CAPÍTULO 31

128 6 9
                                    

Acababa de llamar al timbre de mi casa y tenía miedo. Ya era de noche, estaba cansada, había sido un día muy largo y solo quería irme a la cama pero estaba claro que Gina iba a estar esperándome al otro lado de la puerta. O más bien esperando una disculpa por mi parte. Desde el momento del incidente no había parado de darle vueltas a todo y aún no sabía que quería decirle a mi prima para solucionarlo todo por fin. Aunque siendo sincera tampoco sabía si estaba muy enfadada conmigo, o si estaba enfadada aún ni más ni menos porqué desde que se fué de la fiesta con Blake, no había vuelto a verla.  A ver, seguro que un poco enfadada sí que estaba porqué oí lo que dijeron mis primas pero yo que sé…
Encima hoy había ido con él a visitar a su familia y al bebé así que quizás las cosas no habían ido bien y estaba aún más enfadada, o quizás las cosas habían salido perfectamente, pero no me lo habían contado porqué me estaban evitando…
Mi cabeza no paraba de pensar en todo lo que podía pasar así que finalmente agradecí cuando me abrieron la puerta y pude pasar a mi dulce y acogedor hogar.

—Hola, siento llegar tan tarde pero…

—No pasa nada, te esperamos para cenar —escuché. Y reconocí inmediatamente esa voz y ese maldito timbre nasal que solía llevarme por la calle de la amargura todos los días en el  instituto.

—¿Nancy?

—Venga pasa, como si esta no fuera tu casa… —soltó, abriendo la puerta de par en par y mostrándome la sonrisa más falsa del mundo.
No dudé en entrar, antes de que tuviera tiempo de decir cualquier otra chorrada, y me pareció la situación de lo más surrealista. Es decir, Nancy, una de las personas con quien peor me llevaba, me acababa de abrir la puerta de MI casa y se estaba sentando en MI sitio de la mesa del comedor, rodeada de  MIS primas y de MI amiga Violet.

—Esto… ¿qué está pasando? —pregunté mientras me sentaba en la única silla que habían dejado vacía al lado de mi peor enemiga y de la prima con la que tenía que disculparme.
Estuve a punto de preguntarles si me veían cara de fumada o si tenía pinta de que me hubieran drogado o algo así porqué la información que mis ojos le estaban mandando a mi cerebro no tenía ningún sentido.

—Ya era hora, nos estábamos muriendo de hambre… —murmuró Tara, mientras cogía un trozo de pizza que supongo habían pedido para cenar.

—¿Qué tiene que pasar? —dijo Nancy—. Por cierto, me parece muy feo por tu parte que me conozcas desde hace tantos años y nunca me hayas invitado a comer a tu casa. Te tendría que caer la cara de vergüenza de que haya sido tu prima la que lo ha hecho…

—¿Mi prima te ha invitado a cenar? —quise saber. ¿De qué prima estaba hablando? ¿Y en qué momento tuvo la gran idea de invitar a esta persona a mi casa? En serio, con el sueño que llevaba encima solo tenía ganas de levantarme de la mesa sin cenar e ir a dormir.

—Si, Gina —me aclaró—. Yo y Violet salíamos de la clase de baile cuando justo nos la encontramos con un chico muy guapo al lado. Ellas se saludaron, empezaron a hablar de lo que pasó el otro día en tu fiesta de cumpleaños, en la que por cierto no fuí invitada, y cuando nos dimos cuenta estábamos delante de tu casa y nos invitó a cenar. Dijo que te haría mucha ilusión verme después de tanto tiempo y lo entiendo la verdad porque…

—Si, si me ha hecho mucha ilusión —la corté, porque cuando arrancaba a hablar era imposible pararla. Era de esas personas que, cuando le tocaba hacer una exposición oral en clase, se tiraba toda la hora hablando y no dejaba tiempo para hacer nada más—. Por cierto, lo de mi cumpleaños fué una fiesta sorpresa así que yo no tuve la culpa de que no te invitaran… Debieron olvidarse de hablar contigo…. —puntúe—. Que mala suerte…

—No te preocupes… Ya me lo han contado todo así que… Es como si también hubiera estado, ¿no crees? —preguntó ilusionada y nadie se atrevió a decirle lo contrario.

Pequeñas coincidenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora