CAPÍTULO 18

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¡Holaaa, os traigo la continuación del capítulo pasado! ¿Que tal, os está gustando la historia? ¡Preguntadme i comentad lo que queráis!!

Al final me había pedido una sopa muy rara para cenar. No me gustaba mucho el sushi y como siempre, no sabía qué pedir así que hice caso al camarero y por primera vez en mucho tiempo lo agradecí ya que estaba buenísima. No tenía ni idea de lo que me había comido pero sabía bien así que estaba contenta.

Estábamos saliendo del restaurante y cuando llegamos al aparcamiento acabé cediendo ante las suplicas de Gina y le dejé el puesto de conductor a Blake. Como no podía ser de otra forma, me senté a su lado y estábamos a diez minutos de llegar a casa de su amigo cuando recibí una llamada. Era Daisy, y desgraciadamente tenía el bluetooth del móvil activado así que Blake aceptó la llamada desde los controles del coche.

—¡Mira tu por donde! Pero si sigues viva... —soltó Day de golpe—. Ya pensaba que quizás habías intentado eso de surfear y se te había tragado el mar o algo por el estilo...

—Hola a ti también Daisy —contesté—. Estoy bien, gracias por preguntar...

—¡DAISY! —chilló Gina de golpe—. ¿Cómo va todo?

—Ahh, hola Gina. Lo siento si llamo en mal momento... —se disculpó, es una bienqueda.

De pronto una voz masculina tomó las riendas de la conversación.

—Ningún problema, estamos en el coche pero podemos hablar.

—¿Blake eres tú? —preguntó mi amiga, aunque estaba claro que ya lo sabía. —¿No estará conduciendo Lily, verdad? Porqué en ese caso mejor llamo más tarde, no vaya a ser que la despiste y tengáis un accidente.

—Holaaa, sigo aquí —les recordé—. Y no sufras, por qué está conduciendo Blake.

—Uff, menos mal... —suspiró Day, aliviada—. ¿Les has contado lo que pasó la primera vez que cogiste el coche de tu padre? —me preguntó, a lo que mi cara respondió poniéndose roja como un tomate. Y aunque no me pudiera ver, mi amiga sabía exactamente cuál había sido mi reacción.

—Si quieres se lo puedo contar yo...

—Ostras... Estamos entrando en un túnel... —me inventé—. No te escucho, estamos perdiendo coberturaaaaxx.... ¿Day?

—¿Hola? ¿Estáis ahí?

—No escucho nadaaxxx voy a colgar... Te llamo mañaaaa —Y colgué de golpe. Fue entonces cuando me fijé en que mis dos acompañantes tenían la vista fija en mí y se estaban aguantando la risa.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Gina antes de romper a reír.

—¿Y has oído esas imitaciones que ha hecho? —puntualizó Blake.

—¡Oye! Basta ya de reiros de mí ¿no? —me puse seria y de pronto los dos se quedaron callados. Creo que por primera vez se sentían mal. Pero entonces no pude más y exploté a reír yo también.

A dos minutos de llegar a nuestro destino, trágica y desgraciadamente, se acordaron de porqué nos estábamos riendo.

—¿Qué pasó cuando cogiste el coche de tu padre? —me preguntó Blake, y de repente me di cuenta de que entre las risas había colocado una mano sobre mi muslo y yo no me había fijado. Fué entonces cuando me empezaron a sudar las manos y recuperé ligeramente ese color rojo en mis mejillas.

—Nada. No os lo pienso contar jamás de los jamases —contesté, firmemente.

—¡Oh, vamos! No seas aguafiestas... —se quejó Blake, sin separar su mano ni un milímetro de mi pierna. No se si lo notaba pero estaba ardiendo.

Pequeñas coincidenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora