CAPÍTULO 37

132 8 12
                                    



-¿Qué te hizo que?

-¿Y luego se fué?

-Vaya estúpido, como odio a los hombres.

-Mira que parecía mono...

-Lily hija, vas de mal en peor...

Esta fué la respuesta de mis amigas y mis primas cuando les conté todo lo que me sucedió esta mañana en el torneo de baloncesto. Después de la evidente cobra de mi amigo, me fuí avergonzada a casa y me encerré en mi cuarto a oscuras sin querer hablar con nadie. Un poco exagerado por mi parte.

Ahora, que ya eran las siete y media, estaba un poco mejor, aunque no había contestado a ninguna de las llamadas y mensajes que me había enviado Blake en toda la tarde, y no tenía ninguna intención de hacerlo. Mi vida actualmente se resumía en tres palabras: Cagada tras cagada. Cuando parecía que ya todo iba más o menos bien, y se habían arreglado la mayor parte de las cosas, algo malo tenía que suceder. Sinó no sería mi vida. Había que aclarar que Gina no se encontraba con nosotras en la cafetería de siempre tomando algo, como no, estaba con Blake, y mejor porque no me apetecía mucho solucionar las cosas en esta situación.

Sé que era predecible y fácil de adivinar peró ¿podríais decir cual de mis amigas había dicho las frases anteriores? Cómo no Day dijo la primera. Ella tenía que ejercer su papel de mejor amiga, y si alguien me hacía daño a mi, también se lo hacía a ella. Pura lógica. La segunda frase la dijo Violet, que no podía terminarse de creer que, después de todo lo que había hecho, Blake me dejara allí abandonada llorando en un banco en medio de la calle. ¿Inimaginable verdad? Y bastante feo por su parte. La tercera frase la dijo... Tara, obviamente. Seguía acordándome de la aventurilla que tuvo con mi amiga la otra noche, pero aún no había tenido tiempo de comentarlo con nadie... Aunque lo iba a encontrar, por supuesto. La quinta frase la dijo, muy decepcionada por cierto, mi prima Camille. Ella era demasiado buena y confiaba mucho en las personas... A la larga tenía que aprender que no se podía fiar de ellas, y menos de los hombres. Finalmente, la frase estrella. La que todas pensaban pero no se habían atrevido a decir, porqué antes de lo de Blake también les conté lo de Stan, y estuvieron a punto de plantarse en su casa y cantarle las cuarenta. Como no, eso lo dijo Elsa y le salió de dentro. Una verdad como un piano.

-¿Estás jodida eh? -Opinó Jade. Y no faltaba un ápice de razón.

Decepción tras decepción. Si antes dudaba sobre si me gustaba o no me gustaba Blake, ahora lo tenía claríssssimo. Como el agua vaya. Cero interés. Si él quería retomar la amistad ningún problema, pero nada de picnics en la playa, nada de cenas a solas y sobre todo nada de películas en la cama. Nuestra amistad se iba a basar en el tipo de afecto que le daría a cualquier hombre corriente, o sea, el justo y necesario.

¿Y si me volvía lesbiana? Seguro que tendría menos problemas y menos dolores de cabeza. Era una opción a considerar por mi parte.

-De verdad que no lo entiendo. Después de todos los esfuerzos y todo lo que nos ha costado -soltó de pronto Day. ¿De qué esfuerzos estaba hablando?

-¿Qué dices? -quise saber.

-Ah, no, nada nada.... Ya sabes lo que se dice. A buen entendedor pocas palabras bastan -balbuceó, dejándonos a todas contrariadas. Si su objetivo era desviar la atención de la frase anterior lo había conseguido.

-No puedes soltarnos este bombazo y marcharte mañana por la mañana. No sabes cómo echabamos de menos tus desgracias -se cachondeó Paige.

-Si tanto te gustan te las regalo. Todas, sin excepción alguna -le respondí. Después de estos fantásticos días en San Francisco, nótese la ironía, mañana mis primas y yo volvíamos a reunirnos con la familia en Santa Barbara. Bueno, mis primas, yo y Blake, que hasta este momento no recordaba que tenía que volver en mi coche. Que bien me estaba saliendo todo últimamente.

Pequeñas coincidenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora