se había asustado de lo que sentía por mi y había decidido huir.
Pero bueno, no tenía caso seguir dándole vueltas al tema porque yo ya le estoy olvidando. Al final solo es un amor de verano y tengo quince años, no es como que me vaya a casar con cada chico que me bese ni mucho menos.
—Tienes cara de estar pensando en el innombrable.—me regaña Lili, que huele a perfume caro. Esta claro que no es casualidad que vayamos a ese bar.
—¿Voldemort?—hacerme la tonta no funciona con ellos, pero suele sacarnos risas que es más divertido.
—Su versión española.—Mario pone los ojos en blanco al oírnos hablar, pero todos sabemos que le ha hecho gracia igual.
En el autobús me ponen al día de lo que han hecho en las últimas cuarenta y ocho horas. Aunque no ha sido nada del otro mundo.
Mi mejor amiga ha ido al gimnasio a intentar ligarse a Borja, que es como se llama el entrenador, que claramente bebe los vientos por ella.
Y Mario se los ha pasado con Paola.
No digo nada, porque sé que sin igual de amigos que Lili y yo, pero eso no quita que a veces piense que entre ellos pasa algo más.
Quién sabe, tal vez un día nos den la sorpresa y sean la parejita del año.
Claramente Adri y yo no vamos a ser esos.
Lili me da un codazo cuando se da cuenta de que estoy frunciendo el ceño de nuevo. Mi señal para dejar de pensar en cierto chico.
¿Cómo puede ser que en tan poco tiempo me haya obsesionado tanto con él? El amor adolescente nos deja bien tontos, está claro.
Al fin llegamos al bar, que por las horas que son y con el calor de agosto que hace está hasta arriba de gente joven. Sin embargo conseguimos encontrar una mesa vacía en uno de los extremos.
Desde ahí podemos observar a todos sin que ellos puedan observarnos tan fácilmente. Ideal para espiar al fututo marido y padre de los hijos de Liliana.
—¿Está?—le pregunta Mario, que me pasa la carta de plástico para que pueda abanicarme.
Hace un calor horroroso en Madrid, de este que te quema la piel y hace que solo quieras beber agua y bañarte en la piscina. Es como si el sol estuviera más caliente de la cuenta.
—Si.—susurra está colocándose las gafas de sol.—Es el chico de la mesa de la derecha, con la camiseta ancha blanca.
—¿El moreno?—su respuesta es un gesto de cabeza.—Pues viene hacía aquí.
—¿QUÉ?—las mejillas de mi amiga se vuelven rojas fuego.—Actuad normal.
Mario y yo cruzamos miradas.
Cómo si nosotros fuéramos el problema.
@alemdz: tú me dejaste de querer...
los comentarios han sido desactivados para este post8 agosto de 2019
☀️
espero que os haya gustado
nos leemos prontopd: ¿teorías del reencuentro Ale y Adri?
los flashbacks me hacen sentirme súper mayor jajaja
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Verano | Adrián Iglesias
FanfictionEn el verano de 2019, cruzamos caminos. Y ya no supe nada más de él. Hasta hoy. Adrián Iglesias | FANFIC