Capítulo 5

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                  •Una guerra personal•

He perdido la noción del tiempo, no tengo ni idea de cuantos días llevo encerrada en esta cárcel de cristal. Lo único bueno, es que al fin me han dejado salir de la habitación, ahora paseo por la casa e incluso por los jardines, pero siempre con un tipo tras de mi como una maldita garrapata.

Es mejor que nada...

Me aliento a mi misma soltando un suspiro cansada. Estoy cansada de todo esto, de tanto dolor, de tanta soledad, si no fuera por Mari estoy segura que me habría vuelto loca.

Por otro lado, el troglodita de Maximiliano no aparece más que en las noches, entra en mi habitación, me observa por unos breves minutos y luego sale sin mirar atrás

Todas las noches la misma rutina, no se cansa de molestarme con su presencia. Para luego, simplemente irse y follarse a otras, ¿que como lo sé?, simple, la pobre chica no deja de gritar, se escucha por todas las jodidas habitación e incluso en la sala. Lo escuchaba todo, escuchaba sus jadeos, sus gemidos, sus maldiciones, absolutamente todo.

¿Lo peor?, es que no me valía mierda como intentaba hacerme creer. En el fondo, dolía, me dolía que me tratara de esa forma tan asquerosa. Lo que no me cabe en la cabeza, ¿Por que aún me tiene aquí?, ¿por que carajos no me deja en paz?

¿Que pretende?, no tengo ni idea, ¿Que saca con todo esto?, tampoco lo sé.

Bajo las escaleras acomodando mi cabello negro azulado en una alta coleta y un par de ojos con lindos anteojos me miran con suavidad

-Buenos días, mi niña- saluda y me da un corto abrazo, es tan dulce.

-Buenos días, Mari. ¿Que haremos hoy?- suelto emocionada. Desde hace varios días le he ayudado en cosas triviales y la verdad, es lo más interesante que me hago en mi día.

-Sabes que tú no tienes que hacer nada, para eso hay empleadas. Tú sólo acuéstate y ve una película, pinta o yo que se, lo que hagan los jóvenes de tu edad- sonrío divertida y niego con la cabeza acomodando el delantal en mi cintura

-Y tú sabes que lo hago con mucho gusto y ya, deja de regañarme o te saldrán arrugas.- me burlo haciendo que ambas riamos divertida

-Está bien. Eres tú quien manda.- afirma y toma algunas frutas del refrigerador

Bufo molesta y me inclino sobre la encimera para observar cómo Mari corta las fresas con una agilidad increíble.

-Para mi mala suerte el que manda aquí es esa bestia a quien llamas "niño"- dramatizo y ella ríe divertida

En cuánto levanta la mirada hacia mi, su semblante cambia por completo borrando todo rastro de burla.

-Estoy seguro que estás hablando de ti- su voz hace eco en mi cabeza y respiro hondo para no perder los sentidos

Siento su cuerpo a milímetros del mío y mi piel arde bajo su cercanía. De la nada me siento perpleja e hipnotizada por su exquisito aroma varonil y su presencia me intimida de la forma más absurda posible.

-No, habló de un troglodita arrogante que solo piensa con la polla y las pocas veces que usa el cerebro solo lo hace para insultar.- Escupo hecha una furia

Me ignora por dos malditas semanas y ahora, ¿viene como si nada?, bromeando y metiéndose en mis conversaciones, es un maldito.

Su mano llega a mi cintura y en ágil movimiento me gira obligándome a encararlo.

Mi corazón se me va a salir, mis piernas tiembla y mi mente se pierde en esa mirada gris que atormenta mis sueños.

-Repítelo- gruñe- Repítelo y te follare en esta encimera hasta que aprendas a mantéeme a esa puta boca imprudente callada.

ARDER Where stories live. Discover now