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- Y entonces, ¿dónde está?

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- Y entonces, ¿dónde está?

- Arriba en mi habitación, le dije que iba a venir por algo de comer mientras él terminaba su parte.

Metió la cajita de fideos al microondas, para que se calentase, mientras continuaba hablando con su hermano, quién parecía estar preparando la comida, como mayormente hacía. Hoy Fuyumi no estaba en casa, por lo tanto, le tocaba a su hermano cocinar.

- Valla suerte la tuya Shōto, primero te peleas con ese chico, y ahora tienen que hacer un trabajo juntos. A mi me parece cosa del destino ¿no crees? -sonrió sarcásticamente el mayor, mirando a su hermano mientras éste hacia una leve mueca.

- Ajá, claro. Si tu lo dices -rodó los ojos.

- Yo solo digo, no es normal que un día te pelees con él, y el otro estén haciendo un trabajo juntos. Es algo extraño, mucho más sabiendo que fue tu profesor quién los juntó, cuándo él mismo sabía que ustedes no se llevan.

- El profesor Aizawa dijo que era buena idea, ya que así podríamos mejorar nuestra relación y no tener más peleas. Pero yo creo que eso es una tontería -respondió rascándose la nuca.

- Estoy contigo.

El sonido del microondas lo hizo voltear, para mirar el aparato y sacar la cajita de ramen del microondas. Vertió un poco en dos platos, buscó un par de platillos y los puso en cada uno de ellos. Miró a su hermano y luego caminó hacia las escaleras, para subir por ellas y dirigirse con lentitud a su habitación. Le dio la vuelta a la perilla, suspirando profundamente. Abrió la puerta y miró dentro de ella a Bakugō en la mesita aún, haciendo probablemente el trabajo que les dejó el profesor.

Entró y cerró la puerta tras él, caminó en dirección al cenizo, quién estaba de espaldas a él, pero seguramente ya le habia escuchado entrar. Se sentó a su lado, y puso los platos sobre la mesita, miró al contrario detenidamente.

- No creí que de verdad trajeras algo de comer, pensé que simplemente te ibas a ir para evitarme -dijo el rubio, observando de reojo al otro sigilosamente. Sin prestarle mucha atención realmente a la comida sobre la mesa.

Shōto al escuchar esas palabras no pudo evitar ponerse nervioso de repente. Porque sí, había salido no solo para buscar comida, sino también para evitar estar a solas con el otro. Conocía la actitud del cenizo, además de que Midoriya le advirtió de que no era buena idea meterse con él. No tenía miedo de Bakugō, simplemente no quería meterse en otro lío por culpa del oji rubí.
Katsuki sonrió por debajo al ver al bicolor tensarse. Su plan estaba funcionando mejor de lo que lo imaginó. Era listo, y no evitó darse cuenta del porque el monocromático salió de la habitación por algunos minutos. No sabía porque, pero le gustaba causar ese tipo de reacciones en el bicolor.

- No es cierto... -susurró con voz baja el bicolor, evitándole la mirada, tomó su plato con cuidado en manos, y comenzó a tomar poco a poco del ramen. Acción que repitió el otro, dejando de lado su libreta y comenzando a comer. Mentiría si dijera que no tenia hambre, porque la verdad si estaba hambriento, fue una de las razones por las que no detuvo a Todoroki al salir de la habitación.

Miró disimuladamente al contrario mientras comía. Debe admitir que al principio no quiso ir a casa de Todoroki, prefería ir a su casa, pero no pudo hacer al otro acceder, por lo tanto, fueron a casa del otro, aguantándose las miradas de los hermanos mayores de Shōto al verle allí. La verdad es que el que resultaba ser más intimidante era el pelirrojo, el albino no lo era tanto. Aunque igual, el bicolor les explicó que hacía allí, y simplemente los dejaron pasar, con algunas protestas, pero los dejaron.

Terminaron de hacer una parte del trabajo, dejando la otra para el día de mañana

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Terminaron de hacer una parte del trabajo, dejando la otra para el día de mañana. Bakugō le dijo que mañana irían a su casa, y no se pudo quejar. Organizó su habitación y lavó los trastes que ensució, para luego darse una larga ducha. Bajó a comer, conversando un poco con sus hermanos sobre temas triviales bastante normales. Ninguno le preguntó sobre como fue hacer el trabajo con el rubio, pero ambos lo estaban vigilando y lo sabía. Por lo que no tenia de que preocuparse.

Poco después su hermana y madre llegaron, con algunas bolsas de compras, y atrás venía su padre, que sin duda acababa de salir de la empresa. Todos comieron de forma tranquila, aunque incómoda. Pasar tiempo juntos aún era algo extraño para ellos. Pronto se acostumbrarían sin duda.

Shōto se fue a su cuarto, y se dispuso a dibujar un rato hasta que fuese la hora de dormir. Ya que definitivamente no se iba a dormir a las siete de la noche. Era demasiado temprano para él. Acostumbraba dormirse a las nueve o ocho, tampoco tan temprano.

Simples dibujos eran los que hacía, mayormente eran bocetos fáciles que veía en internet. Y otras veces eran personas a las que dibujaba. Muchas veces su familia le comentó que dibujaba bastante bien, y que tal vez podría inscribirse a una escuela de arte, pero él se negó rotundamente, diciéndoles que si se iba se alejaría de sus amigos, y no quería eso para nada. Sus amigos lo eran todo para él, quienes estuvieron con él en las buenas y en las malas. No podía simplemente irse y olvidarse de ellos.

El sueño finalmente le llegó, haciéndolo bostezar. Guardó su libreta de dibujos y lápices, para luego levantarse e irse a la cama. Se acostó y se tapó hasta la cintura con la sábanas, cerró los ojos lentamente, dejándose caer en los brazos de Morfeo. 

『ɴᴜᴇsᴛʀᴏ sᴇᴄʀᴇᴛᴏ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora