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—¿Eres imbécil? —Bakugou abre la puerta de la cancha de golpe; sorprendiendo a quienes estaban dentro de ella. Sus pasos son ruidosos, fuertes. Queriendo hacer que todos dentro de ese lugar notaran su presencia, lo cual obtiene inmediatamente. Pues ya todos se encuentran mirando en su dirección.

—Oh, amigo —el azabache responde con calma, siendo acompañado de otros tres chicos que seguramente pertenecían a su academia. A Bakugou no le importa realmente quiénes sean, lo único que le importa es que Shindou tiene una cara que quiere romper a golpes—. Veo que no vienes sólo. ¿Tienes miedo de enfrentarte a mí? —ladea un poco la cabeza, viendo a Kirishima y Sero entrar detrás de Katsuki.

—Podría asesinarte y nadie se daría cuenta, así que cállate. ¿Qué mierda pasa por tu cabeza haciendo algo tan estúpido como prender fuego a la ropa en los cambiadores? —detiene sus pasos, viéndose el repetitivo tic en su izquierda ojo que demuestra el estrés y furia que siente en estos momentos.

Haberse enterado de que Shindou fue quien causó el para nada esperado incendio en los vestidores, hizo que su sangre hirviera aún más. Porque si de por sí ya estaba enojado al ver que habían interrumpido el partido para el que tanto había estado esperando, la siguiente noticia le hizo tener ideas homicidas en su cabeza.

—No te preocupes por tu novio, él salió perfectamente bien ¿no? Sigo sin entender por qué te preocupas tanto. Puede cuidarse sólo —se encoge de hombros con despreocupación, lanzando el balón al aro y encestando. Luego se gira sobre sus talones con una sonrisa calmada tan característica en él.

—¡Oh, adivina qué! ¡Me importa una mierda si salió herido o no! ¡Lo que me importa es que él estaba presente en ese momento, y pudo haberle pasado algo malo! —bramó, expulsando todo el enfado dentro de su ser y obligándose a tomar aire una vez que terminó de gritar.

—Wow, cálmate. Creo que estás demasiado estresado. ¿Qué tal un partido amistoso para relajarse, eh? —propone, agarrando el balón cuando uno de sus compañeros se lo lanzó—. Hagamos una apuesta, ¿qué dices?

—No haré sucias apuestas contigo. Prefiero estar muerto antes que aceptar algo como eso —se niega, haciendo un gesto con su brazo. Kirishima suspira con alivio cuando Bakugou se da la vuelta.

Parece totalmente firme en su decisión, Shindou sabe mejor que nadie que no aceptará. Sin embargo, una sonrisa maliciosa se dibuja inmediatamente en sus labios, cerrando los ojos mientras levanta ambas cejas.

Bakugou camina hacia la puerta, dispuesto a marcharse. Pero antes de que pueda abandonar el lugar, Shindou vuelve a hablar.

—Es una lástima... tenía pensado desaparecer de aquí en el caso de que tú ganaras... —finge un mueca de tristeza, frunciendo los labios.

Sonríe de lado cuando escucha sus pasos detenerse.

—A mis padres no les está yendo muy bien en Musutafu y están considerando volver a Saitama. Pensé en apoyar su idea como recompensa de tu victoria, pero, si no deseas participar en esto... entonces supongo que apoyar su idea no servirá de nada —agrega luego de un silencio, mirando sus uñas con fingido entretenimiento.

—¿Por qué debería creerte?

—Porque te digo la verdad, créeme. Nunca mentiría sobre eso, debes saber que prefiero Saitama en lugar de Musutafu. Acá hay muuuucha gente problemática, mhm —abre un ojo, viendo al cenizo voltearse mientras Kirishima golpea su propia frente. Sero simplemente suspira con desgano.

—Bien, acepto.

—Sin embargo —se apresura a decir antes de que él pueda dar un solo paso. Bakugou levanta una ceja, desconfiado—, si yo gano...

『ɴᴜᴇsᴛʀᴏ sᴇᴄʀᴇᴛᴏ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora