Capítulo 25

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                      •Un baño caliente•

Rose.

Jamás me imaginé que entrenar fuera tan agotador, mis músculos no aguantan otro golpe y mis pobres manos, una cortadura más.

He estado entrenando durante un mes entero, después de regresar de la mansión dónde celebramos el cumpleaños de Max, él empezó a cumplir su promesa al pie de la letra. Ahora entreno casi toda la tarde junto a Nina, quien es una maldita loca que no sabe más que mandarme y decirme cómo hacer cada cosa, es mi entrenadora personal y aún que es molesta, no se le negará que es un demente a la hora de pelear

También, salgo de la casa siempre que así lo deseo o lo necesito, muchas veces he ido a comprar mis propias cosas con Emy y Mari, sin guardas, sin seguridad y sin una bestia controlando todo. Además, a pesar de que muchas veces termino discutiendo con Max por eso, siempre solucionamos las cosas y después me folla como sólo el, puede hacerlo.

Literalmente no he dormida nada, por lo menos no en las noches. En cuánto estamos en la cama sus manos empiezan a calentar mi cuerpo de la manera más tentadora posible, muchas veces soy yo la que me lanzo sobre él devorando su boca, y otras veces, es él quien toma el control. Somos un caos en todo pero siempre encontramos la manera de solucionar nuestras diferencias

No se porque razón, pero últimamente ha estado bastante cambiado, digamos que un poco menos bestia. Por lo menos, ahora no me trata como una puta, y la verdad eso es mucho para mi.

Caigo en la silla como bulto dejando que mi cuerpo descanse. No sé cómo, según Nina he tenido avances, pero para mi, sigo igual que el primer día. Claramente no me daré por vencida hasta que sea capaz de defenderme por mi misma, lo que sucedió con Oliver, jamás, pasara de nuevo.

-No seas floja y anda- ordena posándose frente a mi. Levantó la mirada y la chica de piel morena extiende su mano, la tomó y me obligó a mantenerme fuerte

El resto del día me la paso entre entrenamientos, golpes, maldiciones y sangre. Me deshago de mi ropa sudada, y entro en la ducha. Me quito toda la tierra, observo los hematomas en rodillas y brazos, sin contar con las del abdomen

Joder, voy a morir de tanto golpes o de cansancio. Echo mi cabeza para atrás cerrando los ojos, disfruto de la sensación de relajo, no pensé jamás experimentar La Paz que siento ahora

Mis pensamientos solo son comunes y triviales, ya no hay dolor, ni duda, no hay más que el amor irracional que siento por Max, ahora, más que nunca.

-Pequeña Rose- su voz hace que abro mis ojos. Su mirada me recorre por completo hasta que se encuentra con la mía

Aquella mirada me hace temblar por la oscuridad y perversidad con la que lo hace. Me incorporo en la tina y sus ojos bajan hasta si senos erectos. Sonrió satisfecha y él se deshace de su camisa con lentitud

Mi pulso se acelera recorriendo la perfección que es, sus manos llegan hasta mi rostro. Noto como aquella mirada se oscurece y un escalofrío me recorre la espina dorsal cuándo toma su pantalón y se deshace de él

Entre abro mis ojos completamente sorprendida. Os juro que nunca, peor nunca me podré acostumbrar a la magnitud de su tamaño. ¡Por las chanclas de Moisés!, ¿todo eso cabe en mi boca?

Trago con dificultad cuándo entra en la tina. Es tan enorme que apenas cabemos los dos. Sus manos me toman de la cintura, el contacto con su piel me hace arder en llamas

Me pone a ahorcajadas sobre su miembro erecto. Jadeo al sentirlo en mi entrada, estoy deseosa y tan húmeda que entraría sin dificultad

-Es una maldita tortura tenerte lejos, Rose- susurra besando mi mandíbula. Su aliento fresco cocha contra mi piel y cierro los ojos ante la sensación maravillosa que produce

ARDER Where stories live. Discover now