CAPÍTULO 25

126 13 1
                                    

*** ¡¡¡Holaaa, os dejo con un mini capítulo que me gusta mucho!!! Decidme qué os parece!***

—Lily

—¿Si Blake?

—¿Aún estás aquí?

—Pues contando que solo hace dos minutos que me has pedido que me quedara un rato… Si, aun estoy aquí.

—No puedo dormir, me duele mucho el tobillo.

—¿Y qué puedo hacer yo para aliviarte?

—Ui muchas cosas —respondió, el malpensado. Acto seguido le tiré un cojín en toda la cara y estuvo dos minutos riendose solo, como un niño de cinco años—. Es que me lo has puesto muy a huevo. Apuesto lo que sea a que te has puesto roja —dijo, sin parar de reír.

—¿Quieres que te deje solo? Porque es lo que estás consiguiendo con esta actitud —lo amenacé, y me di la vuelta en la cama hasta quedar totalmente de espaldas a él. Durante el siguiente minuto y medio me quedé callada y me hice la dormida, a ver si se le pasaba la tontería esta. ¿Me había puesto roja? Pues un poco, pero no lo iba a admitir nunca.

—Lily.

—¿Si Blake?

—¿Te has dormido ya?

—¿No ves que si estuviera dormida no te habría contestado? —le comenté, lógicamente—. Son las cuatro y media de la mañana y me tengo que ir a casa…Venga espabila y duérmete ya.

—Es que me duele el pie.

—Y a mi la cabeza de tanto escucharte pero no me quejo e intento dormir.

—Veo que tener sueño te pone de mala leche —observó, y aunque quizás era un poco cierto, solo consiguió molestarme más.

—En vez de ver tantas cosas, podrías callarte un poquito y dejarme descansar—propuse, aunque sabía que era demasiado difícil de cumplir—. ¿Quieres que vaya a buscarte una pastilla o algo para el pie? Es mi única oferta.

—Tranquila, me he tomado una antes en el baño —comentó.

—Entonces estará a punto de hacerte efecto así que relájate y cuenta ovejitas, a ver si así consigues dormirte —propuse, y volví a cerrar los ojos.

—¿Miramos una película?

—La madre que te trajo. ¿Ahora quieres ver una película?

—Claro. Me duele el pie, no tengo sueño, y a no ser que quieras hacer algo más divertido y más placentero aquí en la cama conmigo…No se me ocurre nada más.

—Uy, dudo que haya algo más placentero que hacer aquí en la cama que ver una película —le seguí el rollo.

—¿Seguro que no se te viene nada a la cabeza?

—Segurísima. Venga cállate ya y pon la dichosa película. 

—¿Al final miramos una película? —preguntó todo ilusionado destapándose y cogiendo el mando de la televisión del cajón de su mesilla.

—¿No me acabas de decir que querías ver una? Me estás volviendo loca. Tengo sueño, mañana me tocará conducir como cinco horas seguidas y estoy a punto de ver una película. A quien se le ocurre…

—A mi —contestó divertido y encendió la luz de su lamparita de noche.

—Dios mis ojos —me quejé, ya que de momento no tenía visión nocturna como los búhos.

Pequeñas coincidenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora