CAPÍTULO 32

130 5 0
                                    


—¿Qué cojones te pasa por la cabeza? —fué lo primero que dije al entrar a la habitación que compartía con mi antes prima favorita, ahora prima odiada—. Ahh espera, ya lo sé. Has pensado, ¿de que manera puedo joder a Lily después de todo lo que ha pasado? Y tu cabecita retorcida ha invitado a la peor persona del mundo a cenar a mi casa y encima ha tenido la poca vergüenza de emparejarla con nuestro amigo —me desahogué—. Y ya te digo yo que él no merece pasar por tal sufrimiento.

—¿Perdón? Sufrimiento el que ha pasado por TU culpa, desde que intentó protegerte ante alguien que no te estaba tratando bien. ¿Es que no te das cuenta? —preguntó, alzando la voz aún más que yo mientras aplastaba a un pobre cojín con todas sus fuerzas.

—¿Cuenta de qué? ¿De que la violencia es la mejor manera de solucionar las cosas? ¿De que Blake ni siquiera pidió perdón antes de irse el otro dia de la fiesta? —le recordé.

—A veces parece que eres muy inteligente pero realmente eres la persona más ingenua que conozco —soltó, mientras negaba con la cabeza—. ¿De verdad no lo ves? ¿En serio no te das cuenta de que el chico al que no dudaste en ayudar, ni tardaste más de diez segundos en seguir al baño te está acosando? Te ha estado llamando borracho, te habla mal, se presenta en tu fiesta sin que lo hayas invitado, te hace daño y tú lo proteges? ¿Te das cuenta de lo tonta que estás siendo? —me atacó.

Sus últimas palabras calaron muy hondo en mi interior. Nada de lo que había dicho era cierto. Ella no conocía a Stan como yo lo hacía. Ella no conocía cómo era realmente Stan, solo lo había visto borracho y enfadado por mi culpa. Ella no conocía realmente los motivos de nuestra ruptura y por qué yo estaba en deuda con él. Ella no vio lo felices que éramos el año anterior antes de que se fastidiara todo. No tenía ningún derecho de hablarme como lo había hecho, pero aún así sus palabras me afectaron más de lo que creía posible.

—Te estás pasando —le advertí—. No tienes ningún derecho para hablarme así, además te crees muy lista y que lo sabes todo de mi pero no podrías estar más equivocada —rebatí—. Vamos, cuánto hace que nos conocemos realmente ¿un mes? Ya sé que somos primas pero apenas habíamos hablado antes de este verano y ya te crees con el derecho a opinar sobre mi vida sin saber nada de mi.

La tensión se palpaba en el aire. La hipotética disculpa que antes pensaba darle a Gina estaba bastante lejos de la realidad actual, que era una pelea a muerte entre dos de las chicas con más carácter de la familia.

—¿Que no sé nada de ti? Oh vamos, pero si a veces te conozco mejor yo a ti que tu a ti misma. Sigues autoconvenciendote de que no te gusta Blake, aunque ambas sabemos que es mentira, y en cambio parece que ahora vuelves a estar pillada del capullo ese con el que hace nada me contaste que lo vuestro no había acabado nada bien, y había pasado de ti un año entero. Muy bien Lily, muy maduro por tu parte —me la devolvió, con un deje amargo en la voz que me provocó escalofríos. Yo solo di las gracias de no ser el pobre cojín que estaba estrujando porqué si en vez de un trozo de tela con plumas fuera una persona, se habría ahogado hacía ya un buen rato.

—Muy bien, así que según tú, lo que yo hago no es nada maduro. Entiendo perfectamente lo que quieres decir, ya ves, es muchíssssimo más maduro —enfaticé—, romper con un chico, a los dos días enamorarse de otro y de mientras tirarse a otro para ahogar las penas —le eché en cara. La conversación se estaba desviando bastante del tema original. Llegadas a ese punto solo estábamos intentando herirnos la una a la otra.

—Pero serás hija de p*** —se ofendió mi querida prima—. Pues perdona que te lo diga pero aún va a tener suerte Blake de salir con Nancy y alejarse de una puñetera maleducada y egoísta como tú. Al menos Nancy va de cara, no como tú que las matas callando.

Pequeñas coincidenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora