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—¿Mocoso?

Bakugou se detiene antes de comenzar a subir las escaleras, cargando a Shouto, quien enreda las piernas en su cintura, dedicándose a ocultar el rostro en su cuello.

Suelta una exhalación, caminando hacia la sala de estar con pesadez.

—¿Qué ocurre, vieja? —cuestiona con molestia, y Mitsuki está a punto de reclamar, de no ser porque nota al bicolor totalmente dormido en los brazos de su hijo.

Masaru quiere preguntar, pero prefiere cuestionarlo a su esposa luego.

—¿Qué le pasó a Shouto-kun? —ella frunce el ceño, mirándolo casi con amenaza.

—Luego te explico...

Y sin más qué decir, camino en dirección de las escaleras, subiendo con sumo cuidado. Se agarra de la barandilla, sujetando la espalda de Shouto con delicadeza. Sin embargo, no pasan ni dos segundos cuando sus padres ya están detrás suyo ayudándolo a subir.

Al llegar al final de las escaleras, murmura un inaudible “gracias” a ambos adultos, y al recibir un asentimiento por parte de sus padres, se marchó a su cuarto en total silencio.

Estira el brazo y logra abrir la puerta, entrando en su habitación y cerrando la puerta de nueva cuenta, siendo esta empujada por su pie. Se dirige hacia la cama, tumbando con cuidado al bicolor. Está a punto de alejarse, pero siente una mano sujetar tímidamente si muñeca.

—No te vayas, por favor...

Es una súplica que no puede dejar pasar tan fácilmente, sin pasar por alto el evidente miedo en los ojos de Shouto.

Internamente, suelta una maldición dedicada a Shindou.

—Está bien, buscaré una manta.

Todoroki asiente despacio, cerrando levemente los ojos.

Abre el armario, sacando una manta de ahí y dejando este abierto sin mucho problema. Vuelve a la cama, tapando el cuerpo ajeno con la suave y cómoda tela de la manta. Puede verlo acomodarse silenciosamente, moviendo su cabeza antes de soltar un suspiro, cerrando los párpados.

Se quita la chaqueta que cubre sus hombros, quedando únicamente con una camisa blanca de mangas largas que lo hacía sentir a gusto.

Toma lugar junto a Shouto, dejándole toda la manta y sin preocuparse por cubrir su cuerpo, no tarda en abrazarlo suavemente por la cintura, viendo como su expresión se relajaba más que antes. Eso lo hizo sentir más calmado.

(...)

Mitsuki lo observa de brazos cruzados, portando de una mueca de molestia y preocupación en su rostro. Y él entiende perfectamente que ella sí que está angustiada por saber la razón por la cual su novio se encuentra ahí a estás horas, y com un notorio miedo.

—¿Y bien?

—Fue mi culpa —dice inicialmente, apartando la mirada con culpabilidad. La mayor lo nota, nota que se siente culpable, pero no interrumpe y le permite continuar hablando—. Un imbécil de la secundaria... Yo Shindou, volvió y quiere hacerme la vida imposible. Empezando por hacer sufrir a Shouto.

—¿Yo Shindou? ¿Ese no es el niño que usamos como motivo para enviarte a Estados Unidos?

—Mhm.

—¿Y se puede saber qué fue lo que provocó que Shouto-kun se vea tan inquieto? —levanta una ceja, suspirando en un intento de mantener la calma.

—Shindou, él... hizo una apuesta conmigo, y si él ganaba, tendría una cita con Shouto. Claramente no quería aceptar, pero ese imbécil es demasiado persuasivo. Y yo soy más imbécil al haber aceptado —gruñe, apretando los dientes—. La cosa es que, estaba con los demás en la casa de Kirishima y me llegó un mensaje de un número desconocido que me había enviado una foto de Shouto amarrado y amordazado en el suelo. Es más que obvio que era Shindou. —ella levanta ambas cejas, soportando el impulso de regañarlo.

『ɴᴜᴇsᴛʀᴏ sᴇᴄʀᴇᴛᴏ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora